Nos encontramos en una lujosa consevención de prominentes empresarios en uno de los hoteles más prestigiosos de Tokio. Los invitados hablaban unos con otros mientras disfrutaban de un delicioso coctel en el salón más grande del edificio. Los temas sobre negocios triunfaban por doquier; aquellos que lo trataban intentaban hacer buenos tratos para el beneficio de la empresa. Por otro lado, estaban aquellos otros que sólo habían ido a socializar y a cotillear sobre los que no habían venido a aquella velada y entre los que destacaba el guapo y sensual Sasuke Uchiha. Todo el mundo sabía que estaba pasando una época dura con lo sucedido con el padre de su flamante pareja, Sakura Haruno. Aún así nadie perdió el tiempo y especuló sobre su relación como si fuera la cosa más interesante del mundo. Y por último, los había quiénes habían ido para divertirse y echarse algunas risas como ocurría con cierto rubio de pelo largo, que bromeaba y reía acompañado de un gran número de espectadores alrededor.
Deidara siempre había sido muy popular (dejando de lado su obsesión con las bombas podía llegar a ser bastante agradable) y había tenido más de una pareja pero siempre lo habían dejado a las semanas de empezar a salir porque el rubio perdía rápido el interés. ¨Cómo si lo hubiera tenido en algún momento¨, pensaba con indiferencia cuando rompía su relación. Y era cierto. Siempre había aceptado a cada mujer que se le había declarado pero él desde un principio no sentía nada por ninguna de ellas. Sólo esperaba que fuera divertido y poder encontrar eso que siempre había echado en falta: amor. Nunca había sido posible, claro; sino ya estaría casado felizmente como Hidan y Pain o estar en una pompa de continuo amor como el tonto de Naruto y el egocéntrico de Sasuke. Rió disimuladamente. Ah, no, que el Uchiha menor estaba pasando una grave crisis amorosa. Qué gracia.
En ese momento, mientras bebía de su copa para disimular su risa de los que le rodeaban, avistó al objeto de todos sus anhelos cruzando la sala. Sí, Megan Fletcher había entrado a pisotones en su corazón y no había manera de sacarla de allí. Y ahora viéndola con un hermoso traje azul noche de gala, su liso pelo corto y castaño y sus suntuosos andares, no podía hacer otra cosa que quedar hechizado. Se disculpó con sus acompañantes y se dispuso a seguirla entre la multitud. Apunto de alcanzarla, Hidan apareció de lo más inoportuno.
–Hey, me acaba de llamar Pain –dijo un tanto preocupado. Por su lado, Deidara lo esquivó y siguió su camino– ¡Deidara! ¿Qué haces? ¡Dice que volverá dentro de poco y se llevará a Shouta! –explicó alarmado mientras intentaba pararlo.
Deidara lo miró indiferente–. A lo mejor si les quitan al niño vuelven a estar acaramelados mientras se apoyan mútuamente ante la dolorosa situación. ¿Qué bien, no? –respondió con cierto sarcasmo e ironía. No le podía importar menos ahora.
–¿Qué coño te pasa? –preguntó Hidan con gesto extrañado.
–Tengo otros asuntos más importantes que tratar –contestó dejando a su asombrado amigo atrás.
Cuando por fin la pudo volver a encontrar, Megan se encontraba cogiendo una nueva copa de una de las bandejas que transportaban de un lado a otro de la estancia los muchos camareros que había. Se acercó con una sonrisa sugerente a ella y chocó su copa contra la de ella en un brindis improvisado. Los magnéticos ojos grises de la mujer se posaron en él.
–Buenas noches, señorita Fletcher. Es raro encontrarla tan sola en esta clase de eventos –saludó con zalamería haciendo que Megan sonriera con diversión.
–Será que no encuentro la compañía adecuada –respondió burlona.
–Como la de cierto pelinegro, ¿me equivoco? –se aventuró a decir el rubio.
La morena dejó de sonreír y desvió la mirada. Se acercó a uno de los lujosos sillones que habían esparcidos por toda la sala y se sentó. Soltó un suspiro. Deidara se tomó el gesto como una invitación a escucharla. El se sentó a su lado y aceptó su oferta.
Megan lo miró durante unos instantes antes de contarle sus preocupaciones. Parecía que el rubio tenía toda la intención de ser serio sobre el tema. Sonrió agradecida para sus adentros. La verdad es que se alegraba poder hablar de todo lo que se le pasaba por la cabeza con alguien ahora que no lo podía hacer con Kakashi, por razones obvias. No había sido así desde un principio pero después de haber coincidido en tantos eventos empresariales había visto a un hombre comprometido y amable bajo esa faceta bromista y extravagante. Además, se le hacía muy tierno ya que no era capaz de esconder sus sentimientos por ella y siempre intentaba ligar con ella o seducirla. No mentiría diciendo que no le gustaba que lo hiciera; le hacía sentir bien y el chico era muy bien parecido también. Así había conseguido lo más parecido a un amigo confiable con el que hablar allí en Japón.
Megan comenzó a explicarle todas sus emociones y sentimientos que había ido acumulando todos aquellos años con cada relación rota y lo ilusionada que estaba por haber encontrado a un hombre como Sasuke. Dedicar sabía que iba a ser difícil escucharla hablar sobre otro hombre cuando él estaba enamorado de ella, pero no pensó que le dolería tanto hacerlo. Y sobre todo comenzó a sentirse dolido, porque sabía que Megan estaba al corriente de sus sentimientos por ella; él mismo se había descubierto miles de veces al perseguirla como un perrito faldero. Cuando la chica terminó de hablar, apartó la mirada y bebió un poco de su copa para reprimir su molestia. Estaba enfadado consigo mismo por no poder apoyarla en un momento tan delicado como aquel. Así que no pudo reprimir decir:
–Deberías buscarte a otro… Después de todo, Sasuke tiene pareja. Y la ama con locura, por cierto –dijo con tanta indiferencia que Megan se sobresaltó.
–Deidara, ¿me has estado escuchando? –preguntó Megan con un poco de molestia.
–Sí, y me ha quedado muy clara tu obsesión con Sasuke. Lo que no entiendo es el porqué de ir detrás de un hombre que ya tiene una pareja estable –Megan abría cada vez más sus ojos– Si quieres mi opinión de todo esto te la diré: acabarás como la puta que se interpuso en una relación, además de quedarte de nuevo sola porque Sasuke nunca estará contigo después de eso… nunca –terminó de decir con la misma voz indiferente mientras miraba al vacío.
Finalmente, giró su cabeza y se encontró con la mirada dolorida y rebosante de lágrimas silenciosas de Megan. Sólo entonces supo que se había pasado de la raya. Entreabrió la boca para decir algo pero se encontró con que su voz estaba de acuerdo con aquella parte de su cabeza que le decía que se lo merecía por hacerle sufrir a él a sabiendas de su enamoramiento.
Megan desvió la mirada y se levantó–. No hace falta que lo entiendas –dijo en tono bajo. Luego se dio la vuelta y le regaló la mirada más dura que había visto al rubio mientras decía–: Después de todo, él tiene todo lo que no hace que me enamore de ti –dijo fríamente mientras que hacía que una daga de acero al rojo vivo se enterrara en el corazón de Deidara.
La chica comenzó a alejarse de allí y eso hizo que el chico reaccionara por instinto, reteniéndola por la muñeca. Megan se dio la vuelta y con un impulso le vertió el contenido de su copa en la cara. Se deshizo de su agarre con un aspaviento y dijo con una sonrisa vacía:
–Que disfrute de lo que queda de noche, señor patético –se despidió con un tono oculto lleno de dolor.
Y allí se quedó, en medio de toda aquella gente que le miraba con ojos inquisidores y burlones. Pero no le podía importar menos. No le importaba una mierda. Nada le importaba ahora.
–Deidara… –Hidan llegó rápidamente al ver la escena a lo lejos. Rodeó los hombros de su amigo para sacarlo de allí.
Sin embargo, Deidara se deshizo de su abrazo–. Estoy bien –dijo con voz automática comenzando a andar hacia la salida. Aun así Hidan los siguió rápidamente.
–Vaya, vaya… Y yo que pensaba que iba a ser un rollazo venir en representación de Sasuke. ¡Qué grata sorpresa¡ –exclamó divertido Suigetsu. De repente vio que se acercaba Karin con gesto serio– ¡Hey, zanahoria! ¿Qué has estado haciendo en el baño? Has tardado tanto que seguro que te has perdido el evento más interesante de la noche –dijo guasón mientras le devolvía su copa que le había estado guardando.
–No, lo he visto –respondió todavía seria. Suigetsu la miró extrañada.
–¿Ha pasado algo? –preguntó esta vez preocupado, cogiéndole cariñosamente de la mano.
Karin levantó la mirada, encontrándose con aquellos ojos amarillos que ahora amaba tanto. Por supuesto que pasaba. Y encima algo bastante grave. Había ocurrido que, cuando salía del baño, había pasado al lado del asiento donde se encontraban Deidara y Megan hablando. Por supuesto, lo había escuchado todo y ahora estaba en su mano hacer algo con aquella información. Sin embargo, no quería que Suigetsu se involucrara; suficiente tenía ya con cargar con los efectos secundarios que estaba suponiendo la depresión amorosa de Sasuke sobre él y no quería preocuparlo más.
–¿Por qué tengo que contarte mis problemas de índole femenina, eh, cara de pez? ¡Y no me llames zanahoria¡ –comenzó a discutir como siempre hacían, intentando ocultar la verdad.
Suigetsu se quedó un tanto sorprendido pero después comprendió la situación y le siguió el juego a su característica pero tierna novia.
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Durante una cena familiar en la mansión Uchiha, toda la familia parecía contenta de estar de nuevo reunida. Itachi, Kohana y Kenta fueron recibidos calurosamente y rápidamente se percataron de la ausencia de Sakura.
–¿Dónde está la tía Sakura? –preguntó inocentemente Kenta.
De repente se hizo un silencio incómodo. Itachi, quien tenía a Shouta en brazos, miró de reojo a su hermano pequeño.
–Hoy tenía que trabajar; lo siento, Kenta, seguro que tenía muchas ganas de verte también -respondió con una sonrisa que no le llegaba a los ojos y regalándole una cariñosa caricia a su sobrino.
-“Parece cansado” -pensó Itachi mientras seguía escrutándolo con mirada crítica.
La verdad es que había recibido una llamada alarmante de Hidan diciéndole que las cosas se habían vuelto a poner bastante feas entre Sasuke y Sakura, y que por eso Pain había dicho que cuando volvieran Konan y él entonces se llevarían a Shouta. Y eso era dentro de muy poco. Tendría que tener una conversación seria con su tonto hermano pequeño porque al parecer todo aquello estaba pasando por la inoportuna aparición de otra mujer interesada en él. ¡Maldición! Justo cuando se había solucionado lo de Karin ahora ocurría esto. Siempre había sabido que su hermano iba a tener problemas con las mujeres en su vida debido al don de la belleza con el que había nacido (a él también le había pasado lo mismo; antes de conocer a Kohana todo el asunto le había valido varios dolores de cabeza).
Así que cuando terminaron de cenar, Itachi le propuso salir a la terraza un rato a hablar. Sasuke le miró con una ceja levantada, sopesando la invitación pero finalmente suspiró, rindiéndose a hablar sobre el asunto con su hermano.
-Las cosas están feas otra vez, ¿no? -preguntó el mayor con un poco de burla una vez llegaron a la terraza.
-No hace falta que te responda a eso, ¿verdad? -respondió Sasuke colocándose a su lado sin mirarle.
-Mira, hermanito -comenzó a hablar Itachi- Está bien relajarte y alegrarte al haber encontrado a alguien parecido a ti, pero cuando ese alguien es del mismo sexo que tu pareja y te tomas demasiadas confianzas entonces la cosa se tuerce, como lo que está pasando ahora con Sakura y contigo. Es lo que tienen los celos de una mujer -explicó suspirando, recordando sus anteriores experiencias.
-Otra vez Megan, ¿no es así? -respondió molesto Sasuke- Todo el mundo me advierte sobre ella, todos están en contra de ella, cuando yo solo veo a una compañera competente e inteligente con la que pasar el rato y hablar de nuestros intereses comunes. No entiendo toda esta escena en la que parece no haber ninguna confianza -dijo Sasuke pasando una mano por su pelo en un gesto desesperado.
-¿Es que no lo ves? No te están advirtiendo por algo que hayas hecho o que puedas hacer, sino te están advirtiendo de lo que pueda intentar Megan contigo. No es que no confíen en ti; no confían en ella. Lo mismo pasa con Sakura: lo único que quiere es que la escuches y te pongas un poco más alerta de las acciones de Megan. Lo que pasa es que eres muy cabezota y no entiendes a razones. Tienes que tener más cuidado con las mujeres, Sasuke; son capaces de lo que sea para conseguir lo que quieren, y más de las del tipo ambicioso como Megan -advirtió directamente Itachi, esta vez mirándole de frente.
-¿De verdad piensas eso? Megan es una mujer con valores y principios; no puedo creer que se deje llevar por las pasiones en cuestiones del trabajo. Así que déjalo -dijo tajante el pequeño, sin cesar en su convicción.
Itachi frunció el ceño- “Es que no te ve como trabajo, tonto, ese es el problema” -pensó en sus adentros- Por eso que acabas de decir ahora mismo es por lo que Sakura ya no puede ser ella misma cuando habláis. Siempre sales a la defensa de otra mujer en vez de pararte a pensar en si lo que está diciendo es cierto o no -dijo duramente, esta vez un poco más enfadado- Yo ya te he dicho lo que pienso y también te he dado la respuesta a tus problemas… Que sigas mis consejos es tu decisión. Elige bien, porque a lo mejor no vuelves a tener otra oportunidad -terminó de decir dándose la vuelta para entrar de nuevo a la casa tras echarle una rígida mirada a Sasuke.
El susodicho se quedó mirando al vacío, pesando. Quizá lo que le había dicho su hermano era cierto. Si todos le advertían sobre Megan es que se habían dado cuenta de algo o se habían enterado de sus intenciones… Pero es que no podía pensar así sobre ella; durante esos meses que habían estado trabajando juntos había disfrutado de su compañía y había descubierto a una mujer espontánea y divertida, nada de farsas y engaños ocultos. Si en el caso de que Megan hubiera malinterpretado su amabilidad y amistad por ella y tuviera sentimientos por él, simplemente la rechazaría y le pediría que siguieran siendo buenos amigos. Aunque él pensaba que si pasara eso ella ya le hubiera declarado sus sentimientos. El caso es que más que preocuparse por eso, le dolía mucho más su relación con Sakura. A estas alturas de su vida y de su relación, no pensaba que pudiera amar a otra mujer que no fuera ella y estar en aquella situación lo estaba quedando sin fuerzas y esperanzas. Sakura se estaba comportando de una manera tan fría que era difícil tratar con ella y eso lo estaba destruyendo por dentro. ¿Dónde estaban sus hermosas y cálidas sonrisas? ¿Sus alegres y enérgicos abrazos? ¿Su dulce voz susurrándole por las noches? ¿Sus disparatados y divertidos planes? ¿Adónde se habían ido?…
Sasuke apretó sus puños con decisión y miró al cielo nocturno con los ojos bien abiertos. No sabía adonde habían ido esos buenos momentos pero los iba a traer de vuelta.
Costase lo que costase.
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Sakura se encontraba haciendo la compra en un supermercado cercano al apartamento. En el carrito se encontraba Shouta jugueteando con los productos que Sakura iba echando. Algunas personas se la quedaban mirando al reconocerla pero ella no parecía reparar en ello y seguía con lo suyo sin ser molestada. Hasta que una persona que iba a coger el mismo tomate que ella hizo que levantara la mirada.
-Son los preferidos de Sasuke, ¿no? -dijo aquella persona examinando el vegetal en su mano.
-Karin -soltó un tanto anonadada Sakura. La miró unos instantes y después asintió. Su relación había mejorado lo bastante como para poder soportarse mutuamente ya que desde que Sasuke le dijo que la pelirroja estaba saliendo con su abogado Suigetsu se relajó bastante. Aunque seguían sin llevarse bien.
Karin le devolvió el tomate y con una mirada seria dijo-: Tengo que hablar contigo -se ajustó sus gafas antes de cruzarse de brazos.
-Termino ahora mismo -aceptó Sakura cogiendo rápidamente algunos tomates.
Karin sonrió levemente ante la acción de la pelirrosa. Bueno, podía entenderla. Ella también tenía a alguien a quien amaba.
Diez minutos después ya se encontraban en un parque en el que dejaron a Shouta total libertad para jugar con otros niños mientras ellas hablaban en un banco cercano a los juegos.
Permanecieron en silencio unos instantes; Sakura pensando en lo que le querría decir Karin y ésta preguntándose porqué estaba haciendo esto por la “pelo chicle”.
-Así que sigues consintiéndole a pesar de que se deja hacer con otra mujer -comenzó a decir Karin, mirándola de reojo.
-¡No! No… -respondió inmediatamente Sakura- Sasuke no se está dejando… Es esa mujer que no le deja ni a luz ni a sombra; él sólo está siendo amable con ella, él… Él sólo está contento de haber encontrado a alguien con quien hablar de cosas en común, y lo entiendo… Lo entiendo, pero no sé porqué tengo tan poca confianza… -explicó Sakura con los ojos anegados de lágrimas.
-Mira, sé que vuestra relación no es mi problema pero Sasuke sigue siendo un buen amigo y tú eres quien lo hace feliz, así que si puedo ayudar te diré todo lo que sé -dijo Karin con un pequeño sonrojo, avergonzada por haber hecho una alianza con su ex-rival.
Sakura la miró sorprendida. Karin carraspeó para prepararse y contarle todo lo que vio y escuchó la otra noche en la convención empresarial. La ojiverde la escuchaba atentamente y procesaba lo mejor que podía toda la información.
-Como te dije en un principio, esta tía es muy peligrosa. Creo que va a por todas con Sasuke y no sé lo que será capaz de hacer para conseguirlo. Ahora más que nunca es cuando tienes que confiar en Sasuke ya que Megan se expondrá si ve que no puede contigo -animó Karin mirándola con convicción- Aunque no sé porqué, en el fondo, pienso que Megan esconde algo que la retendría de hacer lo que está haciendo… -añadió en un tono un poco más bajo.
-Gracias, Karin -agradeció con la primera sonrisa sincera hacia la pelirroja.
-N-No lo estoy haciendo por ti, ¡para que lo sepas! -inquirió sonrojada la otra, haciendo que la sonrisa de Sakura se expandiera.
Con las palabras de Karin, todas sus dudas sobre confiar en Sasuke se habían desvanecido. Claro que toda esta situación de incertidumbre era causada por Megan y ella no podía reprimir sus celos cuando Sasuke estaba delante. Pero ahora que lo entendía era hora de arreglar de una vez por todas las cosas con el pelinegro.
Se levantó de un salto del banco sorprendiendo a Karin y se dio la vuelta para mirarla aun sonriendo.
-¡Vamos! Shouta tiene que merendar, ¿te vienes a tomar un helado con nosotros? ¡Invito yo! -sugirió alegremente.
-¿Ah? Etto… S-Sí, ya que invitas tú no voy a decir que no -contestó levantándose con los brazos cruzados.
-¡Yaaaaaay! -gritó Shouta al escuchar “helado”. Se acercó rápidamente y abrazó las piernas de Karin. Levantó la cabecita entre sus piernas y le regaló una gran sonrisa. Karin lo miraba emocionada y anonadada. ¡Era tan lindo!
Sakura lo puso en los brazos de Karin y comenzó a caminar con las bolsas de la compra hacia la heladería.
¿Debería hacer zumo de tomate al llegar a casa?
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Sasuke andaba por uno de los parques del centro de Tokio tras haber terminado su rutina de ejercicio. Llamó con un silbido a Orus para que dejara de juguetear y se acercara. El gran canino se acercó rápidamente con la lengua fuera, contento. Sasuke se inclinó (ya que no hacía falta agacharse por la alta altura del perro) y le acarició entre las orejas mientras le daba una chuchería que tanto le gustaba como recompensa por haberle acompañado a correr. Después se dio la vuelta y miró el cielo; el sol ya se estaba poniendo aun siendo las nueve y media de la noche. El verano hacía los días más largos, cosa que a Sasuke no le gustaba en aquellos momentos.
Suspiró y comenzó a caminar hacia la salida del parque para volver a casa. Orus seguía a su dueño de la correa satisfecho ya por el resto del día. Sacó su móvil del bolsillo del pantalón y vio que tenía un mensaje de Sakura. Éste le decía que Sasori la había invitado a cenar para presentarle a una persona y que ésta quería conocer a Shouta, así que se irían los dos y que no volverían muy tarde. Respondió el mensaje con un “Vale, divertíos” y se puso a pensar en el cambio de actitud de Sakura en aquellos días.
Una tarde hace unos días, cuando llegó a casa, lo recibió con una sonrisa más animada y le dijo que había hecho zumo de tomate. Él se quedó un poco perplejo ante el evidente esfuerzo de Sakura de ir volviendo a su correcto camino. En ese momento se le vinieron a la cabeza las palabras de Itachi y les dio la importancia que realmente tenían. Él también pondría de su parte para que su relación funcionase. Entonces se dejó llevar y ambos se dieron cuenta de que no les costaba volver a ser como antes entre los dos si se olvidaban de los problemas que los acechaban. Aquella noche cenaron con Shouta como solían hacer y cuando durmieron al pequeño se quedaron viendo una película. Hacer el amor a altas horas de la madrugada se sintió como si hubieran vuelto a su primera vez en aquella especial Navidad en Sapporo. Desde entonces no hablaban de nada que pudiera perjudicar aquel pequeño oasis de tranquilidad que se había formado, pero ambos sabían que algún día (muy cercano) debían resolver sus problemas. Mientras tanto iban a disfrutar el uno del otro ya que se lo merecían después de tanto descontrol.
Con estos pensamientos en su cabeza llegó a su coche y cuando estuvo a punto de subirse, una voz bastante conocida lo retuvo.
-Megan -respondió él.
No la había visto desde hacía una semana y ahora que estaba delante de ella veía que no estaba bien. Estaba más pálida de lo normal y unas leves pero visibles ojeras decoraban sus ojos, como si no hubiera dormido bien varios días.
-¿Crees que podrías invitarme a otra taza de café? -preguntó con una sonrisa lastimera y voz rota.
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Mientras tomaba la caliente taza de café, Megan se dio cuenta de que aquellos días extenuantes pensando día y noche en lo que estaba concienciada en hacer le estaban pasando factura. Pero por fin tenía la oportunidad perfecta. Sabía que lo que iba a hacer no estaba para nada bien, pero… el dolor en su interior era más fuerte que su conciencia.
Sasuke bebía tranquilamente de su taza al tiempo que pensaba en cómo preguntarle a Megan sobre lo que estaba pasando. Se recargó sobre el sofá y decidió resolver el asunto de Megan; le preguntaría por sus sentimientos y si tenía intención de hacer algo de lo que él no tenía conocimiento. Esperaba que su hermano, Sakura y los demás no tuvieran la razón. La miró y sintió un poco de culpabilidad de pensar eso; quizá no era el momento oportuno para hacerlo pero su relación estaba por delante de todo lo demás.
-Megan, querría preguntarte algo -comenzó a decir Sasuke dejando la taza en la mesa.
La chica no despegó su mirada de la taza.
-Yo… Bueno, sabes que mi relación con Sakura no está bien ahora mismo y con lo que ha pasado con su padre ella me necesitaba y yo no he estado para ella como debería; sin embargo, tú has estado ahí sin preguntarte y he podido contar contigo para todo, y creo que eso ha hecho mella en ella. Quizás pienses que sus celos son estúpidos y que no debería tenerlos, o quizá no… Por eso, quiero preguntarte: ¿tiene ella razón? Confío en ti Megan, pero ellos no, es por ello que quiero que seas sincera conmigo. ¿Cuáles son tus sentimientos, Megan?
Megan, quien no lo había mirado ni un momento, levantó su mirada. Miró a Sasuke sin ninguna expresión, observándolo. Llevaba el pelo un poco húmedo por la ducha que se había dado al llegar a casa, momento que ella había aprovechado para preparar el café y verter en la taza de Sasuke una droga incolora, insípida e inodora que le haría quedar en una somnolencia profunda que no le permitía saber qué estaba pasando pero lo dejaba lo bastante consciente para moverse. En aquellos momentos todavía no le hacía efecto pero faltaba poco.
-¿Megan? -preguntó Sasuke, esperando a que la morena respondiese.
Pero sintió cómo su vista se nublaba y su mente se quedaba en blanco. Se inclinó hacia delante con un gemido y una mano en la cabeza. Megan sonrió levemente antes de cambiar su expresión a una de preocupación.
-¡Sasuke! ¿Estás bien? ¿Traigo agua? ¿Algún medicamento? -preguntó con voz automáticamente preocupada.
-No… No, sólo será el cansancio de haber hecho demasiado ejercicio. Sólo necesito descansar un poco… -respondió a duras penas recostándose en el sofá mientras que iba perdiendo poco a poco la conciencia.
-Te llevaré a la cama -dijo Megan, aunque sabía que el pelinegro ya no le escuchaba y estaría perdido en el mundo de los sueños.
Cargó a Sasuke pasando un brazo por su cintura y pasó uno de sus brazos por sus hombros. El chico se movía de forma mecánica y tampoco tuvo que hacer mucho esfuerzo para guiarle. Cuando llegaron lo recostó sobre la cama y le observó unos instantes antes de empezar a desvestirlo. Quería besarle y lo besó. Sasuke le devolvió el beso de manera automática. Cuando se quedaron sin aire, Megan pasó a darle pequeños besos por el cuello mientras se deshacía de la camisa de Sasuke. Entonces, el chico comenzó a reaccionar en su sueño y comenzó a acariciarla también. Megan se sorprendió un poco; no tenía llegar tan lejos con él pero si se lo permitía entonces no había ningún problema. Se dejó llevar y pronto la ropa decoraba el suelo de la habitación y los suspiros y gemidos retumbaban en las paredes de la habitación.
Megan se encontraba debajo de Sasuke, esperando a que éste la penetrase pero antes de eso se detuvo a acariciarle la cara adormecida y sin emociones del chico.
-Sasuke -susurró Megan sumida en su propio sueño.
-Sakura… -dijo Sasuke con ternura.
Ese fue el momento en que tuvo que despertar del sueño. Megan se lo quedó mirando con tristeza; no podía hacerlo con él si pensaba que ella era Sakura. Por mucho que le doliera, la pelirrosa estaba grabada a fuego en la mente de Sasuke.
Empujó levemente a Sasuke para que cayera en el colchón e hizo que se relajara para que durmiera completamente. Podría darse por vencida con un rechazo indirecto como ese pero no podía, no de nuevo. Así que se tumbó a su lado y esperó a caer en la inconsciencia.
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Sakura conducía tranquilamente por la avenida central de Tokio de vuelta a casa. En el asiento trasero, Shouta dormía plácidamente en su sillita. Estaba muy contenta tanto por la agradable cena que habían tenido como por Sasori. No sabía a lo que se refería cuando la invitó a cenar porque iba a presentarle a alguien, pero cuando lo vio sentado con una preciosa chica en el restaurante no pudo evitar sentirse emocionada. Desde que el pelirrojo se le declaró había estado muy preocupada de que no se interesase por otras chicas, ya que había estado enamorado de ella muchos años. Sin embargo, esa preocupación se fue de inmediato cuando vio las miradas de complicidad y ternura que se intercambiaban Rie y Sasori. Hablaron animadamente mientras Rie caía ante los encantos de un Shouta muy contento por conocer a alguien nuevo, y descubrió que la chica era muy lanzada y cariñosa, además de alegre y divertida. Se veía desde lejos que estaba enamorada hasta las trancas de Sasori y el chico no hacía otra cosa que sonrojarse cada vez que Rie hablaba de él y le rozaba con el brazo o le hacía alguna broma, pareciendo un adolescente en su primera cita. Tan inocente y lindo. Cuando terminaron y se despidieron (con la promesa de verse pronto de nuevo ya que Rie quería jugar otra vez con “kawaii Shoutan”, como lo había llamado la modelo) y le pidió que cuidara de Sasori mucho y que fueran felices. Les dio un abrazo a la vez a los dos y observó cómo se alejaban cogidos de la mano. En algún momento se dieron la vuelta para despedirse de nuevo, siendo correspondido por un pequeño grito de despedida de Shouta. Se dieron un pequeño beso antes de desaparecer por una esquina, abrazados.
Le alegraba que Sasori hubiera encontrado el amor y ella se sintió con fuerzas renovadas para enfrentarse con Sasuke y la recuperación de su relación que estaba en proceso. Aparcó y sacó cuidadosamente a Shouta del coche. Lo sujetó con un brazo mientras que con el otro abría la puerta del portón. Subió en el ascensor mientras pensaba en si el pelinegro estaría ya dormido. Salió del ascensor y llegó a la puerta de entrada, que sin mucho esfuerzo pudo abrir.
Cuando entró lo primero que vio es que las luces estaban encendidas y dos tazas de café estaban sobre la mesa. No sabía porqué pero aquello no le daba ninguna buena sensación. Dejó su bolso en un sillón y se internó en el pasillo, oscuro. Vio que la puerta de la habitación estaba cerrada. Sintió cómo se le aceleraba el corazón y su respiración se hacía más pesada. Decidió dejar primero a Shouta en la cuna y vio que Orus estaba allí, dormido. Sin despertar a ninguno de los dos, salió de la habitación cerrando la puerta esta vez. Acto seguido se acercó a la puerta de la habitación principal y no quería creer lo que sabía (muy en el fondo) que se iba a encontrar allí dentro. ¿Sino por qué estaba la puerta cerrada cuando siempre la dejaba abierta desde que salían juntos? Quizá se estaba volviendo loca, pero sus presentimientos casi nunca fallaban. Y quiso que fallaran por una vez cuando abrió la puerta.
Allí estaban. Megan y Sasuke se encontraban desnudos, durmiendo uno al lado del otro.
-¿Qué…? ¡¿Qué se supone que es esto?!
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