-Le pedí que se quedara con Shouta hasta que volviéramos. Era la única persona con la que estaba en ese momento y no podía perder más tiempo –explicó el pelinegro, acercándose a Megan para despertarla. No se fijó en el ceño fruncido de la pelirrosa.
Ella se quedó en silencio mientras miraba cómo Sasuke la despertaba con cuidado, sin perder ni un movimiento de Megan, ni tampoco lo brillante que se pusieron sus ojos al ver al pelinegro. No sabía si era por la depresión que traía consigo del hospital o por los celos que se estaban mezclando con otros sentimientos también deprimentes, que cuando la morena se acercó con cara lastimera a darle ánimos por lo de su padre ella sólo asintió y preguntó con voz indiferente:
-¿Dónde está Shouta?
-Eh… Hace tiempo que se durmió así que lo dejé en su cuna –respondió Megan un poco sorprendida por el cambio que había dado aquella alegre y carismática pelirrosa.
Y Sakura, sin ni siquiera hablarle ni mirarle, volvió a asentir y comenzó a andar hacia la habitación del pequeño. Sólo quería irse de allí y dejar de ver el coqueteo que Megan se traía con Sasuke.
-Lo siento, Megan –se disculpó Sasuke cuando Sakura desapareció de su vista- No se encuentra muy bien y lo que necesita ahora es descansar.
-Lo entiendo, no te preocupes –respondió con una leve sonrisa. Aunque a ella le había parecido algo más que cansancio- Cuenta conmigo para lo que quieras –se ofreció dándole un apretón cariñoso en el brazo.
-Gracias –dijo Sasuke un tanto aliviado por poder depender de alguien tan confiable en aquellos momentos.
Cuando Megan se fue del apartamento, Sasuke se dispuso a buscar a Sakura para acompañarla a la cama. La encontró en el cuarto de Shouta, a oscuras, mirando al tranquilo bebé. Se acercó a ella, sorteando a un repanchingado Orus, y la atrajo hacia sí.
-Venga, vamos a dormir –le susurró Sasuke al oído.
-¿Qué hacía ella aquí? –preguntó Sakura ignorando a Sasuke. El tono de voz confundió a Sasuke.
-Bueno, la invité a tomar un café en casa porque tenía que darle de comer a Shouta. Nos encontramos por casualidad en la calle y… -comenzó a explicar Sasuke sin saber el motivo de por qué Sakura estaba a la defensiva.
-Sí, ya claro, por casualidad –interrumpió la chica deshaciéndose de su abrazo.
-¿Se puede saber qué te pasa? –preguntó el pelinegro un poco molesto por la actitud de Sakura.
-Nada, sólo que no me parece que sea una mujer de casualidades –respondió tajante mientras salía del cuarto.
Sasuke se quedó sin palabras. No lo entendía. No entendía nada de lo que estaba pasando. ¿Por qué hablaba de esa manera de Megan? Suspiró. No debería darle mucha importancia a aquel episodio. Después de todo, Sakura no estaba bien en aquellos momentos…
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El siguiente mes fue un mes muy duro. Sakura se tiraba las horas y los días en el hospital y Sasuke, al ver que no podía hacer nada más por ella que cuidarla todo lo que podía, se pasaba el día trabajando en la empresa y cuidando a Shouta. Todo ello provocó una pequeña pero profunda separación de la pareja, añadiéndole los grandes esfuerzos que hacía Megan por captar la atención del pelinegro.
Las discusiones se sucedían un día sí y otro también; iban aumentando en voces y acusaciones, y parecía como si hubieran vuelto a ser los dos compañeros de piso que se odiaban. El pequeño Shouta percibía aquel ambiente y se pasaba casi todo el tiempo llorando; Orus ya no disfrutaba tanto de sus paseos porque él y Sasuke no salían con Sakura y Shouta.
Megan por su parte intentaba hacerse cargo de Shouta todas las veces que pudiera, ya que los padres de Sasuke cuidaban y acompañaban a la madre de Sakura. Sabía que estaba mal aprovecharse de la situación pero ella también lo había pasado muy mal en épocas pasadas y ya no quería volver a repetirlo.
Todo parecía haberse descontrolado.
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Sasuke abrió la puerta del apartamento y se encontró, sorprendentemente, con las luces encendidas y a Sakura sentada en el sofá.
-¿Sakura? No esperaba que vinieras hasta mañana por la tarde –dijo Sasuke con tono interrogante mientras se deshacía de la chaqueta.
-Ya veo. Por eso aprovechas para salir de copas –inquirió la pelirrosa con tono mordaz. Sus brazos cruzados bajo su pecho mostraban su indignación. Sasuke frunció el ceño, sintiéndose víctima de la situación. Pero antes de protestar siquiera, Sakura preguntó-: ¿Y Shouta? –levantándose del sofá.
-Con mis padres. Tenían ganas de verle y no les parecía un inconveniente quedarse con él –respondió él fríamente. Parecía que iban a tener otra discusión aquella noche también.
-Muy bien, Sasuke. ¡Simplemente perfecto! –exclamó Sakura asintiendo exageradamente, viéndose claramente sarcástica- Sabiendo en la situación que estamos, tú te lo pasas en grande y yo mientras en el hospital intentando hacer lo posible para que mi padre despierte, y aun así haces que tus padres y mi madre tengan que cuidar de Shouta cuando lo que tienen que hacer es cuidarse ellos mismos en estos momentos –acusó la pelirrosa enfadada.
-Te estoy diciendo que ellos estaban de acuerdo –se defendió el pelinegro intentando controlar su enojo- Decidí que estaría bien relajarme y desconectar un poco de todo esto –explicó haciendo énfasis en la parte que hacía referencia a todo lo que habían pasado en el último mes y medio.
-¡Pues no lo está! ¡No está para nada bien! ¡No mientras yo estoy todo el puñetero día trabajando! –gritó Sakura, muy alterada.
-¡Pues no trabajes! ¡Me he pasado días pidiéndote que descansaras y no me has hecho ni puto caso! ¡No tienes derecho a decirme que tengo que hacer! ¡Parece que no ves que lo estoy pasando igual o peor que tú! –gritó en respuesta Sasuke.
-¡No, no lo veo! ¡Porque tu padre no es el que está en coma! ¡Porque crees que es mejor salir a divertirte con tu nueva amiga Megan! –replicó en respuesta, visiblemente trastornada.
Ahí estaba de nuevo. Sasuke sentía que hervía por dentro. Megan había protagonizado muchas de sus peleas y Sasuke no entendía los celos que Sakura sentía por ella, cuando los estaba ayudando tanto.
-¡Basta! –exclamó Sasuke antes de que Sakura siguiera- Ya ha sido suficiente; no quiero escuchar nada más –espetó controlando su tono de voz, pasando a un lado de Sakura, evitándola.
-¡Sasuke! –escuchó finalmente antes de dar un portazo y encerrarse en su habitación.
Se quedó apoyado en la puerta, escuchando a Sakura moverse por el apartamento. Por último, escuchó una puerta cerrarse. El apartamento se quedó en silencio.
Eran las dos y media de la madrugada cuando Sakura se fue.
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Sakura se levantó sobresaltada. Miró a su alrededor y no reconoció la habitación en la que estaba. Pero no pareció importarle y decidió volver a tumbarse para pensar las cosas con calma. Y entonces recordó todo lo ocurrido la noche anterior y cómo llegó a casa de los padres de Sasuke con un deseo ferviente de ver a Shouta y ser consolada en su desesperación. Ese consuelo se lo brindó su madre, quién por primera vez en mucho tiempo, había dormido con ella como hacía cuando era pequeña y no podía dormir o tenía miedo. Giró la cabeza y se encontró con el rostro dormido de su madre, también un poco húmedo. Ella necesitaba de su consuelo también, pensó.
Tenía planeado quedarse con su madre en la cama hasta que se despertase pero el tono de llamada de su móvil hizo que se levantara.
-¿Diga? –preguntó nada más descolgar, cosa que la hizo arrepentirse ya que si fuera Sasuke, la situación se pondría peor.
-Sakura –la potente y autoritaria voz de Tsunade retumbó en sus oídos. La pelirrosa casi suspira del alivio- Ven inmediatamente al hospital. Tu padre ha despertado.
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Todos los que había acudido un mes y medio antes se reunieron de nuevo en el hospital, incluido Sasuke, quien había recibido la noticia por parte de su madre tras una noche sin poder dormir.
Cuando llegó, Sakura había sido la única a la que habían dejado pasar antes que cualquier otro. Rápidamente se ganó una mirada reprobatoria de su madre, quien lo cogió de un brazo y lo apartó del grupo antes de que pudiera saludar. Ella le hizo saber que Sakura se había presentado a las tantas de la madrugada en su casa con un aspecto horroroso, y que ella no les había contado nada de lo que había pasado pero intuían que las cosas no estaban bien entre ellos. Sasuke no replicó ni dijo ni una sola palabra en contra de lo que decía su madre; sin embargo, asintió cuando ésta expresó su deseo de que hicieran las paces, ya que todo estaba volviendo a normalidad por fin. Después de todo, y aun después de todos aquellas broncas y peleas, seguía amándola con todo su ser, y las culpas por su comportamiento (el de ambos) se las achacaba a la situación que estaban viviendo en general.
Aunque aquellos sentimientos no pudieron hacer nada ante la inquietud y el malestar que le provocó la visión de Sakura saliendo de la habitación de su padre. No sabía cómo enfrentarla.
-Ya podéis pasar. Todavía está débil y necesitará quedarse un tiempo más en observación, pero está fuera de peligro –explicó con la sonrisa más sincera que había mostrado en aquel mes.
Todos soltaron exclamaciones de alegría y la madre de Sakura se tiró en sus brazos llorando, y dándole las gracias. Como la última vez, Sasuke esperó a que todos los presentes terminaran de hablar con Sakura, aunque esta vez se topó con unas miradas amenazantes de Juugo y Sasori antes de ser arrastrados por Naruto al interior de la habitación. Nota mental: darle las gracias al dobe.
Y entonces sus ojos se encontraron. Sasuke se acercó y Sakura le dio la espalda, contemplando desde el marco de la puerta las sonrisas que le regalaban todos a su padre. Sasuke se paró a su lado.
-Me alegro de que tu padre esté bien. Has hecho un buen trabajo –dijo Sasuke.
-Gracias –respondió automáticamente Sakura.
Un incómodo silencio se instaló entre ellos.
-Siento lo de anoche. Tenías razón; no debería haberlo hecho –se disculpó el pelinegro, sin mirarla.
-Y yo siento no hacerte caso cuando intentas cuidar de mí –se disculpó a su vez la pelirrosa.
En ese momento, el padre de Sakura se dio cuenta de la presencia de Sasuke en la puerta y le dedicó un gesto de saludo junto con una de sus sonrisas bonachonas. Entre sus brazos, Shouta aplaudía contento mientras reía.
-Nee… Volvamos a casa después, ¿vale? –dijo Sasuke mientras respondía al saludo de su suegro con otro gesto y una media sonrisa.
-Vale –aceptó Sakura.
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Sin embargo, aquella aparente reconciliación en el hospital no cambió mucho las cosas. Llegó el día de la boda de Naruto e Hinata, y la situación entre sus mejores amigos no había mejorado.
Aun cuando trataban de simular su felicidad, se veía claramente que lo estaban haciendo a la fuerza. Por otro lado, Naruto e Hinata decidieron disfrutar de aquel inolvidable día que no se volvería a repetir. Así que cuando Naruto se colocó en el altar al lado de Sasuke, pasó por alto la tristeza que se ocultaba profundamente en los ojos ónix de su amigo cuando le sonrió; así como cuando Hinata llegó al altar con su padre, enfundada en un maravilloso traje de novia de corte princesa, y Sakura le dedicó una mirada de emoción que trataba de ocultar su cansancio.
La ceremonia se realizó al aire libre, en un parque privado que habían alquilado y decorado para la ocasión, y que todo el mundo elogió con fruición. En el momento en que los novios tuvieron que jurar los votos matrimoniales, los invitados pudieron respirar el aire veraniego perfumado de olores florales que se esparcían por todo el lugar, imprimiendo al momento un toque de cuento de hadas.
-Puedes besar a la novia.
Y con esas palabras, Naruto e Hinata unieron de manera oficial sus vidas con un tierno beso (que después se intensificó, sorpresivamente, por un arrebato de emoción por parte de la tímida Hyuuga; todos los presentes vitorearon el atrevido acto ante las medio avergonzadas pero felices sonrisas de sus padres.)
Después de aquello, se guió a los invitados a que tomaran un aperitivo mientras los novios finalizaban con el papeleo del matrimonio. Se respiraba un ambiente festivo cuando la pareja llegó para dar comienzo a la comida. Ellos se sentaron en la mesa acompañados por sus respectivos padres, y Sasuke y Sakura cada uno cerca de uno de los novios. Estar separado durante la comida favoreció a que se aliviara un poco la tensión entre ellos. Shouta, que también estaba presente, se había quedado al cuidado de Mikoto y Fugaku, quienes no dejaban de alardear sobre su “nieto”. Los padres de Sakura no pudieron acudir debido a la todavía delicada condición de su padre. Aun así la pelirrosa no dejó de enviarle fotos y vídeos a su madre para que no se perdieran nada.
Pronto llegó la hora de los discursos de los novios y los padres y amigos de éstos. Las palabras dichas provocaron lágrimas de emoción, alegría, ánimo e incluso algunas risas, en el caso de Naruto. Cortaron la enorme tarta de novios y los nuevo señores Namikaze inauguraron el baile con un bonito vals, en el que compartieron cariñosas caricias, besos y sonrisas bajo la radiante mirada de los invitados. Cuando la música de actualidad comenzó a escucharse, Hinata reunió a todas las chicas solteras y no casadas de entre los invitados y las dispuso tras ella para realizar la recogida del ramo de la novia. Todas estaban ansiosas por ser capaces de conseguirlo y ver si era cierto que sería la siguiente en casarse. Sakura se encontró arrastrada en todo aquel meollo aun no teniendo el ánimo muy arriba para aquellas cosas; y así fue cómo el ramo llegó a sus manos sin ni siquiera haber hecho algún esfuerzo. Ella, sorprendida, miraba el bonito ramo mientras las demás la felicitaban y le gritaban provocaciones a modo de arenga.
-Te lo dije. Y el ramo no miente –inquirió Naruto a Sasuke mientras bebían una copa en la barra del bar.
-Seguro que tú e Hinata ya lo habíais planeado, dobe –respondió el pelinegro con una cierta burla que escondía cierto resquemor.
-Ey, no empieces otra vez con excusas. Vamos a empezar a creer que no te quieres casar con Saura –soltó el rubio sin haber medido sus palabras. Sabía de la situación de sus dos mejores amigos y aun así se dejó llevar por el alcohol que empezaba a hacer efecto.
Sasuke no dijo nada; sólo se limitó a seguir bebiendo y a mirar hacia donde estaba Sakura como si no la viera. Naruto decidió olvidar aquel momento de la conversación y cambiar de tema, pero aquella mirada rota y desolada de su amigo no lo dejó descansar hasta que se metió en el avión que lo llevaría a su espléndida luna de miel con su flamante esposa…
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