Resumen
2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.
Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.
Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…
Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…
Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.
Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.
Parejas que aparecerán en esta historia:
-SasuSaku (Pareja principal)
-NaruHina
-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)
-PainKon (Pain y Konan)
-SuiKa (Suigetsu y Karin)
-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)
-SasoSaku (Sasori y Sakura)
-JuuSaku (Juugo y Sakura)
jueves, 25 de diciembre de 2014
"¡Un problemón muy llorón!" <> CAPÍTULO ESPECIAL: PRIMEROS PASOS (LEMON)
El pequeño no dejaba de reírse cada vez que lo montaban en una atracción para niños pequeños y los dos adultos no podían hacer otra cosa que sonreír ante la felicidad del pequeño. A la hora de comer, dejaron que Shouta probara de la comida que habían pedido, a pequeños mordiscos, además de su rica papilla de pollo. El muy listillo no quería comer otra cosa que no fuera la “momida de mahore” (comida de mayores) como decía él cada vez que intentaban darle una cucharada de la papilla. Sakura, quien lo tenía cogido en brazos, se carcajeaba ante la cara de desesperación que Sasuke ponía cuando Shouta no quería comer la cucharada de papilla que él acercaba a su boquita. Al final tenían que poner pequeños pedazos de su comida en la papilla para engañarlo y se comiera todo.
-La próxima vez te encargas de darle la papilla tú –refunfuñaba Sasuke cuando terminaron de comer.
-Hai, hai, pero tienes que reconocer que ha sido gracioso –respondió con tono gracioso Sakura llevando el carrito de Shouta.
El resto del día se lo pasaron montándose en las otras atracciones infantiles que no habían probado y siendo procesados constantemente por la cámara de Sakura. La pelirrosa no dejaba de sacar fotos y de pedir a alguien que les hiciera alguna a los tres juntos (ese alguien siempre se controlaba para no preguntarle si se podía hacer la foto con ellos. Recordemos que Sasuke y Sakura son dos personas famosas en Japón, tanto por su trabajo como por la mediación que movían por cada cosa que ocurría en su vida). Para descansar un poco, pararon en un parque donde había más familias jugando con los niños. Dejaron a Shouta con varios bebés de su edad en el arenal para que se entretuviera y jugara con ellos. Sasuke y Sakura se sentaron en el banco que había en frente.
-Qué paliza –suspiró Sakura al sentarse.
-Te dije que escogiéramos otro sitio más tranquilo para pasar el día libre pero eres tan cabezota… -replicó Sasuke echándole un vistazo a su móvil por si tenía alguna notificación importante del trabajo.
-Jo… Pero mira lo bien que se lo está pasando Shou-chan –dijo con los mofletes hinchados por la molestia, como si fuera una niña pequeña. Shouta ayudaba a otros dos bebés a hacer una montaña de arena mientras sonreía ampliamente y sus ojos se iluminaban.
-Sí, tienes razón –concedió Sasuke observando con satisfacción la escena. Sintió como Sakura cogía su mano.
-Lo importante es que él esté feliz, ¿no crees? –dijo la pelirrosa mirándole con una sonrisa.
Sasuke la besó dulcemente como respuesta. Rodeó los hombros de Sakura con su brazo y la atrajo hacia sí. Miraron tranquilamente cómo Shouta jugaba felizmente con los otros, en silencio. Después de tantos meses con aquel pequeño, la parte paternal de ambos había ido haciéndose más grande y les había hecho pensar en serio en el hecho de adoptarlo oficialmente. Pero existía el problema de que ellos no estaban casados y tampoco querían apresurar las cosas, y si pasase algo en su relación (Kami-sama quiera que no) la situación se complicaría bastante. Por eso no estaban todavía seguros de ello; sin embargo, hasta entonces, cuidarían de él como si fuera su propio hijo.
-Mira –exclama sorprendida Sakura, reincorporándose en los brazos de Sasuke.
Sasuke ya lo veía. El pequeño Shouta había gateado sobre la arena hasta el borde del arenal más próximo a ellos. Movía su manita, saludándolos con su imborrable sonrisa. Acto seguido, dejó de mirarlos y posó sus manos en el borde, haciendo fuerza. Su cuerpito fue alzándose hasta que sus piernas estuvieron completamente estiradas. Luego intentó soltarse del borde pero perdió el equilibrio y solamente duró en pie unos segundos para después caer sobre su culito. Infló los mofletes en un gesto de molestia y volvió a intentarlo. Sasuke y Sakura se miraron en asombro pero después rieron. Se levantaron y se acercaron al pequeño. Shouta, que iba a caerse de nuevo, fue sujetado por Sakura por detrás.
-Vamos, Shou-chan, vamos a aprender a andar –dijo Sakura con una tierna sonrisa mientras lo alzaba en brazos para llevárselo a un terreno más plano y seguro del parque.
-¡Anda, anda, anda! –gritaba entusiasmado el pequeño dando palmaditas.
-Hmp –Sasuke sonrió divertido mientras le revolvía el pelo anaranjado al bebé.
Llegaron a la zona más próxima donde había hierba y Sakura lo posó sobre ella. Al instante Shouta hizo de nuevo un amago de ponerse de pie pero volvió a fracasar. Sasuke lo atrapó antes de que se golpeara con el suelo.
-Hey, ¿no puedes esperar aunque sea sólo un poco, pequeño? –inquirió con una carcajada mientras lo ponía de pie.
Sasuke le cogió las manitas y se levantó. Shouta quedó entre sus piernas, mirándole con curiosidad. El pelinegro tiró de sus brazos para arriba para que no perdiera la postura y después le sonrió.
-¡Shou-chan! –exclamó Sakura un poquito alejada de ellos, posicionada en cuclillas y extendiendo los brazos hacia el pequeño con la intención de que se acercase.
Al pequeño se le iluminaron los ojos y comenzó a mover su cuerpo, seguro de que esa vez no se caería gracias a la ayuda de “papá Sasuke”. Dio un primer paso tambaleante y cuando se aseguró de que lo estaba haciendo bien, continuó con la otra pierna. Sasuke iba avanzando con él intentando darle impulso para que no se quedara atrás. Las palabras alentadoras de “mamá Sakura” hacían que Shouta se esforzara mucho para llegar a ella, y cuando lo logró, recibió un enorme y amoroso abrazo de esos que le encantaba darle Sakura. El pelinegro le volvió a revolver el pelo como recompensa y el pequeño no pudo hacer otra cosa que reírse por lo que había conseguido.
El resto de la tarde se la pasaron enseñando a Shouta a andar. Aprendía a marchas forzadas, igual que pasó cuando aprendió a hablar, y eso era una ventaja, tanto para ellos como para el propio Shouta, que se sentía muy feliz por haber aprendido a hacer otra cosa nueva. Se sucedieron muchos tropezones pero allí estaban Sasuke y Sakura para ayudarle, y cuando empezó a andar sin su ayuda, los adultos se sintieron emocionados. Todavía le costaba un poquito mantener el equilibrio pero ya era capaz de dar más de cuatro pasos seguidos.
-Venga, ve con papá –dijo Sakura sujetando por la espalda al bebé.
El pequeño fijó su mirada en la figura acuclillada de Sasuke a unos cuantos pasos de ellos. El pelinegro esperaba con los brazos extendidos y le hizo señas con las manos para que comenzara a andar. Shouta sintió que la segura mano de Sakura lo soltaba con cuidado y lo primero que hizo fue intentar mantener el equilibrio. Lo consiguió y se preparó para dar el primer paso, y después el segundo, y así hasta que estuvo a solo dos pasos de Sasuke. Pero se tropezó un poquito y a punto estuvo de caerse; sin embargo, consiguió mantener la postura y mirando a Sasuke con determinación, dio los últimos pasos para después caer en los brazos del pelinegro. Sasuke, lleno de una emoción que pocas veces había sentido, lo alzó por el aire haciendo reír de felicidad al pequeño.
-¡Lo has hecho muy bien, campeón! –exclamó con orgullo Sasuke.
Sakura había estado grabando aquel importante momento y haciendo fotos, estando al punto de las lágrimas por la emoción que sentía. Se acercó a ellos y fue dejando varios besos por la carita de Shouta, haciendo que éste se riera por las cosquillitas.
Parecían una familia de verdad… ¿O se podría decir que lo eran?
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Pocos días después, la “familia” se encontraba pasando un tranquilo día de domingo en casa. Orus jugaba sobre la alfombra del salón con Shouta y sus juguetes; mientras, Sakura veía la televisión y Sasuke leía algunas cosas en su iPad. Algunas fotos que Sakura tomó en el parque de atracciones decoraban la estancia dando lugar a un ambiente más hogareño.
Cuando Sasuke terminó lo que estaba haciendo, se encontró con un archivo de vídeo que reconoció al instante. Lo seleccionó y acto seguido se reproducía aquel momento tan especial para él: el momento en que Shouta se esforzaba por dar esos siete pasos para llegar a él. Cuando sus pequeñas manos se agarraron a su camiseta y su mirada almendrada se levantó para sonreírle con esos pequeños dientes recién crecidos, el pelinegro experimentó las emociones propias de un padre y de las cuales, ya durante tanto tiempo, estaba comenzando a acostumbrarse.
Terminó de ver el vídeo y apagó el iPad. Shouta no había dejado de andar desde ese momento. Sakura y él tenían que estar pendientes de él porque si no lo hacían, desaparecía en un plis-plas. A veces hasta se lo encontraban de pie en la cuna intentando salir… Sasuke suspiró. Andar, que desde un principio había sido tan emocionante, se había convertido en una preocupación más en el cuidado del pequeño. Los padres de Sakura y los suyos se habían reído y se habían compadecido de ellos diciéndoles que ahora sabrían lo que tenían que pasar en esa situación tal y como lo pasaron ellos. Todo el mundo, pasando por Naruto e Hinata e incluso Pain y Konan (que pidieron el vídeo) hasta llegar a Itachi y Kohana, les decían lo mismo y ellos sólo tenían que tener paciencia y aguantar el cansancio.
Pero bueno, la alegría era mayor que los problemas y la actitud alegre y buena de Shouta ayudaba mucho. Dejó el iPad sobre la mesa baja del salón y se fijó en que el bebé se había quedado dormido otra vez sobre el cálido y grande estómago de Orus. Éste, a su vez, también dormía. Sasuke puso los ojos en blanco y se levantó del sillón. Decidió no despertarlo, ya que la alfombra era mullida y muy cómoda, pero sí que lo arropó con la mantita amarilla que llevaba su nombre bordado y que habían conservado. Se quedó observándolo unos instantes, con ojos tiernos.
-¿Otra vez se ha quedado dormido? A este niño le encanta echarse la siesta del burro –dijo Sakura desde el sofá con tono divertido.
Sasuke bufó divertido y se levantó. Dio unos pasos y se dejó caer el lado de Sakura sobre el sofá. La pelirrosa estaba viendo una de esas series policiacas americanas que le gustaban tanto. Sin embargo, Sasuke tenía ganas de hacer otra cosa con ella… y no incluía precisamente la televisión.
Se acercó lentamente a ella y extendió su brazo sobre el respaldo del lado del sofá donde estaba Sakura. La pelirrosa estaba tan metida en la serie que ni se dio cuenta. Frunció el ceño. Tendría que “intensificar” sus movimientos: rodeó la delgada cintura de Sakura con su otro brazo, atrayéndola hacia sí y así poder juguetear con su suave cuello.
-S-Sasuke, ¿qué haces? –preguntó un tanto sobresaltada pero con sus mejillas sonrojadas por lo bien que se sentían los pequeños besos del pelinegro en su clavícula y cuello.
-¿Mn? ¿Tú qué crees? –preguntó con una mirada sensual que dejó sin aliento a Sakura.
-Pe-pero estoy terminando de ver la… -se le fue el santo al cielo unos instantes al sentir los dientes de Sasuke darle un leve mordisco debajo de la mandíbula- …serie –terminó de decir con un suspiro.
Sasuke sonrió con altanería. Lo había conseguido-. Ya lo terminarás de ver más tarde… -dijo mientras cogía el mando y apagaba la televisión- Ahora quiero que me prestes atención a mí… y yo te la prestaré a ti, ¿sí? –dijo tentadoramente mientras se colocaba sobre ella y la engatusaba con besos.
Sakura, antes un poco contrariada por perderse su serie favorita, ahora no pensaba en otra cosa que no fueran los labios y manos de Sasuke-. Sí… -aceptó un tanto anhelante.
-Bien… -susurró con una sonrisa que a Sakura se le antojó súper sexy, y después la besó intensamente.
La chica enredó sus brazos rápidamente alrededor de su cuello y Sasuke no perdió tiempo en comenzar a deslizar sus manos por el interior de la camiseta de Sakura, quitándosela por el camino.
Cuando el calor entre ellos se hacía más palpable y los gemidos adquirían un tono más elevado, se escuchó un pequeño ruido. Ambos pararon inmediatamente y se dieron cuenta en la situación en la que estaban: medio desnudos en el sofá del salón, donde también se encontraban durmiendo Orus y Shouta a un escaso metro y medio de distancia. Orus había dejado escapar uno de sus ronquidos y el pequeño se había movido para colocarse en una postura más cómoda. Sasuke y Sakura suspiraron con alivio y después se miraron:
-¿Nos vamos a la habitación? –preguntó la pelirrosa un poco azorada.
-Sí, creo que va a ser lo mejor –afirmó el pelinegro un poco avergonzado por la poca discreción que había tenido.
Recogieron la ropa que ya había sido arrojada al suelo y caminaron rápidamente por el pasillo hasta llegar a la habitación principal. Sasuke cerró la puerta tras de sí.
-Creo que será mejor que dejemos la puerta entre abierta por si le pasa algo a Shouta –dijo un poco preocupada Sakura antes de ser capturada de nuevo por el perfecto cuerpo de Sasuke.
-No –dijo Sasuke escondido entre las hebras rosadas de la chica-. Ese bicho seguro que es capaz de entrar en la habitación si se despierta… Así procuraremos no llevarnos un susto y que él aprenda estas cosas a su debido tiempo –añadió con un tono impaciente, pensando en esa posibilidad.
Sakura se rió divertida de la preocupación de Sasuke y se dejó hacer. Con sus delgadas manos desabrochó el vaquero de Sasuke y lo deslizó por sus piernas. El pelinegro no había perdido el tiempo y ya se había encargado de la ropa interior de Sakura, teniendo vía libre para que sus dedos se colasen en su intimidad. Los gemidos de Sakura contra sus labios lo hacían enloquecer. Una vez desnudos, cayeron sobre la cama envueltos en caricias y besos.
-¿Te has tomado la píldora? –preguntó apresuradamente el chico apartándose un poco de ella, sintiendo quemarse por el delicado roce de los dedos de Sakura alrededor de su entrepierna.
-Hnsí –asintió entre gemidos.
-Perfecto –dijo sintiendo las manos de Sakura conducir su miembro a su entrada-. Aunque ya es un poco tarde para ser cuidadosos –susurró dibujando una sonrisa divertida a la vez que Sakura.
Sasuke la penetró y de una vez comenzó aquel juego de embestidas al que tanto le gustaba jugar a los dos. Aquel momento en el que ambos se dejaban llevar por la pasión y el deseo es algo que se volvía adictivo y que se habían encargado de recrearlo frecuentemente desde la primera vez que lo hicieron.
La pelirrosa se estaba dejando llevar esta vez por Sasuke y éste hacía todo lo posible para satisfacer a ambos. Se reincorporó sobre el cuerpo de Sakura y tomó con delicadeza sus piernas mientras seguía embistiéndola. Fue dejando una marca de saliva desde el talón hasta la parte baja del muslo, haciendo que la pelirrosa temblase de placer. Pero allí no acababa todo: Sasuke se sentía un tanto mórbido aquel día y quería terminar su sesión de sexo con Sakura yaciendo a cuatro patas bajo él.
-Quiero hacértelo por atrás –susurró insinuante en el oído-. Nee, Sakura…
-Mou, Sasuke-kun, eres un pervertido –respondió divertida, fingiendo molestia, pero accediendo a su pedido.
Se dio la vuelta y levantó su trasero, dejando contra el colchón apoyada su cabeza con los brazos extendidos y sus manos agarradas a las sábanas. Giró la cabeza y miró a Sasuke como un gatito juguetón que requería la atención de su amo.
-Joder… No te quiero decir que aprendo de la mejor porque después te vuelves muy molesta… Pero tengo que decirlo: eres la mejor en esto, molestia… -dijo mirando la obra maestra que tenía ante sus ojos sintiendo que se corría ahí mismo por la erótica visión.
Escuchó la sensual carcajada de Sakura y volvió a penetrarla. Las embestidas eran salvajes y divinas, cada una de ellas los acercaba más y más al cielo. El orgasmo se iba haciendo camino entre las entrañas de cada uno, alentado por los sonoros gemidos de los amantes, quemados por la pasión. Y las últimas embestidas fueron rápidas y certeras, dejando que cada uno se derritiera, fundiéndose en uno y…
La puerta de la habitación se abrió dejando paso a un enorme y alegre perro que se unió a ellos en la cama, haciendo que Sasuke se callera de ella.
-Pe-pero, qué demonios… -maldeció Sasuke apoyándose en la cama sin saber lo que había ocurrido.
-¡Shou-chan! –exclamó Sakura desde la cama siendo lamida en la cara por un contento Orus.
Sasuke miró a la puerta con los ojos muy abiertos, y allí se encontraba un sonriente Shouta de puntillas, todavía agarrado al pomo de la puerta. Sasuke suspiró.
Al final, ellos se llevaron el susto y Shouta vio algo que no debió haber visto, pero que de todas formas era demasiado pequeño como para comprenderlo.
Aquellos fueron los primeros pasos de Shouta hacia… ¿lo desconocido?
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