Nos encontramos en una lujosa consevención de prominentes empresarios en uno de los hoteles más prestigiosos de Tokio. Los invitados hablaban unos con otros mientras disfrutaban de un delicioso coctel en el salón más grande del edificio. Los temas sobre negocios triunfaban por doquier; aquellos que lo trataban intentaban hacer buenos tratos para el beneficio de la empresa. Por otro lado, estaban aquellos otros que sólo habían ido a socializar y a cotillear sobre los que no habían venido a aquella velada y entre los que destacaba el guapo y sensual Sasuke Uchiha. Todo el mundo sabía que estaba pasando una época dura con lo sucedido con el padre de su flamante pareja, Sakura Haruno. Aún así nadie perdió el tiempo y especuló sobre su relación como si fuera la cosa más interesante del mundo. Y por último, los había quiénes habían ido para divertirse y echarse algunas risas como ocurría con cierto rubio de pelo largo, que bromeaba y reía acompañado de un gran número de espectadores alrededor.
Deidara siempre había sido muy popular (dejando de lado su obsesión con las bombas podía llegar a ser bastante agradable) y había tenido más de una pareja pero siempre lo habían dejado a las semanas de empezar a salir porque el rubio perdía rápido el interés. ¨Cómo si lo hubiera tenido en algún momento¨, pensaba con indiferencia cuando rompía su relación. Y era cierto. Siempre había aceptado a cada mujer que se le había declarado pero él desde un principio no sentía nada por ninguna de ellas. Sólo esperaba que fuera divertido y poder encontrar eso que siempre había echado en falta: amor. Nunca había sido posible, claro; sino ya estaría casado felizmente como Hidan y Pain o estar en una pompa de continuo amor como el tonto de Naruto y el egocéntrico de Sasuke. Rió disimuladamente. Ah, no, que el Uchiha menor estaba pasando una grave crisis amorosa. Qué gracia.
En ese momento, mientras bebía de su copa para disimular su risa de los que le rodeaban, avistó al objeto de todos sus anhelos cruzando la sala. Sí, Megan Fletcher había entrado a pisotones en su corazón y no había manera de sacarla de allí. Y ahora viéndola con un hermoso traje azul noche de gala, su liso pelo corto y castaño y sus suntuosos andares, no podía hacer otra cosa que quedar hechizado. Se disculpó con sus acompañantes y se dispuso a seguirla entre la multitud. Apunto de alcanzarla, Hidan apareció de lo más inoportuno.
–Hey, me acaba de llamar Pain –dijo un tanto preocupado. Por su lado, Deidara lo esquivó y siguió su camino– ¡Deidara! ¿Qué haces? ¡Dice que volverá dentro de poco y se llevará a Shouta! –explicó alarmado mientras intentaba pararlo.
Deidara lo miró indiferente–. A lo mejor si les quitan al niño vuelven a estar acaramelados mientras se apoyan mútuamente ante la dolorosa situación. ¿Qué bien, no? –respondió con cierto sarcasmo e ironía. No le podía importar menos ahora.
–¿Qué coño te pasa? –preguntó Hidan con gesto extrañado.
–Tengo otros asuntos más importantes que tratar –contestó dejando a su asombrado amigo atrás.
Cuando por fin la pudo volver a encontrar, Megan se encontraba cogiendo una nueva copa de una de las bandejas que transportaban de un lado a otro de la estancia los muchos camareros que había. Se acercó con una sonrisa sugerente a ella y chocó su copa contra la de ella en un brindis improvisado. Los magnéticos ojos grises de la mujer se posaron en él.
–Buenas noches, señorita Fletcher. Es raro encontrarla tan sola en esta clase de eventos –saludó con zalamería haciendo que Megan sonriera con diversión.
–Será que no encuentro la compañía adecuada –respondió burlona.
–Como la de cierto pelinegro, ¿me equivoco? –se aventuró a decir el rubio.
La morena dejó de sonreír y desvió la mirada. Se acercó a uno de los lujosos sillones que habían esparcidos por toda la sala y se sentó. Soltó un suspiro. Deidara se tomó el gesto como una invitación a escucharla. El se sentó a su lado y aceptó su oferta.
Megan lo miró durante unos instantes antes de contarle sus preocupaciones. Parecía que el rubio tenía toda la intención de ser serio sobre el tema. Sonrió agradecida para sus adentros. La verdad es que se alegraba poder hablar de todo lo que se le pasaba por la cabeza con alguien ahora que no lo podía hacer con Kakashi, por razones obvias. No había sido así desde un principio pero después de haber coincidido en tantos eventos empresariales había visto a un hombre comprometido y amable bajo esa faceta bromista y extravagante. Además, se le hacía muy tierno ya que no era capaz de esconder sus sentimientos por ella y siempre intentaba ligar con ella o seducirla. No mentiría diciendo que no le gustaba que lo hiciera; le hacía sentir bien y el chico era muy bien parecido también. Así había conseguido lo más parecido a un amigo confiable con el que hablar allí en Japón.
Megan comenzó a explicarle todas sus emociones y sentimientos que había ido acumulando todos aquellos años con cada relación rota y lo ilusionada que estaba por haber encontrado a un hombre como Sasuke. Dedicar sabía que iba a ser difícil escucharla hablar sobre otro hombre cuando él estaba enamorado de ella, pero no pensó que le dolería tanto hacerlo. Y sobre todo comenzó a sentirse dolido, porque sabía que Megan estaba al corriente de sus sentimientos por ella; él mismo se había descubierto miles de veces al perseguirla como un perrito faldero. Cuando la chica terminó de hablar, apartó la mirada y bebió un poco de su copa para reprimir su molestia. Estaba enfadado consigo mismo por no poder apoyarla en un momento tan delicado como aquel. Así que no pudo reprimir decir:
–Deberías buscarte a otro… Después de todo, Sasuke tiene pareja. Y la ama con locura, por cierto –dijo con tanta indiferencia que Megan se sobresaltó.
–Deidara, ¿me has estado escuchando? –preguntó Megan con un poco de molestia.
–Sí, y me ha quedado muy clara tu obsesión con Sasuke. Lo que no entiendo es el porqué de ir detrás de un hombre que ya tiene una pareja estable –Megan abría cada vez más sus ojos– Si quieres mi opinión de todo esto te la diré: acabarás como la puta que se interpuso en una relación, además de quedarte de nuevo sola porque Sasuke nunca estará contigo después de eso… nunca –terminó de decir con la misma voz indiferente mientras miraba al vacío.
Finalmente, giró su cabeza y se encontró con la mirada dolorida y rebosante de lágrimas silenciosas de Megan. Sólo entonces supo que se había pasado de la raya. Entreabrió la boca para decir algo pero se encontró con que su voz estaba de acuerdo con aquella parte de su cabeza que le decía que se lo merecía por hacerle sufrir a él a sabiendas de su enamoramiento.
Megan desvió la mirada y se levantó–. No hace falta que lo entiendas –dijo en tono bajo. Luego se dio la vuelta y le regaló la mirada más dura que había visto al rubio mientras decía–: Después de todo, él tiene todo lo que no hace que me enamore de ti –dijo fríamente mientras que hacía que una daga de acero al rojo vivo se enterrara en el corazón de Deidara.
La chica comenzó a alejarse de allí y eso hizo que el chico reaccionara por instinto, reteniéndola por la muñeca. Megan se dio la vuelta y con un impulso le vertió el contenido de su copa en la cara. Se deshizo de su agarre con un aspaviento y dijo con una sonrisa vacía:
–Que disfrute de lo que queda de noche, señor patético –se despidió con un tono oculto lleno de dolor.
Y allí se quedó, en medio de toda aquella gente que le miraba con ojos inquisidores y burlones. Pero no le podía importar menos. No le importaba una mierda. Nada le importaba ahora.
–Deidara… –Hidan llegó rápidamente al ver la escena a lo lejos. Rodeó los hombros de su amigo para sacarlo de allí.
Sin embargo, Deidara se deshizo de su abrazo–. Estoy bien –dijo con voz automática comenzando a andar hacia la salida. Aun así Hidan los siguió rápidamente.
–Vaya, vaya… Y yo que pensaba que iba a ser un rollazo venir en representación de Sasuke. ¡Qué grata sorpresa¡ –exclamó divertido Suigetsu. De repente vio que se acercaba Karin con gesto serio– ¡Hey, zanahoria! ¿Qué has estado haciendo en el baño? Has tardado tanto que seguro que te has perdido el evento más interesante de la noche –dijo guasón mientras le devolvía su copa que le había estado guardando.
–No, lo he visto –respondió todavía seria. Suigetsu la miró extrañada.
–¿Ha pasado algo? –preguntó esta vez preocupado, cogiéndole cariñosamente de la mano.
Karin levantó la mirada, encontrándose con aquellos ojos amarillos que ahora amaba tanto. Por supuesto que pasaba. Y encima algo bastante grave. Había ocurrido que, cuando salía del baño, había pasado al lado del asiento donde se encontraban Deidara y Megan hablando. Por supuesto, lo había escuchado todo y ahora estaba en su mano hacer algo con aquella información. Sin embargo, no quería que Suigetsu se involucrara; suficiente tenía ya con cargar con los efectos secundarios que estaba suponiendo la depresión amorosa de Sasuke sobre él y no quería preocuparlo más.
–¿Por qué tengo que contarte mis problemas de índole femenina, eh, cara de pez? ¡Y no me llames zanahoria¡ –comenzó a discutir como siempre hacían, intentando ocultar la verdad.
Suigetsu se quedó un tanto sorprendido pero después comprendió la situación y le siguió el juego a su característica pero tierna novia.
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