Resumen

2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.

Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.

Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…

Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…

Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.

Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.

Parejas que aparecerán en esta historia:

-SasuSaku (Pareja principal)

-NaruHina

-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)

-PainKon (Pain y Konan)

-SuiKa (Suigetsu y Karin)

-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)

-SasoSaku (Sasori y Sakura)

-JuuSaku (Juugo y Sakura)

martes, 24 de julio de 2012

"¡Un problemón muy llorón!" <> CAPÍTULO 7


Sakura acababa de entrar en su despacho después de haber realizado una operación que le había ocupado una hora y media de su jornada laboral. Se dejó caer pesadamente en su mullido sillón y profirió un largo suspiro. Miró el reloj de pared redondo que se encontraba justo encima de la puerta. Las 22:15 PM. Llevaba desde las seis de la tarde trabajando y aquella era una buena hora para acabar y volver a casa. Se levantó lentamente del sillón y cuando se estaba quitando su bata blanca, alguien tocó la puerta. Se detuvo y miró hacia la puerta con el ceño fruncido, pensando que podría ser alguna enfermera encargada de avisarle de alguna emergencia.

-Adelante –pronunció en voz clara y alta.
Acto seguido, asomó la tímida mirada de su mejor amiga Hinata que después de dedicarle una rápida sonrisa, entró. Entrecerró la puerta detrás de sí y miró a Sakura.
-¡Hinata! ¡No sabes el alivio que me da verte! –exclamó aliviada al ver que su amiga no estaba vestida con el uniforme- Pensaba que tendría que atender a otro paciente, buf –bufó mientras se quitaba finalmente la bata y la colgaba en una percha cerca del escritorio.
-Sí, bueno, yo ya me iba a casa. Ya sabes que Naruto siempre tiene mucho hambre cuando llega de trabajar –dijo divertida.
Hinata y Naruto vivían juntos desde hace 4 años, y la pobre no hacía otra cosa que preocuparse por los malos hábitos alimenticios de su novio. No era normal que alguien se pudiera alimentar solamente de ramen instantáneo, y desde que Hinata entró en su vida, sus comidas habían sido mucho más variadas.
-Me lo imagino, tranquila –respondió riéndose Sakura mientras que recogía su bolso- Espérame que tengo que recoger unos papeles.
-Sakura, en realidad estoy aquí porque hay alguien que quiere verte –dijo rápidamente haciendo que Sakura la mirara extrañada.
-¿Quién? –preguntó a la vez que Hinata abría la puerta y le decía que podía pasar a quienquiera que estuviera ahí fuera.
Hinata se volvió a dar la vuelta y se hizo a un lado de la puerta para dejar pasar a la persona que quería verla.
En aquel momento, entró un chico pelirrojo con unos intensos ojos marrones pálidos, y una alegre y bonita sonrisa dibujada en los labios. Vestía unos pantalones vaqueros gastados, con unas zapatillas Nike y una sudadera con capucha de color rojo oscuro. Hubiera pasado por un chico guapo desconocido para ella pero resultaba que aquel chico que le miraba sonriente era su mejor amigo de la infancia.
-¡Sasori! –gritó emocionada Sakura.
-¡Jajaja! ¡Sigues tan loca como siempre! –dijo mientras devolvía el efusivo abrazo de su amiga.
-Pero, ¿qué haces aquí? –preguntó separándose un poco de él.
-Voy a vivir aquí por un tiempo. La compañía de modelos en la que estoy trabajando tiene su sede aquí –dijo simplemente como explicación.
-¡Es verdad! ¡Ahora eres un modelo muy famoso! –inquirió con una sonrisa divertida y apoyando sus manos en la cintura de él.
-¡Y tú la mejor médico del país! –dijo del mismo modo.
Los dos estaban tan emocionados por su reencuentro que se habían olvidado de Hinata. La chica los miraba a los dos sonrientes, encantada de ver a su amiga tan contenta.
-¡Oh, Hinata! –se dio cuenta Sakura girándose hacia ella- Ven, Sasori, te voy a presentar a mi mejor amiga –dijo mientras se acercaban a Hinata- Sasori, te presento a Hinata; Hinata, este es mi mejor amigo, Sasori –señaló a ambos mientras que decía sus nombres.
-Encantado de conocerte, Hinata –dijo haciendo una leve reverencia mientras sonreía amablemente.
-Igualmente, Sasori –contestó haciendo una reverencia sonriendo tímidamente.
-Chicas, ¿qué os parece si os invito a cenar? Es mi primera noche aquí y me gustaría pasar un buen rato con amigos –preguntó apoyando sus manos en los hombros de ellas- Bueno, mejor dicho, amigas –corrigió haciendo reír a las chicas.
-Lo siento, Sasori, pero mi novio me está esperando para cenar –dijo con sentida pena.
-Vaya, qué pena. Bueno, la próxima vez será entonces –dijo haciendo una mueca de disgusto.
La verdad, es que se sentía un poco culpable por sentirse tan feliz por poder estar a solas con Sakura y excluir a Hinata de aquel plan.
-Pues no queda otra… Tendremos que aplazar la noche de “mejores amigos”, ya que la “mejor amiga” no va a estar –dijo Sakura cerrando los ojos mientras que se encogía de brazos.
-¡No, no y no! ¡Vosotros iréis a cenar! No podré ir, pero yo quiero que Sasori se lo pase bien en su primera noche; como si fuera una bienvenida, ¿vale? ¡Pasároslo muy bien, chicos! ¡Sayonara! –dijo dándole un beso en la mejilla a Sakura y apretándole cariñosamente el brazo a Sasori. Después se despidió con la mano y desapareció por la puerta.
-Bueno… ¿Y dónde vamos a cenar, mejor amigo? –dijo Sakura mirándole de reojo y con tono divertido.
-Es un secreto –respondió revolviéndole suavemente sus pelos rosas- ¿Nos vamos?
-Ve bajando tú que todavía tengo que hacer una cosa –dijo sonriente mientras se daba la vuelta hacia su escritorio.
-Ok, pero no tardes mucho, que tengo un hambre que me muero –dijo saliendo por la puerta con la manos en el bolsillo de la sudadera.
Sakura cogió el bolso y metió los papeles dentro. Luego sacó su móvil para avisar a Sasuke de que llegaría tarde y para saber cómo le estaban saliendo las cosas con Shouta. Pero para su sorpresa, el móvil se había quedado sin batería.
-Joder… -susurró malhumorada.
Después miró hacia la puerta, pensando en rehusarse de la invitación de Sasori para volver a casa y ver si todo estaba bien, o cenar con su mejor amigo a quien no había visto en años… Gruñó y volvió a meter el móvil en el bolso. Luego, apagó la luz de su despacho y cerró la puerta con llave. Fue recorriendo rápidamente los pasillos del enorme hospital, despidiéndose de los médicos, enfermeros y enfermeras, que se iba encontrando por el camino.
Cuando salió de allí, Sasori ya le estaba esperando dentro de su flamante Volvo plateado, preparado para cenar con su mejor amiga.
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-Ugh –Sasuke hizo un gesto de asco al ver y oler lo que había en el pañal de Shouta- En serio, a veces pienso que ingerir siempre cosas líquidas no os hace bien a los bebés –dijo Sasuke mirando a Shouta que se encontraba tumbado en el cambiador, cogiendo todo lo que veía a su alrededor.
Con una mano, dobló cuidadosamente de no mancharse el pañal, intentando que la masa líquida y medio verdosa que había dentro no se saliera. Luego, con los dedos índice y pulgar, lo cogió y con la punta de un pie abrió la papelera para tirar rápidamente el pañal. Durante todo el proceso Sasuke mantuvo un gesto de asco y desagrado que hizo que Shouta se riera.
-Sí, sí, tú ríete, peque, que ya verás cuando tengas que cambiar pañales –dijo con cara de disgusto fingido mientras cogía el paquete de toallitas.
Había cambiado muchos pañales ya, pero todavía no se acostumbraba. Simplemente no soportaba el olor pestilente que desprendía esa “cosa” y menos tener que limpiarla después. Ah, otro punto importante: odiaba tener que limpiarle el culo a Shouta.
Cogió a Shouta por los pies con una mano y le levantó las pequeñas piernas, dejando al descubierto su suave culito lleno de…
-Mierda –masculló entre dientes Sasuke mientras cogía una toallita.
Shouta se mantenía tranquilo, con ambos brazos apoyados en el cambiador y dando pequeños golpecitos con los puños. De su boca salían pequeños sonidos que hacían sonreír a Sasuke. Sus grandes ojos almendrados se movían de un lado a otro, contemplando todo lo que había a su alrededor con gran curiosidad. Aquella era una de las cosas que más le gustaban a Sasuke de aquel bebé: la tranquilidad. Siempre estaba calmado y no formaba alboroto alguno.
Cuando terminó de limpiarle con las toallitas, cogió el bote de polvos talco, se echó un poco en la mano y luego los extendió delicadamente sobre el culo de Shouta, haciendo que le entrasen cosquillas y se riese.
-Tienes cosquillas, ¿eh? –decía divertido Sasuke- ¡Pues ahora tendrás más!
Sasuke lo cogió por los costados y poniendo la boca sobre la barriga de Shouta, soltó bruscamente el aire haciendo que sonase y que Shouta soltase carcajadas más grandes. Sasuke también rió cuando Shouta le daba pequeños puñetazos en la cabeza para que parase. Luego, le dio un pequeño beso en la barriga y cogió un nuevo pañal.
Se lo puso y le vistió con el pijama que Sakura le había dejado preparado. Era un pijama de color amarillo pálido con una pequeña jirafa cosida justo encima de la barriga, y con la cabeza debajo del cuello. Era de una sola pieza, que se abrochaba con unos pequeños botones en la espalda. Cuando Sasuke lo vio vestido con el pijama y sentadito con el chupete puesto, le entró uno de esos arrebatos que le daban a Sakura cuando Shouta hacía algo a lo que ella denominaba “demasiado moe”, y lo abrazaba y achuchaba. Lo cogió y le dio un abrazo, sintiendo el suave contacto del pijama y de la cabecita de Shouta que apoyaba en su hombro. Luego, le miró con cariño y ternura, haciendo sonreír a Shouta detrás del chupete.
-Al final Naruto va a tener razón –suspiró mientras caminaba hacia el salón- Te estoy cogiendo demasiado cariño, peque –dijo sentándose en el sofá con Shouta en brazos- “Y a la molesta también” –pensó mientras jugueteaba con el pelo de Shouta.
Miró hacia el reloj que se encontraba en una estantería y se fijó en que eran las diez menos cuarto. Decidió que debería acostar ya a Shouta. Cuando bajó la mirada, vio que el pequeño se frotaba los ojitos y que daba pequeños bostezos. Cuando terminaron los bostezos, Shouta se apoyó en el costado de Sasuke y cerró los ojos. Sasuke lo rodeó con un brazo y Shouta cogió uno de los largos y grandes dedos de Sasuke en una de sus manitas.
-“Es como si me estuviera dando la mano” –pensó asombrado Sasuke.
Esperó a que se quedara profundamente dormido mientras veía un poco la televisión. Cuando se quiso dar cuenta, ya eran las diez y media, y él ya estaba en un estado de somnolencia que pensaba que se iba a quedar dormido también allí. Cogió cuidadosamente a Shouta para no despertarlo y caminó hacia su habitación. Entró y encendió la pequeña luz que estaba al lado de la cuna. Lo puso dentro y lo arropó. Después le dio un pequeño beso en la frente y dejando la pequeña luz encendida, salió de la habitación. Se encaminó directamente a su habitación, a oscuras. Se dejó caer en la cama y antes de perder la conciencia, se dio la enhorabuena a sí mismo por haber sido un buen “papá” durante sólo una noche. Solo y sin ayuda.
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-¡Jajajaja! ¡No me puedo creer que lo hicieras! –rió Sakura sorprendida mientras se metía una pieza de sushi en la boca.
-Como te lo cuento, amiga, el tío se quedó boquiabierto –contestó asintiendo con la cabeza mientras se tapaba un poco la boca cuando masticaba.
Sasori llevó a Sakura al primer restaurante decente que vio. Era un restaurante típico chino, cuya especialidad era una variación muy famosa de sushi, el cual estaban comiendo. Ambos hablaban de todos los momentos que habían pasado juntos, y también de todo lo que había ocurrido durante aquellos años que no se habían visto.
-Me he enterado de que ese Uchiha y tú tenéis un bebé –dijo repentinamente haciendo que Sakura se sobresaltase.
Le miró. Se le notaba interesado a la vez que serio. Sakura bajó la cabeza y se fijó en la cereza que le habían puesto junto con su postre. Tenía que explicarle la situación. Después de todo, el mundo en general lo sabía ya, incluso toda la gente que se encontraba cenando en el restaurante que miraban emocionados a Sasori, sabían que ella tenía un bebé con Sasuke. Seguramente, pronto comenzarían a hablar de aquella salida con “Sasori-sama” y especularían sobre hipótesis inventadas de la prensa rosa.
-Sí, bueno… Pero no es nuestro, como algunos dicen –explicó un poco incómoda por la situación- Lo abandonaron y nosotros lo acogimos, ya está –dijo queriendo aplacar el tema.
-¡Vaya! Ya me había empezado a preocupar –dijo aliviado- Supongo que debe de ser difícil… -suspiró condescendiente mientras apoyaba el codo en la mesa.
-¿Difícil? –preguntó confundida.
-Me refiero a tener que cuidar de un bebé que no es tuyo, y encima, junto con alguien que tiene cara de no gustarle los bebés –dijo en tono de sorna, mirando de reojo hacia el cristal.
La verdad es que le fastidiaba que su querida Sakura tuviera algo que ver con Sasuke Uchiha. Ese hombre había sido su motivación por superarse en su trabajo. Uchiha encabezaba la lista de los hombres más sexys y guapos de todas las revistas internacionales del mundo, secundado por su hermano y su amigo, el rubio Namikaze. Él estaba en cuarto lugar. Lugar que le había costado lograr sudor y lágrimas, para que después Uchiha llegase y cogiese ventaja con Sakura, haciendo que se tuviera que superar también en aquello.
-¿Mm? ¡No te creas! ¡Shouta ha sido como un pequeño regalo! –decía alegre y emocionada. Sasori la miró sorprendido- ¡Tienes que venir a verle un día de estos! Te va a gustar mucho. Es tierno y alegre, aunque a veces llora por cualquier cosa… Sasuke y yo siempre estamos jugando con él y mimándole; y nos vamos turnando sus cuidados, para que pase tiempo con cada uno, porque ya sabes, los horarios que tenemos los dos no concuerdan a veces y no podemos estar juntos… -hablaba y hablaba Sakura.
Sasori fruncía el ceño molesto al ver la emoción, alegría, y algunas veces, timidez y vergüenza, con la que Sakura contaba lo bueno y cariñoso que era Sasuke con Shouta, y que su relación se había hecho mucho más estrecha. Parecía como si fuera una mujer casada que narraba lo orgullosa y contenta que estaba por tener un marido y un hijo perfectos.
Sakura seguía hablando sobre su, ahora, emocionante vida, junto con Sasuke y Shouta. Estaba contándole con gesto divertido el momento en el que contaron a sus padres que se iban a quedar con un bebé abandonado, cuando se dio cuenta de que Sasori miraba con el ceño fruncido el vaso que tenía en las manos.
-¿Sasori? ¿Pasa algo? –preguntó preocupada.
-¿Eh? –levantó rápidamente la cabeza con los ojos muy abiertos- Ah, no, no, solo que estaba abrumado por todas estas cosas que, al parecer, te han hecho muy felices –dijo con una sonrisa falsa.
En su interior, maldecía fuertemente a Sasuke, y se reprendía a sí mismo por pensar que gran parte de la culpa la tenía aquel bebé llamado Shouta. Tenía que hacer algo para conseguir a Sakura, para enamorarla. Ella siempre le había visto como amigo y eso hacía que él temiera a decirle lo que realmente sentía, por perderla. Pero ahora se había encontrado con un gran, gran, gran adversario: Sasuke Uchiha. Y al parecer, Sakura sentía algo por él.
Vio que Sakura miraba por la ventana y sonreía alegremente.
-Supongo que si Shouta no hubiera llegado a nuestras vidas, yo hubiera abandonado y me hubiera ido de aquel apartamento –dijo con anhelo, recordando la última pelea con Sasuke, momentos antes de encontrar a Shouta.
-¿Y por qué no te has ido? Ya tienes el suficiente dinero para comprarte una casa… ¡O un piso de lujo! Hasta les envías parte del dinero a tus padres para ayudarles y ellos ya se han comprado una buena casa en el centro de Osaka –inquirió con un punto de desesperación en su voz.
Aquella pregunta descolocó completamente a Sakura. ¿Por qué no se había ido? ¿No quería tener una vida independiente? ¿Tener su propio piso? ¿No quería? Ahora, después de dos años, entre tantas disputas y peleas con Sasuke, amenazando con irse de su apartamento, ahora se daba cuenta de que se había quedado exactamente por “eso”; por los momentos de furia y descontrol que tuvieron los dos, por aquel gesto que hacía Sasuke justo antes de que le contestara con voz cortante, por aquellos segundos mínimos que duraban las disculpas… Todas aquellas emociones y aquellos sentimientos negativos que, al fin de cuentas, solo los habían unido y que ellos no se habían dado cuenta.
-Yo… -no sabía que decir.
-¿Estás enamorada de Uchiha? –preguntó serio Sasori, pero por dentro su conciencia temblaba como una hoja.
-¿Qué? ¡No, no, no! Me estás malinterpretando, Sasori. Sasuke y yo sólo mantenemos una relación de amistad “condicional”, por así decirlo… -dijo nerviosamente mientras rodaba los ojos hacia abajo, pesando en aquel adjetivo que había utilizado para nombrar su extraña relación- ¡Si ni siquiera nos llevamos bien! Solo hicimos un trato por todo esto del cuidado de Shouta y esas cosas… El pequeño necesita unos padres, ¿entiendes, Sasori? –preguntó intentando cambiar de tema.
El chico asintió con gesto grave, para luego cruzarse de brazos.
-Bueno, pues haber si algún día me puedo pasar por el apartamento y veo al pequeñajo –dijo animado mientras le sonreía.
Sakura le devolvió la sonrisa, agradecida de que se haya acabado aquel tema. Aunque no sabía por qué había mentido a Sasori sobre lo que en realidad pensaba…
Sasori pensó en que había hecho bien en cambiar de humor. Tenía que ganarse a Sakura tal y como él era, tal y como ella le conocía. Contaba con el factor sorpresa: Sasuke no sabía que él había llegado a Tokio.
Para quedarse.
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-¡Ahhh! ¡Guaaaa! ¡Guaaa! ¡Sniff, sniff! ¡Ahhh!
-¡¿Eh?! ¡¿Qué pasa?! –se despertó alterado y desorientado Sasuke.
Entonces, escuchó el llanto de Shouta y se tiró, literalmente, de la cama para ir a ver que le pasaba. Salió corriendo de su habitación y entro por la puerta que estaba a su lado. Se encontró a Shouta tumbado, llorando y removiéndose en la cuna. Movía los brazos en el aire y sus manitas estaban hechas puños.
-Shhh, shhh, ya está, ya está –intentaba consolarle cogiéndole en brazos y acunándole- Papá Sasuke ya está aquí, tranquilo, pequeño –decía en un tono cariñoso y suave.
El llanto cesó, pero Shouta seguía sollozando, y en su cara compungida se le notaba un gesto de dolor. Vio que el pequeño abría y cerraba incesantemente la boca, y recordó entonces una situación parecida a aquella, días antes: Shouta hacía ese mismo movimiento con la boca y Sakura decía que era porque le estaban saliendo los dientes. Tendría que darle el analgésico que compraron la última vez.
Salió de la habitación, todavía acunando a Shouta y entonces se percató de algo inusual: Sakura no estaba. La puerta de su habitación estaba abierta y todo estaba justo como lo había dejado Sakura. Llegó al salón y encendió la luz, miró la hora. 23:55 PM. Casi media noche y Sakura no había vuelto. No sabía nada de ella tampoco.
Sasuke frunció el ceño y gruñó. Aquello no era propio del comportamiento de la pelirrosa. Siempre que pasaba alguna emergencia en el trabajo o que sucedía algún retraso, ella llamaba para hacérselo saber, aunque a él no le importara a qué hora llegase al apartamento. Pero ahora era diferente. Se le ocurrían millones de razones por las que Sakura no hubiera llegado pronto y por las que no hubiera llamado: una emergencia, que se hubiera quedado dormida, que le hubiera salido una guardia, que hubiera salido a cenar con unas amigas del trabajo y no se hubieran dado cuenta de la hora o… No podía ser. Aquella última razón le parecía demasiado ilógica para que pudiera ser real: que ella estuviera pasando la noche con un chico. Por alguna razón, aquello le ponía furioso y hacía que respirara con mayor pesadez, y le hacía sentir mal. Muy mal. Si Sakura tuviera novio, él se habría enterado. Sakura y él, habían llegado a un punto en su relación de amistad en la que se contaban todo… aunque con aquel presentimiento ese “todo” podría pasa a ser “casi todo”.
Un quejido de dolor proveniente de Shouta hizo que bajara al mundo real. Notó que Shouta hacía más rápidamente el movimiento con la boca, poniendo cara de incomodidad y dolor. Sasuke se acercó rápidamente a la cocina y dentro del mueble donde guardaban las medicinas sacó el analgésico. Colocó a Shouta en la trona, donde siempre comía, y después se puso a leer las indicaciones del jarabe para saber cuánta dosis debía darle al pequeño. Cuando terminó, cogió la jeringuilla de plástico y la llenó de jarabe hasta que llegó a la marca que marcaba 10mL.
-A ver, peque. Abre la boca, vamos –dijo Sasuke agachándose para quedar a la misma altura que Shouta. El bebé le miró con ojos llorosos a la vez que recelosos, mirando desconfiado la jeringuilla- Venga, Shouta, si te tomas esto te dejará de doler, lo prometo –dijo acercándole despacio la jeringuilla. Shouta apartó la mirada- ¡Shouta, mira! ¡Está muy rico! –exclamó mientras se llevaba la jeringuilla a la boca y hacía como si lo tomase. Shouta le miró con interés al ver las caras de gusto de Sasuke, hasta que al final se decidió, y frunciendo levemente el ceño, extendió el brazo y abrió y cerró la manita- Muy bien, peque, aquí tienes –dijo sonriente mientras metía la jeringuilla en la boca de Shouta y con el pulgar, impulsó el jarabe hacia fuera, lentamente para que Shouta no se atragantase.
Cuando se lo tragó todo, Sasuke lavó la jeringuilla y después le dio un poco de agua a Shouta para que se le pasara el sabor. Luego, le volvió a coger en brazos y lo posicionó de la mejor forma posible para que se volviera a quedar dormido.
Mientras que Shouta dormía en sus brazos, cogiéndole el mismo dedo de antes, Sasuke observó Tokio desde el gran ventanal del salón. En ese momento, un Volvo plateado se detuvo delante de la puerta de entrada. Durante unos minutos no salió nadie, haciendo que el corazón de Sasuke se acelerara por la gran expectación que sentía. Sabía que Sakura estaba dentro de ese coche. Lo intuía. En ese instante se abrió la puerta del copiloto, dejando salir a la molesta pelirrosa. Se dio la vuelta para decirle algo al conductor y cerró la puerta. El coche no se movió hasta que Sakura entró en el edificio.
Esperó, sin respirar, a que Sakura abriera la puerta del apartamento. Cuando lo hizo, pasó de puntillas, intentando no hacer ruido. No sabía que Sasuke le estaba esperando despierto. Así que cuando encendió la luz, se llevó un susto al ver la cara seria de Sasuke mirándola.
-¡Sasuke! ¡¿Pero qué haces despierto todavía?! –se calló de repente al darse cuenta de quién dormía plácidamente en sus brazos.
-A Shouta le dolía la boca. Le he dado el analgésico, no te preocupes –dijo con voz neutral.
Sakura cerró los ojos, aliviada.
-Uf, menos mal que papá Sasuke te estaba cuidando, ¿verdad, cariño? –susurró Sakura mientras se acercaba a Sasuke y le acariciaba la cabecita a Shouta.
-¿Dónde has estado? –preguntó abruptamente Sasuke.
Sakura se quedó sorprendida con el tono autoritario y casi molesto de Sasuke. Bajó la cabeza con culpabilidad.
-Estaba cenando con Sasori y como no tenía batería no he podido avisarte –murmuró cabizbaja.
-¿Sasori? –preguntó sorprendido Sasuke. ¿No era ese chico que era un modelo muy famoso?
-Sí… Creo que te he hablado alguna vez de él: es mi mejor amigo –dijo sonriendo.
¿Su mejor amigo? Creo que se refiere a ese chico pelirrojo de ojos marrones del que le habla a veces… Espera un momento… ¡Es modelo! No sabía por qué pero aquello no le gustaba para nada.
-¿Pues podrías haberle pedido prestado el móvil para avisar, no? –preguntó molesto.
-Pues sí, es verdad… Pero, ¿por qué estás tan molesto? –preguntó extrañada- Nunca te ha importado la hora a la que llego –inquirió poniéndose en jarras.
-Hmp, me voy a dormir –murmuró entre dientes, comenzando a caminar hacia la habitación de Shouta.
-Sasuke… -llamó Sakura, haciendo que se parara- No sé por qué estás enfadado, pero si es por algo que he hecho, te pido perdón…
-Sí que eres molesta –respondió Sasuke sonrojándose. Se veía tan inocente e incrédula, que hacía que no pudiera seguir molesto con ella- Anda, vamos a dormir, que ya es bastante tarde –dijo con cansancio.
Sakura sonrió contenta. Sasuke no se había enfadado tanto con ella después de todo. Se sonrojó al recordar todas las cosas buenas que le había contado a Sasori de él y se preguntó qué pensaría Sasuke al respecto.
-“Su respuesta sería <<hmp>>, como siempre” –pensó escapándosele unas sonrisillas divertidas.
Cuando ya se había puesto el pijama y estaba a punto de meterse en la cama, Sasuke pasó por delante de su habitación. Salía de la habitación de Shouta y se quedaron mirándose unos momentos.
-Parece que has sido un buen papá esta noche –sonrió agradecida.
-No puedo decir lo mismo de ti, molesta –sonrió altanero.
-Baka –refunfuñó Sakura dándole un codazo amistoso.
-Buenas noches, Sakura –dijo dándose la vuelta mientras se despedía con la mano, sonriente.
-Buenas noches, Sasuke –respondió mientras le sacaba la lengua, sonriente también.
¿Qué demonios pasaba, que no podía estar ni un segundo enfadado con ella?
¿Qué demonios pasaba, que se preocupaba de que él se enfadara con ella?
¿Desde cuándo… sonreían tanto?

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