Resumen

2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.

Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.

Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…

Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…

Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.

Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.

Parejas que aparecerán en esta historia:

-SasuSaku (Pareja principal)

-NaruHina

-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)

-PainKon (Pain y Konan)

-SuiKa (Suigetsu y Karin)

-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)

-SasoSaku (Sasori y Sakura)

-JuuSaku (Juugo y Sakura)

sábado, 14 de julio de 2012

¡Un problemón muy llorón! <> CAPÍTULO 6

¡Hola a todos!
¡Ya os traigo el nuevo capítulo de "¡Un problemón muy llorón!"!
En este capítulo aparecen nuevos personajes :33
Espero que os guste este capi y que lo disfrutéis ;)
A partir de aquí, las cosas se iran torciendo :S
Uy, uy, ¿qué o QUIÉN podrá ser?
¡Nos vemos en el próximo capítulo!
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-¡Por Kami-sama! ¡Hijo! ¡¿Pero qué nos estás contando?! –preguntaba sorprendida Mikoto.
-Lo siento, mamá, pero esa es la verdad… -respondió la voz profunda de Itachi al otro lado del teléfono.
Mikoto miró expectante a su marido, como queriendo que le dijera algo a su hijo. Fugaku estaba sentado en uno de los sillones del salón de la gran mansión en donde habían vivido desde siempre. Escuchó con gesto serio todo lo que les había contado Itachi.
Su hijo había llamado antes de la hora de la cena para contarles la verdad sobre la aparición de Shouta en la vida de Sasuke y Sakura, para, según él, no desilusionarlos cuando todo aquello acabase. Ahora se encontraban en medio de la discusión, hablando todos sobre el asunto gracias al “manos libres” del teléfono.
Fugaku frunció el ceño y suspiró mientras entrecruzaba los dedos de ambas manos entre sí y las colocaba delante de su boca, meditando sobre lo que le iba a decir a su hijo mayor.
-Hijo, no me ha parecido buena idea, pero sí que es inteligente; por un lado, claramente, te has dejado llevar por tu impaciencia y nervios, y bueno, alguna otra idea podría haber sido mejor que ésta –dijo asintiendo vagamente con la cabeza a sí mismo- Por otro lado, creo que tu planteamiento está bien porque Sasuke también es mi hijo y le conozco tan bien como a ti y sé que su orgullo y terquería desaparecerán en cuanto lleve tiempo junto a la inocencia y alegría de Shouta –dijo sonriendo- Y Sakura le ayudará con su determinación y voluntad a llevar una vida más relajada y sin secretarias pelirrojas –terminó riéndose divertido.
Mikoto sonrió divertida e Itachi acompañó a su padre con risas. La verdad es que sabía que su hijo menor iba a cambiar con aquella situación porque tenía el mismo carácter que él. Fugaku también tenía aquel temperamento orgulloso y ambicioso al igual que Sasuke, hasta que llegó su querida Mikoto y le paró los pies con aquel cariño y amor que le brindaba todos los días. Y después llegó Itachi, haciendo que su carácter cambiara a uno más amable y paternal. Cuando al final nació Sasuke ya estaba en aquel momento en que todo le parecía que estaba bien en su vida y que no le podían ir mejor las cosas. Sabía que a su hijo le iba a pasar lo mismo. “De tal palo, tal astilla”, se decía.
-Bueno, cariño, ¿entonces que parece bien lo que ha hecho tu hijo Itachi? –preguntó un poco preocupada Mikoto.
-No me parece bien, pero nos va a ahorrar grandes dolores de cabeza a partir de ahora –sentenció con un suspiro de cansancio.
-Lo sé, lo sé, papá, pero era lo único que me vino a la cabeza en aquel momento, entiéndelo por favor –replicó con voz culpable Itachi.
-Lo entiendo y en cierto modo te estamos agradecidos –dijo en un tono más amable.
-Por cierto, ¿lo sabe Kohana? –preguntó Mikoto sentándose en el sofá, en el extremo más próximo al sillón de su marido.
-Sí –dijo rápidamente- Ha dicho que si no estuviéramos casados me hubiera denunciado y me hubiera llevado ella misma a la cárcel por encubrimiento y distanciamiento parental de un menor –dijo con voz burlona- A veces pienso en si he hecho bien en casarme con un agente del FBI –rio Itachi.
Sus padres rieron. Entendieron que Kohana se habría puesto furiosa en cuanto se lo hubiera contado, por su personalidad justa y sensata, pero que al final lo hubiera entendido y hubiera dejado el asunto en paz, y que apoyaría a Itachi.
Poco tiempo después se despidieron con un “buenas noches” por parte de Itachi y un “buenos días” de parte de Fugaku y Mikoto. Después se quedaron en silencio, asimilando todo lo que implicaba el plan de su hijo.
-Espero que, por lo menos, todo esto salga como todos esperamos –murmuró preocupada Mikoto.
-Tranquila, sé que saldrá bien –dijo Fugaku mientras acariciaba la mano de Mikoto- Recuerda que Itachi es un Uchiha y “todo” lo que hace un Uchiha sale bien –dijo orgulloso. Mikoto le miró de reojo, divertida.
-Desde luego… Y después me dices a mí que tengo arranques orgullosos. ¡Si después de todo he aprendido del mejor! –dijo levantándose y depositando un fugaz pero cariñoso beso en la frente de su marido, quien sonrió feliz- Voy a llamar a Taro y a Hanako para que estén al tanto de todo –dijo cogiendo el auricular del teléfono y empezando a marcar. Los padres de Sakura habían caído muy bien a los señores Uchiha, aunque no fueran de su misma posición social. Al parecer, Sakura tenía la misma personalidad amable y la voluntad de fuego que tenían sus padres y poseía los mismos ojos esmeralda que tenía su padre Taro y el mismo pelo rosáceo que su madre Hanako. Eran familias muy unidas. Qué pena, que sus hijos no lo fueran- ¿Podrías llamar a Pain y a Konan para decirle que lo sabemos? –preguntó mientras se ponía el auricular en la oreja.
Fugaku asintió con la cabeza y se levantó para coger su móvil, y marcó el número de Pain.
La verdad es que este asunto le gustaba porque así tendría algo de entretenimiento durante algún tiempo. Desde su jubilación, no había hecho gran cosa, y presentía que aquella nueva situación le iba a divertir. Ocultarle la verdad a su hijo y hacer de “abuelo falso” hacía que la idea se tornase emocionante.
Y lo más importante, podría observar de cerca los cambios que sufrió él cuando era joven a través de su hijo menor, Sasuke.
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Pasaron los días y Shouta ya estaba bien instalado en su nuevo hogar. Los tres días de descanso de Sasuke y Sakura, giraron en torno al cuidado y cariño de Shouta. Se iban turnando en los cuidados del pequeño y se ayudaban mutuamente, unas veces mejor y otras peor, porque a veces surgían pequeños problemillas en la delicada relación de la pareja que terminaba cuando oían llorar a Shouta. Parecía como si el bebé fuera una alarma pero contra “discusiones”: siempre lloraba cuando Sasuke y Sakura se gritaban o se peleaban el uno con el otro. Aquellas, eran claras advertencias, de que si no cambiaban su forma de convivencia, aquello iba a ser un corredero de lágrimas continuo. Por otro lado, aquella tranquilidad que les estaba dando Shouta les hacía ver cosas que antes no habían podido ver o que no querían ver el uno del otro, y aquello dejaba una estela de confusión cada vez que se iban a la cama a esperar que amaneciese un nuevo día y que se aclarasen sus dudas.
Pronto, Sasuke y Sakura tuvieron que volver a sus trabajos, pero la verdad es que no tenían ninguna gana de volver. Le habían cogido tanto apego al pequeño bebé que se sentían preocupados y un tanto vacíos al dejar a Shouta en casa de los padres de Sasuke o de Pain y Konan.
Fugaku y Mikoto, todos los días, justo cuando Sasuke y Sakura se marchaban de su casa para ir a trabajar, cogían el coche y llevaban a Shouta a la guardería en la que estaba inscrito. Pain se lo había comentado a Fugaku cuando habló con él y no puso objeciones al respecto. Después, lo recogían, pasaban un rato con él y sus “papás” venían a por él. A veces, hacían lo mismo pero con Pain y Konan, aunque éstos se quedaban más tiempo con él (por razones obvias, claro está).
Sakura llegaba con mejor humor al trabajo que antes, ya que las disputas con Sasuke “casi” habían desaparecido. Tsunade se quedó algo sorprendida por lo que le había pasado a su pupila pero, al igual que los padres de Sakura, se alegró mucho por ella y le deseó lo mejor, además de decirle que si necesitaba ayuda que ella estaría allí para lo que sea.
También Sasuke se dio cuenta de los cambios que se estaban efectuando en él: se sentía más calmado, lo veía todo con más claridez, y uno de los aspectos más importantes era, que ya no le seguía el juego a Karin. Ésta se sentía más que frustrada por la ignorancia de su “jefe”, y llegó a pensar que algo había ocurrido entre él y Sakura, algo que tendría que investigar pasase lo que pasase.
Con el tiempo las noticias sobre aquel misterioso bebé que tenían Sasuke y Sakura, se fueron extendiendo como si fuera una plaga. Cada vez que salían a dar un paseo con Shouta, los periodistas y fotógrafos los asaltaban con preguntas y cegadores flashes, lo que no les quedó otro remedio que coger el coche e ir a los parques más tranquilos y alejados de la población para poder pasear sin nadie por el medio.
Un día Karin se presentó en el apartamento hecha una furia. Se había enterado por las noticias de lo ocurrido y no le había gustado nada de nada.
-¡Echa a la pelo chicle de aquí y cuidémoslo nosotros, Sasuke-kun! –gritaba enfadada y desesperada- ¡Yo puedo ser mejor madre que ella! –siguió gritando al ver que Sasuke no le hacía caso.
-¿Mejor madre? ¡Ja! ¡No me hagas reír Karin! –espetaba sarcástico Sasuke- ¿Acaso has cogido alguna vez un bebé? ¿Le has dado el biberón? ¿Le has bañado? ¿Te has levantado todas las noches para preocuparte de si le pasa algo al bebé? ¿No? ¡Pues ella sí! ¡Sakura ha asistido a muchos partos en el hospital! ¡Ha cuidado a cientos de bebés cuando sus madres no podían! ¿Y aun así tienes el valor de decir que no es una buena madre? –preguntó con desprecio. Después, señaló a Sakura, quien estaba sentada en el sofá con Shouta en brazos, intentando que dejase de llorar- Esta mujer… ¡es una de las mejores madres que he conocido! –gritó mirando furioso a Karin.
Las dos se lo quedaron mirando con los ojos como platos. Sakura no se podía creer que Sasuke que le hubiera defendido de aquella manera, y Karin no se podía creer que Sasuke prefiriera a Sakura antes que a ella. Después de aquello, Karin se fue sin decir nada. Nadie dijo nada, excepto Sakura.
-Sasuke… Gracias –agradeció todavía sorprendida.
-No hace falta que me las des Sakura; todo lo que he dicho es verdad y no pienso dejar que Karin ni nadie piense lo contrario –dijo con voz tranquila pero controlada. Se sentó a su lado y cogió a Shouta, que estaba muy compungido por la escena de antes. Todavía resoplaba y sollozaba por el llanto, pero ya estaba más calmado que antes- Además, ha hecho llorar al peque… Es una energúmena –sentenció susurrando. Acercó su cabeza a la de Shouta y apoyó su frente contra la pequeña frente de él. Shouta abrió lentamente sus ojos llorosos y miró hacia los profundos ojos de Sasuke- No llores más, no me gusta verte llorar, peque –dijo bajito Sasuke. Shouta sonrió y levantó un bracito hacia la cara de Sasuke, y con una manita acarició suavemente la mejilla de Sasuke, haciendo que éste se sonrojara de la emoción.
Sakura no podía contener las lágrimas al ver aquella imagen. Tendría aquel momento grabado por siempre en su memoria, como si fuera un vídeo que no se pudiera eliminar. Sasuke era tan bueno con Shouta…
Se acercó a ellos, y cuando estuvo al lado de Shouta, le dio un beso en la cabecita. Luego miró a Sasuke, que también le miraba, y le dio un beso en la misma mejilla que había acariciado Shouta, cerca de la comisura de los labios.
-Tú también eres uno de los mejores padres que he conocido –dijo sonriente mientras le miraba a los ojos. Después apoyó su cabeza en el hombro de él, mirando a, ahora sonriente Shouta- Bueno aunque un poco gruñón y enfadón –dijo burlona.
Sasuke bufó divertido, intentando disimular los nervios que le habían causado aquel beso de Sakura. Nunca había llegado a pasar nada como aquello y ahora la sentía tan cerca de él (sin contar que la tenía recostada sobre su hombro) que le dolía el corazón de pensar ni siquiera en apartarla nunca de allí.
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Un fin de semana, Sasuke y Sakura fueron a la estación de trenes para recoger a los padres de la pelirrosa. Ellos ya lo sabían todo, ya que Mikoto se había encargado expresamente de ello. Aun así parecieron como si no se hubieran enterado de nada, y les espetaban a Sasuke y Sakura que los llevaran rápido a ver a su “nieto”. Los dos siempre se sonrojaban cuando aparecían las palabras “nieto”, “padres” y “abuelos”, porque les daba a entender como si fueran en realidad una pareja que hubiera tenido un bebé y sus padres dieran ya por hecho que ellos estaban juntos.
Durante el trayecto en el coche, todos conversaban amenamente: Sasuke y Taro intercambiaban palabras sobre las empresas y el trabajo, y Sakura y Hanako hablaban sobre Shouta. A veces se cambiaban los papeles y hablaban padre e hija y madre y “no suegro”; a veces hablaban todos juntos de un mismo tema.
Llegaron a la casa de los padres de Sasuke, donde iban a comer y donde habían quedado a Shouta mientras ellos iban a la estación. Mikoto les dio una cálida bienvenida, dándoles amistosos abrazos a Taro y Hanako. Fugaku les guió hacia la habitación de invitados donde se iban a hospedar durante el fin de semana, y dejó que se tomaran un tiempo para establecerse.
Cuando bajaron y se encontraron por primera vez con Shouta, se quedaron maravillados con él. Lo cogían y le hacían reír con carantoñas, y le mimaban con caricias y abrazos y besos. Se dieron cuenta de que Sasuke había dado un cambio drástico a cómo era la última vez que lo vieron: sonreía más, era más amable y hablaba mucho más. Además, veían también cómo su hija miraba a Sasuke y cómo él apartaba la mirada sonrojada, cada vez que sus ojos se encontraban.
Antes de la comida, Sasuke se llevó a Shouta para cambiarle el pañal, y Sakura se excusó para ir a ayudarle.
-Quizá Itachi si hizo bien en llevarles a Shouta –dijo Taro cuando la pareja desapareció por las escaleras.
-Yo creo que sí; ahora se ven mucho más unidos –continuó Hanako dándole un sorbo a su vaso.
-Ahora que llevo más tiempo observándoles, los cambios que han surgido entre ellos han sido tan increíbles que me extraña cuando Sasuke le habla a vuestra hija como si fuera una buena amiga –dijo Fugaku.
-Ah, ojalá esto acabe mejor de lo que esperamos y estemos de boda pronto –dijo Mikoto echándose agua en el vaso.
Los otros tres la miraron sorprendidos y después comenzaron a reírse.
-Ojalá, ojalá –reían todos.
-¿De qué os reís tanto? ¡Vamos, qué la comida ya está! ¡Tengo un hambre…! –decía Sakura bajando por las escaleras.
-Siempre tan glotona… Te vas a poner gorda, molesta –decía Sasuke divertido. Shouta venía en brazos de Sasuke, apoyado en su hombro y jugando con el pelo de éste.
Sakura le regaló una mirada fulminante que hizo que Sasuke soltara una carcajada para burlarse de ella.
Los padres se miraron entre sí con gesto divertido y se encogieron de hombros, como queriendo decir que no había nada que hacer con el asunto. Todos comían tranquilamente, charlando y riendo, mientras que Shouta estaba sentado en su trona, al lado de Sakura, jugando con un pequeño peluche, que a veces tiraba al suelo o la mesa y Sakura se lo regresaba, y él le dedicaba una sonrisilla traviesa.
Luego, los dos padres salieron al patio a fumar y hablar de cosas de hombres (como no), y las madres se pusieron un rato a jugar con Shouta.
Sasuke y Sakura las miraban anonadados, dejándose llevar por las risas alegres de Shouta, y las palabras cariñosas se sus respectivas madres.
-¿Así nos vemos cuando estamos con Shouta? ¿Tan alegres y felices? –preguntó Sasuke. Era una pregunta reflexiva, para él mismo.
Sakura le miró de reojo. Vio a Sasuke recostado sobre el marco de la puerta con  los brazos cruzados y con el gesto serio y tranquilo. Sakura sonrió de lado.
-Supongo que será difícil para ti verlo de esa manera, ya que has estado amargado gran parte de tu vida y pues… -decía Sakura con voz condescendiente mientras miraba a Sasuke divertida.
-Hmp, cállate, molesta –respondió Sasuke con una sonrisa ladina.
Desde aquel reto fallido, Sakura le había permitido que le llamara “molesta”. No sabía el por qué, sólo que a él se le hacía más fácil llamarla así. “Molesta”… Ya no era un apodo despectivo, era más bien como un mote cariñoso a la vez que burlesco hacia la pelirrosa. Las cosas habían cambiado tanto entre ellos que sus adjetivos insultantes se habían vuelto pequeños apodos llenos de afecto hacia Sakura.
-Tu madre se parece mucho a ti… Es como si te estuviera viendo reflejada en ella –dijo Sasuke mirando a Hanako con una sonrisa.
-¿Quieres dejar de mirar a mi madre así? Parece que estás enamorado de ella… Puaj, qué asco –dijo Sakura con cara de asco claramente fingido.
-¿Enamorado yo? ¿De tu madre? ¡Imposible! No me atraen las mujeres mayores de 40… Si acaso me tendría que enamorar de ti, ¿no crees? –inquirió Sasuke con una ceja levantada.
-¿Qué? –fue lo único que pudo decir.
¿Aquello había sido una indirecta o se lo ha parecido ella? ¡Sasuke había insinuado que se podría enamorar de ella! ¡IMPOSIBLE! ¡No se lo podía creer! Le estaba haciendo ver que ella le agradaba al ser parecida a su madre, que no le gustaba porque era muy mayor y… Espera un momento… ¡¿Qué?!
-¡¿Le estás llamando vieja a mi madre?! –gritó con una ceja levantada.
¿Cómo? ¡Ya está! ¡Se lió! Ya lo había vuelto a malinterpretar todo. ¡Vamos! Y él que pensaba que la indirecta estaba surgiendo efecto, ahora va y tiene que fijarse en donde no era. ¡Pero cómo se puede ser tan perceptiva!
-Sakura, ¡pero qué dices! Yo solo… -decía Sasuke mientras paraba uno de los muchos golpes que le lanzaba Sakura.
-¡Nada de peros! ¡Eso ha sido de muy mal gusto de tu parte, Uchiha! ¡Faltarle el respeto a mi madre! ¡De esta no te salvas, Sasuke! –vociferaba Sakura mientras daba golpes a diestro y siniestro.
-¡Ya, Sakura! ¡Auch! ¡Sakura! ¡Ah, ah! ¡Ya basta! ¡Tranquilízate! –gritaba Sasuke recibiendo algún que otro golpe.
Al final, Sakura paró. Con la respiración agitada, los dos respiraban fuertemente.
-Y además, te dije que no me insinuaras cosas raras, ¡baka! –gritó y le dio un último golpe en el estómago, que hizo que Sasuke se doblara en dos.
Pero a Sasuke no le importó que le golpeara. ¡Había captado la indirecta! ¡Sakura la había captado! Sasuke levantó la vista y vio que Sakura miraba hacia el suelo sonrojada, con una mueca de vergüenza. Sasuke sonrió. Le había gustado la forma tan infantil que Sakura había utilizado para hacerle saber que lo había entendido.
-¡Buenos golpes, hija! Desde siempre he dicho que Sasuke merecía que le golpearan de vez en cuando –habló de repente Fugaku entrando por la puerta corrediza de cristal que daba al patio. Taro sonreía divertido.
-Anda, papá, cállate –dijo Sasuke sonriendo altanero. De pronto, sintió otro golpe en el estómago- ¡Hmp!
-Cállate tú mejor, que tu padre tiene razón –dijo Sakura mientras se cruzaba de brazos y lo miraba sonriente de reojo.
Los padres se rieron y acompañaron a la pareja al salón con las madres y Shouta.
Aquel fin de semana fue uno bastante familiar, con comidas familiares, paseos familiares y peleas familiares… Y que más decir que, Sakura, ya habiendo descubierto su “fuerza”, sometía a Sasuke a duras torturas cuando decía algo equívoco o fuera de lugar. Al cabo del fin de semana, Sasuke parecía un moratón andante.
-Sakura, quieres dejar de utilizarme como si fuera un saco de boxeo, ¿por favor? –decía siempre Sasuke.
-Nop, me gusta golpearte, ¡es mi nuevo hobbie! –respondía ella y le daba un nuevo golpe.
-¿Y qué pasaría si te golpeara yo a ti, eh? ¿Seguirías haciéndolo? –arremetía Sasuke.
-Eso sería violencia de género, Sasuke –respondía de nuevo Sakura.
-¡Ugh! ¡Eres tan complicada, Sakura! –desesperaba Sasuke.
-Venga, venga, no te sulfures, que después te curaré, ¿vale? –decía Sakura acercándose peligrosamente a él.
-Mmm, me parece bien, pero… ¿De qué clase de cura estamos hablando, molesta? –preguntaba con voz tentadora Sasuke.
-¡Con ésta! –y le daba otro golpe- Ya Sasuke, creí haberte dicho antes que no me insinuaras cosas raras.
-Parece ser que es mi nuevo hobby –sonreía dolorido Sasuke.
-Parece ser que además de pervertido eres masoquista –decía burlona Sakura.
-Hmp –sonreía Sasuke.
Y así eran toooodas sus disputas. Eran, cómo decirlo… Verbalmente “light”, físicamente “hard”. Pero lo que más gustaba de aquellas peleas es que estaban más cerca el uno del otro. A Sakura le gustaba golpearle porque era una forma de mantener el contacto físico con él, y Sasuke se dejaba pues porque sí. Le gustaba la compañía tan enérgica que le daba la pelirrosa.
Había pasado a formar parte de su vida cotidiana.
Y de su dolor corporal.
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-Muy bien, y eso es todo por hoy. Volveremos a reunirnos el mes que viene para la siguiente revisión –dictó Sasuke terminando una reunión.
Nada más terminar le llegó un mensaje al móvil. Era de Sakura. Frunció el ceño. Le había dicho, y vuelto a decir, que no le enviara mensajes ni le llamara mientras estaba trabajando, al menos que fuera de gran importancia. Abrió el mensaje y leyó:

“Sasuke, ¿dónde demonios estás?
Te dije que hoy tenía guardia a media tarde *-.-
¡Tienes que quedarte con Shouta, ¿recuerdas?!
¡Ven ahora mismo! ¡Ya!
Sakura
P.D. ¡Te voy a moler a palos por haberte olvidado!
¡Prepárate, guapito de cara!”

-¡Mierda! –dijo Sasuke mientras se levantaba rápidamente del sillón.
-¿Problemas familiares? –preguntó la voz de Suigetsu.
-Sí, y como no me de prisa, me temo que vas a tener que llevar el caso de mi funeral –respondió agobiado.
-Te olvidas de que soy un abogado empresarial, pero creo que por un módico precio no me importaría convertirme en abogado de derecho civil –dijo con sorna.
Los dos rieron mientras recorrían la sala de reuniones y salían. Suigetsu era un buen amigo de Sasuke, y era además, su abogado. Podía acompañarlo en las reuniones para los asuntos de la ley y siempre contaba con él para algunos problemas que ocurrían de improvisto. Se conocieron en la secundaria y estaba en el grupo de Karin y Juugo, otro amigo que llevaba una clínica veterinaria muy prestigiosa en Tokio. Suigetsu decía que Karin era su mejor amiga y que no era tan mala como pensaba Sasuke. Sasuke sabía que su amigo le tenía cierto apego y cariño a la pelirroja, pero nunca le había querido molestar con ello, además de que él nunca le había puesto ninguna pega cuando se acostaba con ella.
Llegaron a recepción y se dirigieron hacia el puesto de Karin. Ésta se encontraba mirando cualquier cosa en el ordenador, cuando sintió que se le acercaban los dos. Suigetsu la saludó amistosamente, mientras que Sasuke sólo la miró.
-Necesito que me pidas una reunión con el señor Kurishima mañana por la mañana, y que me apuntes los costes del nuevo material que acaba de llegar, ¿de acuerdo? –inquirió Sasuke serio, pero con educación.
-De acuerdo, Uchiha-sama –respondió mientras apuntaba sus tareas en una agenda.
Sasuke pensó que estaba bastante diligente desde aquella bronca que tuvieron hace poco, y la verdad es que le agradecía que ya tuviera claro quién mandaba. Le sonrió amablemente y dijo:
-Gracias, Karin –dicho eso se encaminó hacia la salida, dejando a Karin muy sorprendida por el cambio de humor.
Se giró a ver a Suigetsu y éste le indicó con un gesto de cabeza que se disculpara por lo sucedido el otro día. Se lo había contado todo, ya que eran mejores amigos, y él le había aconsejado que se disculpara por su comportamiento. Se levantó bruscamente de la silla y dijo en voz alta:
-Sasu… Digo, ¡Uchiha-sama! ¡Siento mucho lo del otro día! ¡De verdad! ¡No quería causar ningún problema! Y… Bueno, ¡gomenasai! –terminó haciendo una reverencia.
Sasuke se paró y giró levemente la cabeza. Sonrió de lado, al ver que Karin estaba avergonzada por lo que había hecho.
-Ya Karin, eso ya no importa, no le des más vueltas, lo pasado, pasado está… Pero sí te voy a decir una cosa –dijo girándose un poco- No me vuelvas a exigir cosas sin sentido. Sé que tenemos confianza y no me gustaría perderla porque abuses de ella, ¿entiendes? Me alegro de que estés tan trabajadora, Karin –abrió la puerta de salida y justo en el momento en el que iba a salir, la mira- Ah, y otra cosa, no me llames Uchiha-sama, ¿tenemos confianza, no? –acto seguido le guiña un ojo y se marcha.
-Desde luego, no hay nada que hacer con él –susurró cansino Suigetsu.
Sasuke había vuelto a tener a Karin comiendo de su mano con unas cuantas palabras. Aunque viendo la cara de alegría que tenía su amiga pelirroja, le hacía ver que convencerla no había sido en vano.
-¡Gracias, Suigetsu! ¡No sé qué habría hecho sin ti! –agradecía Karin abrazándole.
Eso es lo mismo que pensaba él… Si se alejara de ella, ¿Karin podría apañárselas sola? No, claro que no. Él había sido el amigo que siempre estuvo ahí, cuando necesitaba un hombro en el que llorar cuando tenía problemas con Sasuke, el que le aconsejaba y la cuidaba, el que le apoyaba en todo momento… Si tan sólo aquella chica se diera cuenta, le tendría a sus pies. Pero era algo que, por el momento, no iba a suceder.
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-¡Por fin llegaste! ¡Toma! –gritó Sakura mientras le daba a Shouta.
-Siento haber llegado un poco tarde. Es que me surgió algo de repente y no… -decía Sasuke intentando quitarse la chaqueta mientras pasaba a Shouta de un brazo a otro.
-¡Sí, sí, sí! ¡Lo que tú digas! ¡Ahora me tengo que ir! ¡No te olvides de darle el biberón a las nueve! ¡Ah! ¡Y dale un baño! ¡Sayonara! –ordenaba mientras cogía las llaves y el bolso y salía por la puerta. Todo se quedó en silencio hasta que Shouta se puso a llorar. Sasuke se puso inmediatamente a consolarlo cuando se abrió de nuevo la puerta- ¡Se me ha olvidado decirte que te prepares para cuando vuelva! ¡Los golpes que te voy a dar te van a doler y mucho! –gritó asomando la cabeza por la puerta. Cuando vio a Shouta llorar se acercó rápidamente a él- ¿Qué te pasa pequeño? ¿Por qué lloras cariño? Mamá Sakura vuelve pronto, te lo prometo, ¿vale? –decía con voz melosa. Shouta dejó de repente de llorar, miró a Sakura con ojos lastimeros, y haciendo pucheritos con la boca y estirando los bracitos, abriendo y cerrando las manitas, queriendo que lo cogiera- ¡Kyaaa! ¡Pero qué cosita más apachurrable, por Kami-sama! –gritaba Sakura con emoción. Sasuke suspiraba del cansancio- ¡Ven aquí! ¡Que te voy a comer enterito! –lo cogió de brazos de Sasuke y se puso a abrazarle y a besarle, haciendo que Shouta se riera.
-Ejem, ¿no era que llegabas tarde, Sakura? –preguntó Sasuke con una ceja levantada mientras se cruzaba de brazos.
-¡Es verdad! ¡Adiós! ¡Volveré pronto, peque! –y se fue.
Sasuke volvió a suspirar y se acercó al sofá, donde Sakura había dejado sentado a Shouta.
-Muy bien, campeón. Eres mejor que yo con las mujeres –dijo agachándose para estar a la altura de Shouta- Y… ¿Qué te parece si nos damos un baño de hombres? ¿Solos, tú y yo? –preguntó revolviéndole suavemente la cabellera anaranjada. Shouta le sonrió- Pues claro que sí quieres. Vamos, grandullón –dijo cogiéndole en brazos.
Y así es cómo comenzó aquella velada para solamente los dos hombres de la casa: Sasuke y Shouta. Iba a ser un poco extraño sin las órdenes y consejos y habladurías de Sakura, pero se las apañaba bastante bien.
O al menos eso es lo que creía él.
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Después de dos años voy a volver a verla. ¡Dos años! Dos años en los que di lo mejor de mí mismo y que al final ha servido para algo. Ella consiguió su sueño de ser una reconocida médico especializada y yo he conseguido un contrato lícito con una de las compañías de modelos más cotizadas del mundo. Ahora, volveremos a vernos en igualdad de condiciones, como mejores amigos que somos.
Me bajo del coche y observo el gran edificio que se alza en frente de mí. El gran hospital de Tokio sí que es tan magnífico como salía en la televisión. Incluso más.
Intenté entrar sin que nadie me reconociese, ya que últimamente mi fama había creado bastante expectación por todo el mundo. Sólo esperaba no tener que esperar más tiempo para poder verla al fin.
Llegué milagrosamente a la recepción del hospital y llamé la atención de la enfermera que se encontraba allí.
-Sumimasen, ¿podría decirme dónde se encuentra la consulta de la doctora Sakura Haruno? –pregunté educadamente.
La enfermera levantó la mirada y se quedó impresionada. Aquel gesto había sido tan normal en aquellos años que ya se había acostumbrado. Sólo un paso más y estaría con ella: con Sakura.
-¡Sasori-sama!

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