Resumen
2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.
Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.
Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…
Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…
Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.
Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.
Parejas que aparecerán en esta historia:
-SasuSaku (Pareja principal)
-NaruHina
-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)
-PainKon (Pain y Konan)
-SuiKa (Suigetsu y Karin)
-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)
-SasoSaku (Sasori y Sakura)
-JuuSaku (Juugo y Sakura)
sábado, 1 de septiembre de 2012
"¡Un problemón muy llorón!" <> CAPÍTULO 9
-Y eso fue todo… Toma –dijo Karin en un suspiro. Le tendió la taza de café a Suigetsu y se sentó a su lado en el sofá.
-¿Qué vas a hacer entonces? ¿Seguirás yendo detrás de Sasuke? –preguntó Suigetsu mirándola de reojo. Le dio un sorbo al café y se inclinó para dejar la taza en la pequeña mesa que había delante del sofá.
Karin se quedó mirando el líquido oscuro de su taza, pensativa.
Después de que se fuera del apartamento de Sasuke, lo único que hacía era pensar en las alternativas que tenía o que había tenido. Ella siempre se había visto al lado de su amado Sasuke, pero ahora que aquella realidad había cambiado, se sentía vacía por dentro.
Suigetsu, su mejor amigo, se había dado cuenta de que le pasaba algo y luego de convencer a Karin de que se lo contara, ella le invitó a su piso para pasar la tarde juntos.
Karin le contó lo extraño que había estado Sasuke últimamente, lo arisco y brusco de su humor y sus inminentes invitaciones a su apartamento. Para ella, aquel tramo de la historia estaba bien, porque hacía mucho que Sasuke no le otorgaba el honor de poder estar en su compañía. Aunque todo cambió cuando Sakura tuvo una “charla” con Sasuke. Los dos acabaron la discusión tan felices que cuando fueron a coger al bebé, éstos se hubieron reconciliado como si fueran una pareja casada formando una familia. Se dio cuenta de que ella allí sobraba y se fue sin decir nada. Seguramente ni se dieron cuenta. El chico escuchaba fielmente a su amiga, ocultando el disgusto y enfado que sentía hacía Sasuke de que hubiera utilizado a Karin de aquella manera. Quizás tendría una pequeña conversación con él en cuanto pudiera.
La pelirroja dio un pequeño sorbo y suspiró. Colocó la taza entre sus manos y subió los pies descalzos al sofá, sentándose con las piernas cruzadas. Se colocó un mechón de pelo detrás de una oreja y antes de hablar volvió a tomar un trago.
-No lo sé… Sasuke-kun ha representado un gran tramo de mi vida y si lo dejara ir me quedaría vacía, como si él fuera lo único por lo que he estado viviendo –dijo en tono bajo- Pero por otra parte, no quiero ir detrás de alguien que ya ha elegido a otra persona, sufriendo y dejando escapar mi vida así por así… Uf, todo esto es demasiado complicado y doloroso; ¡si tal vez no hubiera sido tan ingenua desde el principio, si tal vez hubiera sabido que Sasuke en realidad no me quería, si tal vez…! –su voz se fue apagando a medida que las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.
Inmediatamente, Suigetsu se acercó a ella y, después de quitarle la taza de las manos, la rodeó en un abrazo de consuelo y cariño.
-Hey, hey… Aquí todo el mundo sabía que Sasuke no era ningún santo, incluso tú –susurraba en el oído de Karin- Pero te enamoraste de él, Karin, y de eso si que no tienes ninguna culpa –dijo acariciándole el pelo.
Karin siguió llorando durante unos minutos más, desahogándose como sólo podía hacerlo delante de Suigetsu. Se estrujó todo lo que pudo al pecho del peliblanco, mientras él la retenía más fuerte entre sus brazos.
-Y, snif, snif, ¿qué puedo hacer ahora, Suigetsu? Snif, snif –decía entrecortadamente Karin, escondida en su pecho.
-Lo dijiste tú misma antes: debes buscar a alguien que te elija a ti –respondió con voz cariñosa mientras apoyaba levemente su cabeza en la de ella.
-Pero, ¿quién? Estoy segura de que ningún chico me va a querer por cómo soy, sino por el físico y otras cosas superficiales –resopló frunciendo el ceño y limpiándose bruscamente las lágrimas de sus ojos.
-¿Y tus amigos, qué? ¿Piensas que Juugo y yo nos hemos fijado en tu físico para ser tus amigos? –preguntó insistente Suigetsu mirándola fijamente a los ojos- Yo creo que hasta Sasuke valora que hayas estado a su lado todo este tiempo; no creo que realmente estuviera utilizándote de mala manera –dijo poniendo los ojos en blanco, hablando sarcástico. Karin soltó una pequeña carcajada, sonriendo.
-Yo creo que si Sasuke me ha mantenido a su lado durante todos estos años, será porque le habrá gustado algo de mí, ¿verdad? Dejando a un lado mi perfecto físico y todo eso –dijo Karin con tono pícaro mientras guiñaba un ojo.
-Jajaja, así es, pequeña creída… ¡Aquí está nuestra Karin! –dijo alegre Suigetsu al ver que su amiga se animaba poco a poco.
Karin rio ampliamente, abrazándose a su amigo. Entre tanta risa, juego y broma, los dos perdieron el equilibrio y cayeron al suelo, dándose un golpe contra la mesilla.
-¡Au! ¡Mira que eres torpe, zanahoria! –dijo riéndose Suigetsu.
-¡Ja! ¡Pero si has sido tú el que ha perdido el equilibrio, pez gordo! –contestó con molestia fingida Karin.
Karin, quien estaba encima de Suigetsu, acercó su cara sonriente a la del chico y le dio un pequeño pico en los labios. Suigetsu se sonrojó inmediatamente.
-Gracias, Suigetsu. No sé qué haría sin ti –dijo amablemente mientras su sonrisa se hacía más grande.
-Creo que cuanto más me hagas saber que no podrías hacer nada sin mí, más me enamoraré de ti –dijo en tono burlón, sonriendo de medio lado.
Karin puso gesto extrañado, confundida por lo que había dicho Suigetsu y por el tono en que lo había hecho. Su amigo era tan impredecible, que tampoco pudo ver llegar aquel beso que le hizo abrir los ojos de par en par. Era un beso tan dulce y tan tierno que le fue difícil resistirse a él. No era para nada como los besos de Sasuke. Era incluso mejor. Suigetsu hizo un suave movimiento que hizo que Karin quedase tumbada en el sitio donde antes había estado él, permitiendo que la pelirroja sintiese la cercanía y la calidez de Suigetsu. El peliblanco se apartó un poco y mirando fijamente con ojos suplicantes a Karin, dijo:
-Y en cuanto más sepas que estoy loco por ti, más te darás cuenta de que soy ese hombre al que buscas –murmuró con voz anhelante.
-Suigetsu… -susurró sorprendida y a la vez emocionada.
Como respuesta, Karin le volvió a besar. Rodeó con sus brazos el cuello de Suigetsu y lo atrajo más hacia ella. Él pasó sus brazos por su espalda y la levantó del suelo, quedando abrazados.
Por fin, Karin sabe que es lo que mejor le conviene.
Por fin, Suigetsu tiene lo que siempre ha deseado.
Por fin, felices.
Por fin, juntos.
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Un coche aparcó cerca del gran parque de cerezos, a las afueras de la ajetreada ciudad de Tokio. Del coche bajaron una pareja: el hombre caminó hacia la parte trasera del bólido, abriendo el maletero; la mujer abrió una de las puertas traseras y, después de haber desatado al bebé de su silla, lo cargó en brazos y lo colocó en la sillita de paseo que el pelinegro había sacado del maletero.
La pelirrosa cogió una pequeña bolsa que colgó en la sillita, y después comenzaron a caminar.
Sakura guiaba la sillita, en la que Shouta observaba con los ojos bien abiertos los numerosos cerezos que habían perdido sus flores y solo quedaban pequeñas hojas verdes, marrones, naranjas y amarillas. El otoño se acercaba. Sasuke sonreía divertido ante la reacción sorprendida de Shouta.
Pasearon durante media hora hasta que llegaron a un pequeño parque infantil, donde pararon para descansar y dejar jugar a Shouta.
Sasuke acompañó a Shouta cuando lo montó encima de un caballito que se movía adelante y atrás sobre un muelle de metal. Lo sujetaba para que no se cayera y reía con él ante la diversión que se reflejaba en la cara del pequeño. Sakura, mientras, hacía fotos y vídeos con la nueva cámara que le había comprado Sasuke. Fue un regalo muy especial para ella, sobre todo porque le permitía guardar todos los bonitos y tiernos recuerdos que vivía junto a Sasuke y Shouta.
Después dieron de merendar a Shouta: un poco de fruta y yogurt. Esta vez, Sasuke aprovechó para echar unas cuantas fotos y hacer algunos vídeos graciosos de alguna escena divertida de Shouta comiendo.
-Ajó, ajó, ajó –decía con voz tierna Sakura, cogiéndole las manitas a Shouta.
-Ajg…o, ajgo, ¡ahgo! –intentaba repetir Shouta, subiendo y bajando el tono de voz, abriendo y cerrando la boquita, probando su dulce voz.
-Creo que todavía le queda un poco para poder hablar –dijo Sasuke sonriente mientras le revolvía cariñosamente el pelo a Shouta, haciendo que el pequeño se llevara sus manitas a la cabeza, con el ceño fruncido y con la boca formando un pequeño puchero.
Sakura le dio un beso en la frente a Shouta y lo volvió a colocar en la sillita de paseo. Siguieron caminando, hablando sobre cosas triviales y cotidianas, hasta que se hizo un silencio y Sakura dijo:
-Sasori va a pasarse mañana por la tarde a hacernos una visita –soltó un tanto cohibida por cómo podría reaccionar Sasuke.
Para sorpresa de la pelirrosa, el pelinegro no dijo nada, y si aquella noticia le molestó, no lo pareció.
Sasuke se esperaba una inminente visita del pelirrojo, ya que sus salidas con Sakura habían decrecido desde aquella “promesa” mutua que se hicieron. Había pasado una semana desde aquello, y sabía que Sasori habría notado aquel cambio y sabía que era necesario hacer las presentaciones cuanto antes. Pero Sasuke no le iba a dejar ganar terreno esta vez. No otra vez.
-Me parece bien; pero no podremos demorarnos mucho porque tenemos una cena con Naruto e Hinata después, ¿recuerdas? –dijo con voz tranquila y calmada Sasuke mientras miraba a Sakura.
-Tsk, es verdad; se me había pasado por completo –dijo golpeándose levemente con la palma de su mano en la frente. Después suspiró- Supongo que será una visita rápida –murmuró haciendo una mueca.
-¿Y por qué no le llamas y le dices que venga otro día? –preguntó con obviedad Sasuke.
-Porque mañana por la tarde es el único tiempo libre que tiene esta semana, además de que el resto del mes lo tiene cogido para la grabación del anuncio de una nueva marca de ropa –respondió con voz cansada, como si ella supiera el trabajo que todo ello conllevaba.
-“Sí, claro. Y los días que sale contigo no tiene problemas para tener tiempo libre” –pensó Sasuke bufando con molestia.
-Vamos, Sasuke, no refunfuñes tanto –dijo Sakura dándole un golpe cariñoso en el brazo- Ya te he dicho que no le conoces todavía; no sé por qué tanto rencor –dijo mirándole de reojo mientras sonreía juguetona.
-Lo sabes de sobra –respondió con una sonrisa ladina.
Se acercó a ella y le pasó un brazo por sus hombros. Quedaron cadera con cadera. Sakura le pasó un brazo por la cintura a Sasuke y se agarró a la camiseta que llevaba.
Cada uno llevaba su mano libre en el mango de la sillita, dirigiéndola por el camino, abrazados.
Mientras, Shouta se iba quedando dormido, preparado para echarse una pequeña siesta, bajo las cálidas sonrisas de sus “papás”.
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Ding, dong… Ding, dong…
-¡Oh, no! –gritó una Sakura muy atareada- ¡Sasuke ábrele tú! –volvió a gritar mientras cogía a Shouta.
Sasuke, quien estaba tranquilamente sentado en el sofá leyendo un libro, hizo una mueca de fastidio, chasqueó la lengua y se levantó con el libro en la mano. Se acercó al telefonillo, le dio a un botón y se encendió la pantalla dejando ver la imagen de Sasori. Sonrió al ver la impaciencia en el rostro del pelirrojo y decidió hacerle esperar unos momentos más. Vio como se metía y se sacaba nerviosamente las manos de los bolsillos del pantalón. Antes de que pulsara otra vez al timbre le abrió la puerta de entrada.
Se dio la vuelta y volvió a sentarse. Abrió el libro por dónde lo había dejado y siguió leyendo. Total, veinticinco plantas no se suben en dos segundos. Bufó divertido ante aquel pensamiento. No conocía al pelirrojo y ya le gustaba molestarle. Tal vez porque conocía sus intenciones.
Pasaron unos minutos, y justo cuando sonó el timbre de la puerta del apartamento, Sakura ya estaba saliendo de la habitación de Shouta, con el pequeño ya vestido. Lo metió en el parquecito y se quedó mirando unos momentos a Sasuke con mirada reprobatoria.
-Sasuke, deja ya de leer y levántate –ordenó Sakura yendo hacia la puerta.
-Hmp –Sasuke dejó el libro en una estantería al lado de la televisión.
Se colocó a unos pasos por detrás de Sakura, quien ya estaba abriendo la puerta.
-¡Sasori! –dijo alegre mientras le daba un pequeño beso en la mejilla.
-Konichiwa –contestó sonriente mientras entraba en el apartamento- ¡Vaya! No sabía que vivierais en el último piso, además de tenerlo todo cogido –dijo alucinado mirando la gran amplitud del apartamento.
-Sí… Es que a Sasuke le gusta vivir a lo grande –dijo colocándose al lado de Sasori y mirando al susodicho.
Sasuke sonrió amablemente, aparentando calma.
-Cuanto más grande, mejor –respondió Sasuke con voz tranquila y un poco inquisidora.
-Exacto –dijo Sasori, devolviéndole la sonrisa, indudablemente falsa, al igual que la suya- Mucho gusto en conocerte, Sasuke –se presentó cordialmente Sasori extendiendo una mano.
-Igualmente, Sasori –respondió del mismo modo Sasuke.
Se dieron un apretón de manos fuerte, mirándose fijamente, intercambiando claras indirectas e intenciones.
Sakura los miraba minuciosamente, sin querer perderse ningún detalle de aquella presentación. De momento, la actitud molesta de Sasuke hacia Sasori no había hecho gala de su presencia. Y eso era buena señal, ¿no?
-Em… Sasori, ven. Todavía queda alguien por presentarse –dijo Sakura cuando Sasuke y él terminaron de darse la mano.
Sasori siguió a Sakura por la sala hasta llegar delante del sofá donde estaba el parquecito. Se inclinó sobre él y sacó a Shouta en brazos.
-Sasori, te presento a Shouta –dijo alegre Sakura mientras se acercaba a Sasori.
-Hola, enano –contestó sonriente Sasori mientras le acariciaba una mejilla con el dedo.
En cuanto Sasori le tocó, Shouta se apartó bruscamente y se escondió en el cuello de Sakura, con cierta timidez.
-¿Shouta? Vamos, dile hola a Sasori –dijo Sakura entre divertida y extrañada por la reacción del bebé.
Ella le cogía una manita para que hiciera un pequeño saludo con la mano, pero Shouta se le resistía soltando pequeños quejidos de negación. Sasuke se acercó con gesto divertido. Nunca habría pensado que el pequeño le tendría aversión a Sasori. Le hacía una gracia tremenda.
-¡Ah! Gagagagaga, ¡ahhh! ¡Gaaa! –gritaba Shouta con gesto afligido mientras extendía sus bracitos hacia Sasuke.
-Buf, cógelo Sasuke –dijo Sakura extendiéndole el bebé a los brazos de Sasuke.
-Eh, ¿qué pasa pequeño? ¿No quieres conocer a Sasori? –preguntaba Sasuke a Shouta, quien al estar en brazos del pelinegro, su gesto se volvió feliz.
Cuando le preguntó, el pequeño frunció un poco el ceño y abrazó a Sasuke por el cuello, ocultándose.
-¡Ga! –fue la respuesta de Shouta, que movió levemente pero muy rápido la cabecita a modo de negación.
Los tres rieron ante aquella respuesta tan rotunda y decidida de Shouta.
-Lo siento, Sasori. Shouta lleva unos días de “papitis aguda”. Tiene fijación con Sasuke –explicó Sakura mientras le acariciaba suavemente la cabecita. Shouta seguía sin soltarse de Sasuke.
-Bah, no te preocupes, no se me han dado bien los niños nunca –dijo Sasori- Es un bebé muy inteligente; parece que te entiende y te escucha en todo momento –dijo sorprendido Sasori.
-Sí, la verdad es que aprende muy rápido y a veces hasta parece una persona mayor en el cuerpo de un bebé –respondió divertido Sasuke.
Shouta se separó de Sasuke y sonrió a todos los presentes, con una sonrisa dulce y alegre.
-¿Alguien quiere algo de beber? –preguntó Sakura.
-No, gracias –contestó cariñosamente Sasori.
Sasuke negó con un movimiento de cabeza mientras dejaba a Shouta otra vez en el parque.
-Vale. Pues permitidme unos minutos que todavía estoy a medio preparar, ¿vale? –anunció Sakura mientras entraba por el pasillo.
-Es cierto. ¿Tenéis una cena, no? –preguntó Sasori mientras se sentaba en un extremo del sofá.
-Sí, dentro de media hora –respondió Sasuke sentándose en el otro extremo.
Con aquello, Sasuke quería decir: “Te queda poco tiempo, amigo”. Los dos miraron hacia el pasillo por el que se había marchado Sakura. Escucharon el sonido de la puerta al cerrarse y los dos, como unos resortes, se volvieron a mirar, pero esta vez con los ojos entrecerrados, tanteando la posibilidad de quien comenzaría primero la batalla.
Hasta Shouta dejó de jugar con sus juguetes al sentir la tensión entre aquellos dos adultos. El pequeño, que estaba en medio de ellos dos, se los quedó mirando con carita incrédula, moviendo los ojos del pelinegro al pelirrojo.
-¿Qué pretendes, Sasori? –preguntó Sasuke con un tono inquisitivo y serio.
Sasori entrecerró aun más los ojos, casi cerrándolos del todo.
-¿Qué es lo que pretendes tú? –preguntó Sasori inclinándose levemente hacia delante- Sé que es por ti que Sakura y yo hemos dejado de vernos tanto.
-¿Te lo ha dicho ella o lo has estado pensando? –preguntó Sasuke sonriendo altaneramente. Sasori abrió la boca para hablar pero Sasuke se le adelantó- Seguramente que lo hayas deducido por tu cuenta. Después de todo, eso es cosa de “ella y mía” –pronunció aquellas tres últimas palabras con una mirada peligrosa.
-¿Acaso ella te importa tanto que le prohíbes que nos veamos a menudo? Por lo que yo sé, no os llevabais muy bien –dijo Sasori levantando levemente las comisuras de los labios, en una sonrisa astuta.
-“No nos llevábamos muy bien”, tú mismo lo has dicho –contestó Sasuke serio- Ahora las cosas han cambiado; nosotros hemos cambiado –dijo mirando levemente a Shouta, que los miraba atentamente desde el parquecito.
-Sí, parece que le has lavado el cerebro a Sakura con tu comportamiento paternal y tu porte de modelo de primera –dijo Sasori apretando sus manos en puños.
-Uy, uy, uy… Me parece que alguien tiene envidia –espetó Sasuke sonriendo triunfal.
Lo que le encantaba sacarle de quicio. Y eso que es la primera conversación que tenían.
Sasori se puso rojo de rabia.
-Mira, Uchiha, a mí no me vengas con chiquillerías; sólo quiero que dejes a Sakura en paz, que tenga la libertad de hacer lo que quiera –dijo con tono de advertencia.
-Sí, claro, y de paso te la pongo en bandeja de plata para que te la quedes para ti solo –dijo con voz burlona.
-Tú no sientes nada por ella, ¿verdad? Entonces no tendrás ningún reparo en que me la quede yo –al ver que Sasuke se había quedado callado, sonrió- Además, ya tenías las de perder; yo la conozco desde que tengo uso de razón, y tú desde hace dos años. Lo de Shouta solo ha sido un contratiempo que hace que la balanza se incline un poco hacia ti. Con el tiempo, yo también sería un buen padre –dijo apoyando la espalda en el respaldo y saludando sonriente a Shouta que lo miraba con un poco de desconfianza.
Esta vez fue Sasuke quien perdió los estribos. Apretó los dientes en señal de clara tensión e incomodidad. No iba a permitir que ese modelo pelirrojo de pacotilla se llevara a Sakura y a Shouta.
-Me gusta Sakura –declaró cortante Sasuke- No te voy a dejar el camino libre si es eso lo que pensabas.
Aquello era verdad: le gustaba Sakura. Y mucho. Y la posibilidad de que ella se fuera con S asori lo ponía muy triste y furioso. Y después estaba Shouta. Gracias a él se había dado cuenta de los cercanos que eran Sakura y él. Gracias a él podía ver el mundo de otra forma. No, definitivamente no iba a dejarlos ir.
Sasori se sorprendió ante aquella revelación.
-Pero a mí no me gusta: yo la quiero –dijo Sasori con voz decidida- La quiero tanto que haría lo que fuera por ella, incluso dejaría que se fuera contigo –miró a Sasuke con ojos serios- Pero no pienso rendirme. Haré saber a Sakura mis verdaderos sentimientos tarde o temprano, pero para entonces ya habré conseguido conquistarla, ya lo veras.
Sasuke se le quedó mirando, examinando las palabras del pelirrojo. Se dio cuenta de que lo decía en serio, de que en verdad la quería. Le tranquilizó saber que, por lo menos, Sasori no era de esos obsesos que abusaban de las mujeres. Aun así, dejó que los celos le mantuvieran alerta.
-¿Y qué te hace pensar que yo te lo voy a poner fácil? Aunque todavía no sé lo que en realidad siento por Sakura, sí sé que nos une algo muy fuerte. No voy a permitir que aproveches mi indecisión para llevártela, a ella y a Shouta -declaró Sasuke con mirada amenazadora.
-En el amor y la guerra, vale de todo, ¿no es así? –dijo Sasori con una sonrisa prepotente.
Sasuke también sonrió, perverso.
-Sabía que dirías algo como eso… Por eso, me he permitido un pequeño adelanto en nuestra pequeña “batalla” –Sasori le miró extrañado. Sasuke se apoyó en el respaldo del sofá y colocó los brazos extendidos sobre el respaldo- ¿Sabías que Sakura besa de maravilla? –soltó de repente, cogiendo a Sasori desprevenido. Lo miró de reojo y dejó aflorar una sonrisa ladina en sus labios.
Que… ¿Qué ese casanova de Uchiha había besado a Sakura? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? Sasori sintió como la sangre le hervía de la furia que sentía. El pelinegro le estaba tomando el pelo y le estaba humillando, además. Y Sakura no le había dicho nada sobre aquello. Se ponía que los mejores amigos se cuentan todo, y ella, aunque no le guardaba rencor, le había mentido sobre sus sentimientos hacia el pelinegro.
-Serás ca… -comenzó diciendo iracundo Sasori.
-¿Qué tal, chicos? ¿De qué habláis? -preguntó Sakura saliendo del pasillo.
Inmediatamente, los dos chicos miraron en su dirección. Se quedaron maravillados ante el hermoso aspecto que presentaba Sakura: un vestido ajustado de varios tonos de gris que le llegaba un poco más arriba de la rodilla, con una chaqueta de cuero negra y unos tacones negros de charol que hacían que sus, ya de por sí, largas piernas, fueran interminables. Sus orejas estaban adornadas por unos bonitos pendientes de plata largos que, junto con el perfecto recogido de su pelo y los detalles negros y plateados del maquillaje que rodeaba sus enormes orbes esmeraldas, hacían que los perfiles de su perfecta cara fueran más felinos. Vestía con un estilo casual y elegante, con un punto de rebeldía que tanto les gustaba a los hombres.
-De… nada –respondieron los dos a la vez, un poco idos y embobados.
Los dos se volvieron a mirar, molestos por haber contestado lo mismo. Vieron que Sakura se había dado la vuelta para coger su bolso que estaba colgado de una percha. Sakura se volvió un poco y los miró con una ceja levantada, no creyendo que no estuvieran hablando de nada. Sasori le sonrió.
-Bueno, sí… Estábamos hablando del último libro que se está leyendo Sasuke, ¿verdad? –dijo Sasori con amabilidad, pero con claro enojo en su mirada.
Sasuke asintió, mirando de reojo a Sasori con desconfianza.
-Ah, sí; bueno, se me ha hecho ver que era “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen, ¿no? –preguntó Sakura con el ceño fruncido mientras buscaba algo en el bolso.
A Sasuke se le cortó la respiración. Vio que Sasori le miraba con burla en los ojos. Sasuke se sonrojó de la vergüenza al asentir a la pregunta. Bueno, sabía que “Orgullo y prejuicio” no era muy masculino que digamos, pero le gustaba la literatura antigua y aquel libro figuraba entre sus favoritos. Además, había visto sus películas. ¿No podía tener sus momentos sentimentales? ¡Qué se joda el mundo si no le parece bien! Pero reconocerlo delante de su “rival” hacía que su “orgullo” quedase dañado.
-Oh, no pensaba que te gustara la literatura romántica, Sasuke –dijo Sakura divertida, pasando por delante de ellos para recoger a Shouta.
Sakura le sonrió burlona mientras se agachaba en el parquecito. Sasuke hizo una mueca de disgusto. Notó que Sasori soltaba una pequeña risita inaudible, haciendo que Sasuke le fulminara con su famosa mirada asesina.
-Pero me alegra mucho saber que tenemos los mismos gustos con respecto a la lectura –añadió sonriente Sakura, reincorporándose con Shouta en los brazos.
Sasuke le devolvió la sonrisa y miró a Sasori con ojos escépticos, haciendo que éste se cruzara de brazos y refunfuñara por lo bajo.
En ese momento, se escuchó el tono de llamada de un móvil. Sasuke se levantó del sofá diciendo que era el suyo. Fue a su habitación, lo cogió y descolgó:
-¿Sí?
-¡Teme! ¡Llevo llamándote desde hace media hora!
-¿En serio? –apartó el móvil de su oreja y vio la lista de llamadas perdidas: 15 en total. Todas de Naruto. Suspiró- Lo siento, no lo había escuchado hasta ahora.
-Sí, vale, bueno te llamaba para decirte que la cena va a ser en “TokioBlues”, ¿sabes dónde es?
-Sí, por supuesto –contestó Sasuke sin prestar atención a la conversación.
Estaba preocupado en vigilar a Sasori con Sakura, por si acaso pasaba algo que le diera la victoria al pelirrojo. De momento, estaban los dos hablando sonrientes mientras que Shouta miraba no muy convencido a Sasori.
-Oye, ¿te pasa algo? Es como si te molestara algo.
-Pues claro, que estoy molesto: tengo a Sasori en mi salón en estos momentos –dijo aún más molesto al ver cómo el pelirrojo le acariciaba el brazo a Sakura.
-¿En serio? ¿Habéis hablado?
-Claro que sí. Como tú y yo sospechábamos, Sasori va detrás de Sakura –contestó entre dientes.
-Entonces, ¿tú qué le has dicho?
-¿Que qué le he dicho? –expetó con tono obvio- ¡Que ella también me gusta, dobe! –dijo en tono muy alto. Cuando se dio cuenta del volumen en que lo había dicho, se acercó a la puerta y la cerró- ¿Sigues ahí, Naruto? –al otro lado de la línea se escuchó la suave voz de Hinata.
-¿Sasuke? Soy Hinata.
-Ah, hola, ¿Naruto se ha ido? –preguntó extrañado.
-No, sólo le he pedido si podía hablar contigo un momento.
-Dime –dijo Sasuke un tanto impaciente.
-No he podido evitar escuchar que Sasori-kun está ahí con vosotros, y cómo la primera vez que nos vimos no pudimos hablar mucho, me preguntaba si le gustaría venir a la cena de esta noche con nosotros… Me gustaría volver a verle después de todo este tiempo.
-¿Cómo? Perdona, Hinata pero pensaba que ya teníais reservada la mesa para cuatro –inquirió Sasuke ansioso porque cambiara de opinión.
-Tranquilo Sasuke-kun, por una persona más no pasa nada. Anda, hazlo por mí… Por favor, te lo pide tu mejor amiga.
-Em, Hinata, ¿puede ponerse Naruto? –preguntó preocupado por ablandarse y aceptar. Se imaginaba a Hinata poniendo esa cara de niñita abandonada que siempre le ponía para conseguir algo que deseaba. Además, su tono de voz era de suplica infantil que difícilmente podía pasarse inadvertida.
-De acuerdo, pero si cuando llegue el momento Sasori-kun no entra por la puerta del restaurante con vosotros… Mejor que te fueras preparando para lo peor, Uchiha.
Y se hizo el silencio en la línea. Sasuke se había quedado pasmado con aquella inquietante amenaza. Era sí o sí. No le quedaba opción. No sabía si daba más miedo la Hinata dulce y persuasiva o la Hinata seria y amenazante.
-¡Hey, teme! ¡Lo siento, pero no puedo hacerle cambiar de opinión! No sé que demonios le habrá dado ahora con Sasori. Me tengo que ir. Os esperamos dentro de diez minutos allí. Sayonara.
Y colgó. Naruto parecía alterado y preocupado, ya que lo había dicho todo deprisa y corriendo. Seguramente para no cargar con la bronca de Sasuke al no haber podido hacer nada.
Se quedó escuchando el incesante “pi” de la línea, todavía sin registrar lo que había escuchado. Cuando volvió en sí, bajó el móvil y se lo quedó mirando con cara de fastidio.
-¡¿Pero qué coño?! –gritó exasperado- ¡No me toquéis los cojones! ¡Joder! –gritaba casi tirándose de los pelos.
-¿Sasuke? ¿Te encuentras bien? –se escuchó al otro lado de la puerta. Sakura seguro que habría escuchado los gritos y se habría preocupado.
Sasuke respondió con un gruñido que hizo que Sakura mirara la puerta como si allí dentro hubiese un animal al cual le estuviera dando un ataque epilectico o algo parecido. Iba a abrir la puerta, pero de repente se abrió y dejó a la vista a un Sasuke un poco malhumorado. Pero solo un poco (notese la ironía xD). Le dirigió una mirada a Sakura que le quedó claro que no estaba enfadada con ella, y después se dirigió al salón, donde le preguntó a Sasori si quería acompañarlos a la cena, por invitación de Hinata que tenía muchas ganas de verle. Como era de suponer, Sasori aceptó encantado.
Sakura sonrió para sí al encontrar sentido al enfado de Sasuke. El pelinegro pensaba que se iban a quitar del medio a Sasori en cuando se fueran a cenar, pero parece ser que su suerte no estaba con él esta vez. Aún así invitó a Sasori con la mejor cara y el mejor humor que pudo en aquel momento. Sabía que lo estaba haciendo por Hinata y le contentaba aquello. Además, albergaba la esperanza de que se hicieran amigos con el tiempo aunque fuese difícil por ahora. Así que cuando se montaron en el coche, le dio un pequeño beso a Sasuke para agradecerle aquel detalle que ponía a prueba su paciencia y su orgullo.
Iba a ser una noche demasiado larga.
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