Resumen
2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.
Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.
Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…
Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…
Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.
Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.
Parejas que aparecerán en esta historia:
-SasuSaku (Pareja principal)
-NaruHina
-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)
-PainKon (Pain y Konan)
-SuiKa (Suigetsu y Karin)
-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)
-SasoSaku (Sasori y Sakura)
-JuuSaku (Juugo y Sakura)
domingo, 24 de junio de 2012
¡Un problemón muy llorón! <> CAPÍTULO 3
Sé que he tardado un montón pero aquí os traigo el tercer capítulo de vuestra historia favorita ;D
Bueno, espero que os guste y yo ya no me enrollo más porque bastante ya habéis esperado xD
¡Qué lo disfrutéis!
¡Sayonara minna! >.<
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-¡Lo sabía! ¡Ese maldito Sasuke! –gritaba una enfurecida Konan.
-Konan, cariño… -contestó suspirando Pain.
Los dos estaban en el coche, camino al orfanato del distrito de Ginza, orfanato al cual Itachi les había dicho que iban a dejar al crío.
-¡Ni cariño, ni nada! ¡Ya le vale a Itachi! ¡”Por favor, dale una oportunidad a mi hermano”! –exclamó imitando a Itachi- ¡Mírale! ¡La primera oportunidad que le damos y lo primero que hace es meter a NUESTRO HIJO en un orfanato! ¡Y encima de que todo esto es culpa de Itachi y él ni siquiera está aquí! ¡Podría venir de los malditos EEUU y ayudar un poco, ¿no crees?! ¡Es lo menos que puede hacer encima de que…! –y siguió retrucando y repitiendo sus mismos argumentos durante todo el camino.
A la vez de que esta situación era un pelín preocupante, a Pain no le dejaba de hacer gracia. Desde luego, Itachi les iba a deber una muy gorda, sobre todo a Konan. No se perdería la cara que pondría su amigo cuando la fiera de Konan se echase encima de él.
Sonrió. Aunque le duró poco porque su cabeza no dejaba de darle vueltas a miles de planes que podría llevar a cabo para que su pequeño no fuera dado en adopción y para que, al final, por mucho que le costara admitirlo, que Sasuke no tuviera otro remedio que quedárselo.
Mientras que su mujer seguía quejándose, el coche paró en un semáforo. Pain escuchaba sin interés a Konan, pues sabía que se repetía más que un loro, cuando de repente se le ocurrió una gran idea.
Idea que no se la iba a esperar ni siquiera alguien tan inteligente como Sasuke.
-Shhh… Calla un momento, Konan. Tengo una idea –anunció sonriente Pain. La mujer se calló de momento y le miró interesada. Cuando a su marido le venían ideas a la cabeza, lo más probable es que las situaciones en las que se encontraran en algún momento solían salir bien paradas.
El semáforo volvió a ponerse en verde, al tiempo que Pain comenzaba a relatarle lo que había pensado. A cada palabra que decía, Konan abría más y más los ojos hasta que Pain terminó y entonces dejó escapar un chillido de alegría, abrazando eufórica a su marido. El coche fue haciendo zigzag hasta que Pain pudo tomar otra vez el control.
-¡Konan! ¡Casi nos matamos! –gritó asustado Pain- Un poco más y no sobrevivimos antes de volver a ver a nuestro hijo…
-¡Lo siento! ¡Pero es que tu idea es la mejor, cariño! ¡No me podía contener! ¡Jajaja! –comentaba alegremente.
-Vale, vale… -dijo sonriendo ante el buen humor que había recuperado- Ahora vamos a parar en una cafetería; no va a hacer falta que hagamos nada y me vendrá bien un café, ¿qué te parece?
-Lo que quieras –contestó más relajada Konan.
Pararon en una cafetería a dos manzanas del distrito de Ginza y se pidieron dos cafés. Cuando se los trajeron, Pain tomó un sorbo del suyo y sacó su móvil. Marcó un número y bajo la controladora mirada de Konan, esperó a que le cogieran el teléfono.
-¿Sí? –preguntó una suave voz de hombre al otro lado.
-¿Hidan? ¿Está contigo también Deidara? –preguntó a su vez Pain.
-Pues claro, como siempre, por desgracia –comentó sarcástico Sasori haciendo que Pain soltara una carcajada- ¿Qué pasa? Nunca llamas muy seguido y cuando lo haces es por algo de especial importancia.
-Es que es algo de importantísima importancia –dijo serio mientras miraba a Konan que le hacía un gesto de asentimiento para que continuase.
-Bueno, ¿y de qué se trata?
Pain le contó toda la historia, desde la petición de Itachi, la separación de su hijo Shouta, hasta la situación en la que se encontraban ahora.
-Lo que quiero es que me ayudéis a “obligar” cerrar todos los orfanatos de Tokio y, si podemos, de todo Japón; Sasuke no se da por vencido muy fácilmente y seguro que viajaría si hiciera falta hasta Sapporo para encontrar un orfanato para librarse de Shouta –dijo con voz grave.
-¿Has perdido el juicio? –preguntó indignado Hidan al otro lado de la línea- Puede haber más de 3.000 orfanatos en todo Japón; no podríamos convencer a todos, ni aunque sea temporalmente como tú has dicho –dijo molesto Sasori.
-Bueno pues tendremos que chantajearlos –dijo indiferente Pain- El dinero en cuestiones benéficas, y sobre todo en orfanatos, es muy demandado. ¿Podríais probar, no? No perdéis nada intentándolo –se hizo un silencio incómodo- Además, tenéis suficientes socios como para acabar este trabajo en poco tiempo; yo también entraré en el plan. ¿Qué me dices?
-¡Qué estás loco! ¿Por qué debemos hacer esto por tu hijo? ¡Sois vosotros los que le habéis metido en este lío! –levantó tanto la voz que lo pudo escuchar toda la cafetería. Todos se quedaron en silencio y los miraron.
Konan frunció el ceño y Pain supo que le esperaba una buena a Hidan por resistirse. Ella estiró el brazo sobre la mesa y abrió la palma de la mano, para que le pasase el móvil. Pain suspiró y dijo:
-Te has metido en una buena, amigo –dijo condescendiente.
Hidan empezó a preguntar por la advertencia de su amigo pero se quedó callado cuando escuchó la voz de Konan:
-Hidan –saludó con voz gélida.
-¿Konan? –preguntó no muy convencido por lo que estuviera a punto de pasar.
-Escúchame bien, Hidan… Como no colabores con nosotros por la seguridad de mi hijo te juro por tu vida que le diré a tu mujer que te gastaste una millonada en aquel pack especial de inscripciones religiosas chinas, ¿me entiendes? –advirtió con voz peligrosa Konan. Pain sonrió divertido al escuchar la afirmativa nerviosa que le daba Sasori a su esposa. Konan era una maestra de los chantajes y Hidan era un pobre coleccionista de objetos religiosos que había tenido la desgracia de ser su víctima.
Cuando Konan colgó con una sonrisa en su cara, comprendió que el plan ya estaba en marcha. Le pasó el móvil y él se acercó para darle un pequeño beso.
-Eres la mejor –susurró Pain.
-Somos los mejores –contestó Konan devolviéndole el beso.
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-¡Mierda! –masculló un hombre de pelo blanco mientras apretaba su móvil en la mano.
-¿Qué? ¿Otra vez han utilizado contra ti tus valiosas pertenencias religiosas, me equivoco? –preguntó otro hombre sentado en un sillón del despacho. Era rubio, de pelo largo recogido en una coleta, y de ojos grandes y azules. Tenía una especie de arcilla blanca entre las manos tatuadas con dos bocas dentadas y sonrientes- Desde luego… La verdad, es que no sé para que las quieres; no es arte ni nada parecido, sólo objetos que, a lo mejor, ni son sagrados ni nada… -comentó indiferente, encogiéndose de hombros.
-¡Cállate, necio! –gritó Hidan mientras se daba la vuelta y encaraba a Deidara- ¿Acaso tus nulas invenciones de arcilla son más importante que mis creencias religiosas? Te recuerdo que por culpa de “eso” –dijo con voz despectiva y señalando con la cabeza a la masilla blanca que el rubio tenía entre sus manos- a lo que llamas arte, te costó uno de tus edificios pertenecientes a tu empresa. ¿Desde cuándo se mete material explosivo dentro de la arcilla? ¡Pirómano! –espetó descontrolado.
Deidara se levantó del sillón con semblante serio, y señalando con un largo dedo a Hidan exclamó:
-¡¿Estás poniendo en duda la concepción de mi arte?! ¡Mi arte no es como ningún otro! ¡Mi arte es explosivo! ¡Es explosión! –gritó de forma dramática. Hidan le miró con una ceja levantada. Pensaba que el hombre que estaba delante suyo estaba loco. De pronto, Deidara se recompuso de su frenesí y volvió a ponerse serio- Lo tuyo no es más que una obsesión. Por lo menos, a mí me ha servido para crear un nuevo medio explosivo para introducir en el mercado, mientras que tus “creencias” no aumentan tus ingresos, sino que los decrece –dijo sonriendo altanero- ¡Ja! ¿Cómo te comes eso ahora, eh, jefe? –preguntó carcajeándose.
Hidan se puso rojo de rabia, y apretando los puños dijo:
-¡Ugh! ¡Me sacas de quicio! ¡Ni siquiera sé por qué dejo que te quedes aquí! ¡Corro el riesgo de que salgamos todos volando por culpa de “eso” que tienes en la mano! –dijo señalando otra vez la arcilla- ¡Tienes más edificios en donde trabajar y aun así vienes siempre aquí –terminó desesperado.
Deidara se volvió a sentar y luego le respondió con una sonrisa alegre:
-Bueno, reconoce que me echarías de menos si me voy de aquí; adoras nuestras pequeñas broncas. ¡Reconócelo, anda! –dijo amistoso.
Hidan, ante el argumento de Deidara, se calmó poco a poco, y finalmente suspiró cansado.
-Mejor cállate y ayúdame con este embrollo –dijo con fastidio. Se sentó bruscamente en su sillón y sacó una pequeña agenda de un cajón.
-¿En serio tenemos que hacer esto? No podemos desperdiciar tiempo con todo esto –dijo con voz infantil Deidara.
-¡Vamos a hacerlo y punto! –espetó con autoridad Hidan- ¡No pienso ganarme otra riña de mi esposa por comprarme sin su consentimiento más objetos sagrados! –dijo preocupado. Deidara sonrió divertido ante el miedo de su amigo.
-Venga, de acuerdo –aceptó Deidara- Lo hago porque eres mi amigo y porque si tu mujer se enfada y te quita tus pertenencias sagradas, tendré que aguantarte llorando todos los días –sonrió altanero- Llamaré a mis socios y con eso acabaremos en mucho menos tiempo –dijo sacando su móvil del bolsillo.
Hidan sonrió brevemente ante lo que había dicho Deidara, y masculló:
-Te mataría si no necesitara tu ayuda –dijo en tono de advertencia a la vez de burlón. La verdad es que agradecía la ayuda de aquel rubio loco- También llamaré a mis socios. Con suerte acabaremos “en mucho menos tiempo que antes” –dijo divertido, intentando molestar a Deidara.
Deidara rio secamente y marcó el número de su primer socio. Ambos tenían mucho trabajo por delante.
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-¡¿Otra vez?! –preguntó Sasuke alterado.
Sasuke, Sakura, Shouta y Naruto iban en el coche de Sasuke. Naruto iba de copiloto y Sakura iba detrás con Shouta que iba llorando. Sasuke miraba molesto a Sakura por el espejo.
-Lo siento. Pero si quieres que deje de llorar, tenemos que darle de comer –dijo Sakura con el ceño fruncido- Además, fuiste tú el que no se quiso entretener antes en comprar papilla para Shouta –finalizó mirándole acusadoramente.
-Vamos, Sasuke. A mí también me está empezando a poner de los nervios –comentó Naruto con la esperanza de ganar más tiempo.
-Hmp –aceptó Sasuke molesto.
Parecía que no iban a llegar al orfanato en todo el día… ¡Y eso que sólo estaba a 3 manzanas de su casa!
Primero: al salir de casa y meterse en el coche, empezó a oler mal: Shouta se había hecho caca. Genial. Tuvieron que parar en el supermercado más cercano y comprar pañales. Luego, Sakura se metió con él en el baño y salieron después de unos largos 10 minutos.
Segundo: volvieron a meterse en el coche, y al instante, Shouta comenzó a llorar sin ningún motivo aparente. Sakura lo examinó y al final dijo que era porque le estaban saliendo los dientes y que necesitaba un chupete y un analgésico. Tuvieron que parar en una farmacia un poco alejada de su destino, pero no había otra opción. Cuando le dieron el analgésico y le pusieron el chupete, se tranquilizó y se quedó adormilado.
Tercera y última razón: Shouta se puso de nuevo a llorar, y ahora resultaba que tenía hambre. De nuevo, y esperaba que fuera la última vez, pararon en una pequeña tienda en la que vendían de todo y compraron la papilla para el niño. Después tuvieron que ir en un restaurante que estaba cerca de la tienda para calentar la papilla y dársela. Todos en el restaurante miraban al trio que se sentaba en una de las mesas; todos los conocían: Sasuke, presidente de E.M.U, Naruto, vicepresidente de E.M.U, y Sakura, la médico que vivía con Sasuke. Y si encima le sumabas a Shouta, pues entonces tenías ya un buen cotilleo que contar.
Mientras que Sakura le daba de comer y le pedía a Sasuke que colaborara un poco, Naruto se excusó un momento y salió fuera. Cogió su móvil y marcó el número de Pain.
-¿Diga? –preguntó Pain.
-Soy Naruto. ¿Ya estáis en el orfanato? –preguntó ansioso.
-No –dijo simple y llanamente.
-¿Cómo que no? ¡Vamos a llegar ya! –dijo preocupado.
-Tranquilo, amigo. Lo tenemos todo controlado –dijo con tono calmado.
-¿Controlado? –preguntó no muy convencido.
Mientras mantenían aquella conversación, Naruto veía desde la ventana a Sakura que estaba obligando a Sasuke que cogiera un momento a Shouta. Él le decía que no, con la cara esa que siempre pone cuando no le gusta algo. Sakura le lanzó una mirada reprobatoria, le dijo algo, y al final Sasuke cogió a Shouta con cara tensa. Sakura sonrió y se encaminó hacia el baño. Al principio, Sasuke no hizo nada, pero cuando Shouta comenzó a llorar, puso cara de fastidio, y se puso a darle de comer. Naruto, sonrió divertido.
-Sí, no te preocupes, ya lo verás por ti mismo. Por cierto, ¿cómo está el pequeño? –preguntó ahora un poco preocupado.
-Bien atendido, no le falta de nada –dijo divertido.
-Vale, me alegro. Cuidadle –y colgó.
Naruto guardó su móvil y se dio la vuelta para entrar en el restaurante. Se quedó sorprendido de lo que vio: Sasuke estaba sonriendo mientras le daba de comer a Shouta. Nunca le había visto esa mirada de ternura hacia un bebé, solamente cuando estaba con su sobrino Kenta. Naruto se puso a brincar de alegría delante del restaurante y paró cuando la mirada asombrada de un camarero le sorprendió.
Cuando entró en el restaurante, se fijó en que Sakura ya había salido del baño y que estaba mirando por detrás a Sasuke con una sonrisa. Levantó la mirada y se encontró con Naruto, quien le guiñó un ojo cómplice. Los dos se acercaron a la mesa.
-Mira, mira, mira… Si al final va a resultar que vas a ser un buen padre y todo –dijo con tono burlón Naruto.
Sasuke que puso serio y miró a Naruto.
-Por lo menos, lo seré mejor que tú –dijo sonriendo divertido.
-Bueno, bueno. No os pongáis competitivos otra vez, ¿de acuerdo? –dijo Sakura mientras cogía a Shouta del regazo de Sasuke- Muchas gracias, Sasuke. Lo has hecho muy bien –le felicitó sonriente.
-De nada –murmuró sonrojado por la vergüenza.
Cuando hubieron acabado, se volvieron a montar en el coche y, esta vez sin interrupciones, llegaron al orfanato. Aparcaron en el parking, que estaba vacío, y después bajaron del coche.
Shouta estaba dormido, emitiendo pequeños ronroneos como si fuera un gatito. Sakura lo llevaba envuelto en su mantita amarilla y le había puesto el chupete. Sakura miraba triste a Shouta porque, aunque sólo hubieran pasado unas pocas horas juntos, se había encariñado con él; y ahora, más dudosa que antes, se estaba replanteando quedarse con Shouta aunque Sasuke no quisiera.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el orfanato estaba cerrado y Sasuke no hacía otra cosa que llamar al timbre que estaba al lado de la enorme puerta de entrada.
-¿Por qué está cerrado? –se preguntó a sí mismo Sasuke.
-No debería estarlo –contestó extrañado Naruto.
En ese momento, Sakura se acercó a ellos y Naruto le contó el problema que había. Para alegría de Naruto, pudo ver que Sakura sonreía ante el problema que se les planteaba. Se acercó a Sasuke, sonriendo a medias.
-Sasuke… -comenzó a decir Sakura.
Pero no pudo acabar porque Sasuke frunció el ceño, y cogió el móvil.
-Voy a llamar al número del cartel de la entrada, a ver qué demonios pasa –dijo con enfado.
Naruto y Sakura se quedaron mirando expectantes, viendo cómo Sasuke discutía con alguien al otro lado del teléfono. Poco después, retiró el móvil de su oreja y suspiró con fastidio.
-¿Qué pasa? –inquirió Sakura.
-No tengo ni idea. He hablado con el responsable de este orfanato y dice que los orfanatos van a estar cerrados durante una temporada por cuestiones benéficas –dijo un tanto sorprendido- ¡No lo entiendo!
-¿Todos los orfanatos? –preguntó asombrado Naruto, a lo que recibió un asentimiento de cabeza por parte de Sasuke.
-Aunque supongo que sólo serán los de Tokio… -dijo pensativo Sasuke.
Sakura los miraba a los dos sin saber qué hacer. Pensaba que era el momento de proponerle a Sasuke que se quedaran con Shouta, pero aquel tono de voz que había puesto en la última frase hizo que se le quitaran las ganas de interrumpirle.
-Llamaré a los orfanatos de las ciudades más cercanas a Tokio y seguro que encontramos alguno –dijo decidido Sasuke.
-Pero Sasuke, hay demasiados… -comentó Sakura, con una intención oculta de que Sasuke se resignara y decidiera que se quedaban con el bebé.
-Me da igual. No pierdo nada por intentarlo –dijo irritado caminando hacia el coche.
-“Pues claro que pierdes algo… ¡Idiota!” –pensó decepcionada Sakura.
Volvieron al apartamento de Sasuke, y mientras que Naruto y él se encargaban de encontrar un orfanato, Sakura fue con Shouta al supermercado para comprar comida y pañales para Shouta.
A medida que pasaban las horas, ninguno de los dos pudieron encontrar ningún orfanato disponible porque, o no les cogían el teléfono o todos parecían estar en la misma organización benéfica.
Al principio Naruto no lo entendía, pero acabó cayendo en la cuenta de que aquel era el plan de Pain.
-“¡Bien jugado, amigo!” –pensó eufórico Naruto.
Sakura se pasaba las horas jugando y haciéndole mimitos a Shouta, y Sasuke parecía que con cada hora que pasaba sin obtener resultados se le iba acabando la poca paciencia que tenía. Pero aun así no se rendía: era demasiado testarudo y orgulloso.
Se pasaron todo el día, literalmente, llamando a todos los orfanatos de todo Japón, sin resultados. Sobre la media noche, Sasuke se encontraba en plena discusión con el propietario del último orfanato de Japón.
-¡¿Pues sabe usted?! ¡Voy a demandaros a todos por infringir la norma básica de acogida en un orfanato, ¿me entiende?! –inquirió fuera de sí Sasuke. Al otro lado de la línea se escuchaba a otra persona igual de alterada que él- ¡Me parece muy bien! ¡Buenas noches! –y colgó.
Naruto se encontraba tirado en el sofá, adormilado. Observaba a Sasuke moverse de un lado para otro, quejándose de todos los orfanatos a los que había llamado.
Al final, Sasuke se calmó y se sentó agotado en un sillón. Ocultó su cara entre sus manos y se quedó así, en silencio, durante unos minutos.
-Es imposible, no puede ser que hayan cerrado todos los orfanatos –dijo con voz cansada- Es imposible –repitió.
Naruto optó por no decir nada. No quería enfurecerle más de lo que estaba. Sasuke se recostó en el sillón y se puso a mirar al techo. Respiraba profundamente como si quisiera tranquilizarse del todo. Después, le dirigió una mirada cansada a Naruto y le preguntó:
-¿Y Sakura? ¿Y Shouta? –preguntó inquisitivo.
-Si no hubieras estado tan atento a lo que estabas haciendo, te hubieras dado cuenta de qué Sakura se llevó al pequeño a su cuarto hace bastante tiempo –contestó Naruto con voz ronca y adormilada.
Sasuke frunció el ceño y se levantó. Se encaminó por el pasillo hacia el cuarto de Sakura seguido por Naruto. La puerta estaba entornada, pero se podía ver que no había ninguna luz encendida. Sasuke la abrió despacio y entró junto a Naruto.
Los dos se quedaron mirando impasibles pero serenos, a Sakura, abrazando a Shouta mientras ambos dormían.
Era una escena tan bonita y tranquilizadora, que los dos sonrieron involuntariamente.
-¿Qué vas a hacer? –dijo Naruto en voz baja para no despertarlos.
-Supongo… -Sasuke titubeó- Supongo que nos lo quedaremos –afirmó seriamente. Luego volvió a serenarse- Por lo menos, hasta que vuelvan a abrir los orfanatos –añadió cansado de pensar otra vez en los malditos orfanatos.
-Me parece bien –sonrió ampliamente Naruto- Aunque para entonces lo más probable es que os lo quedéis sin ninguna duda –dijo acompañado de una suave carcajada, a la que se unió Sasuke.
Naruto sacó el móvil y les hizo una foto a Sakura y a Shouta. Sasuke le miró extrañado.
-¿Qué se supone que haces? –inquirió curioso Sasuke.
-Una foto –respondió Naruto volviendo a guardar el móvil- Si le cuento a Hinata que os habéis encontrado a un bebé no se lo creerá. Esta es mi prueba –explicó guiñándole un ojo. Después le palmeó la espalda a Sasuke- Bueno, amigo, me voy despidiendo. Vendré con Hinata a veros. Descansa un poco, tele operador, jajaja –rio divertido Naruto mientras salía de la habitación.
Sasuke sonrió molesto ante la broma de Naruto y después escuchó el sonido de la puerta al cerrarse. Agradecía que se hubiera quedado a ayudarle.
Se quedó en medio del silencio mirando a la pareja que estaba durmiendo. Un impulso le obligó a acercarse más. Cuando llegó al lado de Shouta se sentó en el borde de la cama y le observó. Otro impulso le obligó a acariciarle la mejilla, y en ese momento, Shouta se revolvió en los brazos de Sakura, haciendo un gesto que le recordó cuando él le dio de comer. Sonrió enternecido y le dio un pequeño beso en la mejilla.
Entonces, comenzó a moverse Sakura. Parecía que estaba teniendo un sueño. Sasuke la miró alerta, pensando en que se iba a despertar. Pero las palabras que salieron de su boca divirtieron a Sasuke:
-Sasuke, quedémonos con Shouta, ¿vale? –murmuró en sueños.
Sasuke la miró divertido y se acercó un poco más a ella para susurrarle:
-Está bien, molestia –susurró Sasuke mirándola embelesado.
Y finalmente, tuvo un último pero espontáneo impulso. Se acercó más a Sakura y depositó un leve beso en su frente. Después inspiró profundamente el adictivo perfume de Sakura y con un suspiro abrió los ojos. Se la quedó mirando y pudo observar que estaba sonriendo. Él también sonrió y se mordió el labio inferior en un gesto de diversión; y algo que él no supo descifrar, comenzó a retorcerse en sus entrañas, haciendo que la cercanía de Sakura le nublara la mente y comenzara a sonrojarse.
A los pocos segundos, ya estaba de nuevo al lado de Shouta; respiraba a intervalos irregulares y su corazón se había acelerado. Volvió a mirarla y su cabeza empezó a darle vueltas. Tuvo que tumbarse al lado de Shouta para recuperarse y pensar con claridad, pero lo único que consiguió fue quedarse dormido pensando en lo que ocurriría de aquí en adelante.
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-¡Kampai! –brindaron cuatro personas sentadas alrededor de una mesa.
-Muchas gracias, chicos, por ayudarnos a Pain y a mí –agradeció Konan.
-De nada, de nada –dijo alegre Deidara tomándose su champán.
-Ha sido coser y cantar. No ha costado mucho –comentó sonriente Hidan.
-Ahora mi hijo ya está a salvo –dijo aliviado Pain.
Todos hablaban alegremente cuando sonó el móvil de Pain. Lo cogió y vio que era un mensaje. Lo abrió y se quedó sorprendido por lo que veía. Le dijo a Konan que se acercara y se lo enseñó. También se sorprendió, pero después miró contenta a su marido.
El mensaje consistía en una foto en la que aparecían Sakura y Shouta durmiendo abrazados. Se les veía muy tranquilos y serenos.
-Creo, que al final, no ha salido todo tan mal –dijo Konan.
-No, y esperemos que siga así –corroboró Pain sonriente.
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