Resumen

2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.

Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.

Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…

Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…

Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.

Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.

Parejas que aparecerán en esta historia:

-SasuSaku (Pareja principal)

-NaruHina

-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)

-PainKon (Pain y Konan)

-SuiKa (Suigetsu y Karin)

-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)

-SasoSaku (Sasori y Sakura)

-JuuSaku (Juugo y Sakura)

miércoles, 5 de abril de 2017

"¡Un problemón muy llorón!" <> EPÍLOGO

Un año después…

-Claro que se lo voy a decir, Hinata. Sólo estoy esperando el momento adecuado -decía Sakura a través de su móvil. 
Daba vueltas por la gran habitación en albornoz. Desde que estaban de vacaciones en Hawaii sólo se había puestos bikinis, bañadores y algún que otro vestido que le permitiese ir fresquita por la calle. En la casa de vacaciones que tenía la familia Uchiha en aquellas islas estadounidenses le parecía muy cómodo estar en albornoz y en pijama.
-Sí, está bien. Creo que se lo voy a decir ahora -dijo sonriendo inconscientemente mientras miraba por las cristaleras que daban a la piscina donde Sasuke se estaba dando un baño nocturno… desnudo- Bueno, quizás dentro de un rato -cambió de parecer, mordiéndose el labio inferior mientras pensaba en cosas lujuriosas y poco inocentes.
En ese momento, Sasuke dejó de nadar y se sujetó al borde de la piscina que daba al pequeño trozo de playa privada que tenía la casa. La luna brillaba en lo alto del oscuro cielo lleno de estrellas.
-Vale, cuídate. ¡Ah! Y dile a Naruto que te deje tu espacio, que las mujeres embarazadas no estamos enfermas y no necesitamos que nos cuiden las 24 horas al día, que se relaje -soltó una carcajada por un comentario de su amiga y después se despidió finalmente.
Dejó el móvil sobre la mesilla y se encaminó hacia la puerta que daba a la piscina. Antes de abrirla, decidió calmarse con unos ejercicios de respiración. La presencia de Sasuke todavía le hacía ponerse nerviosa y temblar aunque hubieran estado ya tanto tiempo juntos. Era algo que no superaría jamás con un hombre tan increíble como él. Pero él nunca la superaría a ella tampoco, pensó con una sonrisa traviesa. Así que con ese pensamiento en la cabeza salió de la habitación y caminó con seguridad hasta la escalinata que se metía en la piscina. Sasuke estaba tan absorto en sus pensamientos y en el paisaje que no se dio cuenta de su presencia.
-¿Disfrutando de las vistas? -preguntó Sakura mientras se quitaba el albornoz y este resbalaba por su cuerpo desnudo hasta llegar al suelo. Sasuke giró la cabeza para mirarla- ¿Te gusta lo que ves? -preguntó de nuevo de modo provocativo.
Sasuke sonrió seductor mientras la miraba libidinosamente de arriba abajo.- Por supuesto, es lo más hermoso de este mundo -decía mientras la observaba embelesado internarse lentamente en el agua y bucear hasta él.
El pelinegro espero a que ella llegara hasta él para pasarle un brazo por la cintura y apretarla contra él. Sakura sonrió mientras le besaba y lo abrazaba por el cuello. Estuvieron besándose hasta que la falta de aire fue insoportable.
-¿No crees que está un poco fría? -preguntó inquisitiva mientras jugueteaba con el pelo mojado del chico y lo miraba con ojos hipnotizantes.
-¿En serio? Yo creo que hace bastante calor… -respondió Sasuke sintiendo que sus mejillas se teñían rápidamente de rojo ante aquella imagen tan sugerente. Nunca se acostumbraría a esos escalofríos de placer que sentía cada vez que Sakura lo tocaba o cuando posaba aquellos ojos esmeralda en él.

Entonces Sakura sonrió ante la respuesta de Sasuke y lo besó de nuevo. Esa vez enredó sus piernas entorno a la cintura de Sasuke y dejó que sus manos paseasen libremente por la amplia espalda del pelinegro. Sasuke dejó escapar un suspiro en la boca de la chica, haciendo de sus fuerzas todo su autocontrol. Se agarró fuertemente del firme culo de Sakura y la apoyó sobre la pared de la piscina, quedando de nuevo frente al paisaje nocturno. Sakura profirió un gemido al sentir la entrepierna de Sasuke frotándose contra su intimidad. Y entonces, entre apasionados besos, Sasuke la penetró. Pronto comenzó un rápido vaiven en el que los dos amantes, gracias al efecto del agua, se sentían mucho más sensitivos y a cada roce de sus cuerpos los dos dejaban escapar exclamaciones de placer. Sakura no dejaba de apretar más fuerte su agarre a la cintura de Sasuke mientras que él, agarrado con una mano el culo de Sakura y otra agarrando el borde de la piscina, no cesaba de embestirla contra la pared, con su cara escondida en el pecho de la pelirrosa. Cuando el climax se hizo presente ninguno se movió de su inicial posición. Sakura apoyó su cabeza contra el bordillo y Sasuke contra su hombro. Ninguno de los dos hablaba; era algo común en su relación. Cada vez que terminaban de hacer el amor, los dos se disponían a disfrutar de la compañía del otro en silencio mientras compartían caricias y miradas cargadas de significado. 
Sasuke comenzó a dejar pequeños besos desde el hombro hasta llegar a la oreja de Sakura.
-¿Te apetece bajar a la playa? -preguntó al oído.
-Sí -contestó escueta pero alegremente Sakura.
Entonces se separaron y comenzaron a nadar hacia la salida, no sin antes juguetear un poco salpicándose y echándose unas risas. Después se encaminaron a la habitación para ponerse algo encima y poco minutos después ya estaban bajando por la escalera que llevaba a la playa. Caminaron de la mano hasta llegar a la orilla donde pasearon por todo el pequeño ancho que les permitía el espacio privado mientras se mojaban los pies con las olas. Continuaron con aquel momento de tranquilidad sentándose en la arena mientras contemplaban el mar.
-¿Sakura? 
-¿Mn?
-Tengo que preguntarte algo.
-¿Sí? Dime.
Sasuke se removió a su lado, como si estuviera buscando algo. Luego se puso a su lado con una rodilla en el suelo. Sakura estaba tan relajada y su sentido de alerta estaba tan apagado que no se lo esperó cuando el pelinegro le preguntó:
-¿Quieres casarte conmigo? -propuso mientras abría un pequeño estuche aterciopelado que contenía un precioso anillo de plata coronado por un pequeño diamante.
-¡Oh, Dios mío! -exclamó Sakura abriendo los ojos desmesuradamente y llevándose las manos a la cara de la emoción.
Acto seguido, y con un gran impulso, se abalanzó sobre Sasuke gritando un eufórico “sí”, haciendo que el chico se riera fuertemente tanto de la alegría como de la extravagante reacción de su ahora prometida. Ambos quedaron tumbados en la arena, Sakura encima de Sasuke abrazándole con todas sus fuerzas. La pelirrosa se separó lentamente para quedar sentada sobre él mientras reprimía las lágrimas. Sasuke le cogió su mano derecha y le puso el anillo en su dedo anular.
-Pues ya está. No ha sido la mejor declaración de matrimonio ni mucho menos, pero no sabía qué preparar ni cómo hacerlo, y las sugerencias de Naruto eran (a mi parecer) muy estúpidas, así que he optado por la vía simple y directa -decía Sasuke un poco nervioso.
Sakura soltó una alegre carcajada y se inclinó para besarle.
-Ha sido la declaración más romántica, rápida y mejor pensada de la historia, listillo. Siempre me ha gustado tu forma directa de hacer las cosas, sino no serías tú -declaró Sakura posando su cabeza contra el pecho de Sasuke con una sonrisa.
Sasuke dejó escapar una exhalación de alivio mientras se formaba una sonrisa en su rostro.
-Yo también quiero decirte algo, Sasuke -dijo contra su pecho.
-Claro, dime -contestó todavía borracho en su felicidad.
Por eso él tampoco lo vio venir cuando Sakura le dijo:
-Estoy embarazada -anunció volviéndose a sentar sobre él y posando sus dos manos en su vientre. Sus labios convirtiéndose en la sonrisa más tierna que jamás había visto.
Como un resorte, Sasuke se apoyó sobre sus codos y miró con ojos bien abiertos a Sakura.
-¡¿Embarazada?! -Sakura asintió con una sonrisa- ¡¿De verdad?! -volvió a asentir con más entusiasmo- ¡¿En serio?! -esta vez Sakura se puso a reír.
-Sí, en serio, Sasuke, de verdad de la buena -confirmó entre risas la chica.
Y con aquella afirmación Sasuke la abrazó con toda su fuerza y comenzó a reír él también.
-Vamos a ser papás -dijo con ternura Sakura, todavía asimilando la feliz reacción de Sasuke.
-Oh, cielos… Un bebé -dijo a su vez Sasuke, sin poder creérselo todavía- Nuestro bebé -inquirió separándose un poco de ella.
Apoyó su frente contra la de Sakura y después llevó una de sus manos de la cintura de ella hasta su vientre, ansioso por sentir a aquel pequeño ser que se acababa de llevar todo su amor.
-¿Cuándo? ¿Cuándo lo supiste? -preguntó ya más calmado mientras acariciaba el vientre de Sakura.
-Pues no lo he sabido con certeza hasta hace como, a ver… ¿una hora? -al ver la cara de desconcierto de Sasuke no pudo hacer nada más que soltar una carcajada- Hinata me ha llamado para decirme el resultado de las pruebas que me hice hace una semana antes de venirnos de vacaciones. Pero antes de eso ya estaba teniendo algunos síntomas y estaba empezando a suponer lo que me pasaba. Así que fui al hospital y me hice las pruebas. Estoy casi de un mes, Sasuke. Siento no habértelo dicho cuando lo supuse. Quería decírtelo cuando estuviera segura para que no nos hiciéramos ilusiones al respecto -explicó Sakura mirando a Sasuke un poco temerosa de que se enfadara por no contarle nada.
-Hmp, molestia -dijo como respuesta el pelinegro antes de besarla- Ahora mismo no podría enfadarme contigo ni aunque quisiera; me estás dando más felicidad de la que cualquier persona se merece -dijo  acariciándole la mejilla mientras sonreía con ternura infinita.
Sakura se mordió el labio para contener un chillo de emoción y lo abrazó escondiendo su cara en el pecho de él. Aquel íntimo momento duró lo que el móvil de Sasuke empezó a sonar. El peligro frunció el ceño y el abrazo se rompió. Ni siquiera vio quién llamaba cuando descolgó:
-¡Temeeeeeee! ¡Enhorabuena, papá! 
La voz estridente de Naruto siguió hablando animadamente mientras Sasuke alejaba rápidamente el auricular de su oreja. Sakura comenzó a reírse con ganas mientras el enfado de Sasuke iba calmándose poco a poco.
Soltó una carcajada.
Que le llamaran papá no se escuchaba nada mal.

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Siete años más tarde…

En el salón de la  gran mansión de los patriarcas Uchiha (Fugaku y Mikoto) se encontraban sentados en un sofá a dos chicos jugando concentradamente a un videojuego. 
El mayor de los dos, que parecía tener unos 15 años, de pelo rubio platino, largo y lacio, con ojos completamente negros y penetrantes que no dejaba de mirar la pequeña consola que tenía entre las manos. Profería pequeñas exclamaciones cada vez que parecía que estaba ganando.
El otro parecía tener unos 11 años y presumía de una cabellera completamente anaranjada de pelo ondulado, acompañado de unos vivaces ojos avellana claro que se desplazaban por la pantalla de otra consola que iba moviendo de un lado a otro en sus manos. Sacaba la lengua por las comisuras de sus labios en señal de esfuerzo.
Los dos estaban en empate y no sabían quién sería el ganador hasta que:
-¡Shou-chan! -gritó alegremente una dulce vocecilla proveniente de una niña que acababa de entrar corriendo en la sala.
-¡Sara-chan! -gritó contento de vuelta Shouta dejando de prestar atención al videojuego.
-¡Sí! ¡Toma ya! -gritó de repente el rubio al haber ganado la partida por la distracción de su adversario mientras levantaba un puño de victoria y los otros dos lo miraban.
-Primo Kenta, haces mucho ruido -inquirió irritada la pequeña intrusora.
-¿Sarada? -dijo Kenta dándose cuenta en ese momento de su pequeña prima.
Ella no le siguió haciendo caso y se abalanzó a darle un abrazo a Shouta, quien la recibió con los brazos abiertos y la enorme sonrisa que siempre lo había caracterizado.
Kenta frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos, ofendido-. Sí, claro, y a tu primo que le zurzan -inquirió un tanto celoso por las preferencias de su prima.
Sarada lo miró entonces. Vestida con un precioso vestido rojo a juego con sus gafitas, su corto y liso pelo negro como la noche, y sus redondos y brillantes ojos negros decorados por unas espesas y bonitas pestañas, hacían de la cría de unos 7 años el ser más inocente de aquella casa.
-Vamos, Kenta, no te enfades. Por lo menos te ha invitado a su cumpleaños -inquirió con una sonrisa burlona Shouta, todavía abrazando a Sarada.
-Oye, no te pases de listo, granuja -respondió Kenta revolviéndole el pelo bruscamente para molestarle. Sin embargo, sólo le hizo reír aun más fuerte.
Sarada puso los ojos en blanco y suspiró. ¿Por qué siempre se tenían que pelear por ella? Claro que había invitado a su primo; lo quería mucho, igual que a Shou-chan. ¿Entonces por qué siempre acababan igual? Deshizo su abrazo y rodeó el cuello de su primo para después dejar un sonoro beso en su mejilla.
-Bueno, ¿ahora ya estás contento primo? -preguntó un poco avergonzada Sarada mientras desviaba su mirada con un sonrojo. 
Kenta se había quedado paralizado. Se tocó la mejilla medio embobado con una media sonrisa.
-¡Ey, yo también quiero un beso de Sara-chan! -replicó con el ceño fruncido Shouta.
Sarada soltó una exclamación exasperada. ¿Otra vez se iban a poner a discutir?
-¡Sarada! -llamó autoritaria la voz chillona de un niño también de su misma edad, 7 años, entrando a paso firme en la sala.
Los otros tres se callaron y lo miraron. Ninguno se había dado cuenta de que aquel pequeño de pelo rubio dorado casi amarillo, ojos celestes agrisados y marquitas en las mejillas había estado viéndolos desde hace un rato desde la puerta y no había podido evitar irrumpir en la sala cuando vio a Sarada muy molesta. Se enfadó porque él era el único que podía molestar a su amiga.
-¡Boruto! ¡Cuánto tiempo peque! -saludó Kenta sin darse cuenta del humor del chico.
-Espero que este año hayas traído un buen regalo, ¡sino a Sara-chan le gustará más el mío otra vez! -se jactó burlón Shouta a modo de saludo.
Boruto lo miró con ojos entrecerrados, amenazantes. Shouta le siguió el juego y empezaron a intercambiar miradas. Sin duda, el rubio lo consideraba su principal rival. Odiaba que se robara toda la atención de Sarada para él solo, no sabía el porqué pero eso le quitaba tiempo para meterse con la pelinegra. 
-¿Boruto? ¿Qué pasa? ¿Acabas de llegar? -preguntó Sarada con voz cansada, intentando hacer que Shouta y Boruto dejaran de hacer estupideces. Kenta observaba la escena con una sonrisa divertida. 
-Vamos, mis padres quieren verte -dijo Boruto, sin contestar a las preguntas de su amiga y todavía sin apartar la mirada de la de Shouta. 
La cogió de la mano y tiró de ella. Sarada tuvo que saltar de las piernas de Shouta y seguir a su amigo. Se intentó resistir pero cuando Boruto se ponía en aquel plan no había nadie que lo pudiera parar. Así que se resignó y se dejó llevar. En cuanto Boruto dejó de escuchar las quejas y sintió que no se resistía, esbozó una sonrisa. Ya había conseguido molestarla un poco y ahora que la tenía en sus manos probaría a enfadarla. Apretó con más fuerza la mano de Sarada y comenzó a correr mientras pegaba un grito. Sarada también gritó de la impresión pero pronto empezó a gritarle improperios a Boruto.
Mientras, en el jardín se encontraban los padres de Sasuke y Sakura preparando unas mesitas donde celebrarían el cumpleaños de su nieta, y en un cerezo cercano se encontraban un grupito de niños alrededor de lo que parecía ser un libro de cuentos.
-Y vivieron felices y comieron perdices -finalizaron de leer a la vez dos niños de apenas 6 añitos, gemelos de pelo gris violáceo y ojos rojos como rubíes.
-¡Mangetsu, Takumi, leednos otro cuento! -exclamó dando palmaditas una pequeñina de 5 años de pelo oscuro azulado y corto, con ojos celestes como el cielo y marcas en sus mejillas.
-¡Sí, otro, otro! -corroboró otra niña de la misma edad de pelo castaño largo y ojos de un marrón anaranjado.
-Himawari, Senna, ¿no preferís hacer otra cosa? -sugirió Mangetsu bostezando de aburrimiento.
-Sí, como el escondite. ¡Aquí hay muchos sitios para esconderse! -dijo a su vez Takumi tumbándose en el césped. Los dos hermanos sólo se diferenciaban por el pequeño lunar que ambos tenían debajo del ojo; Mangetsu en el derecho y Takumi en el izquierdo.
-Pero es que queremos escuchar más cuentos de príncipes y princesas -se quejó Senna mientras hacía un puchero.
-Si no queréis leernos otro cuento, entonces vamos a jugar a los príncipes y las princesas, ¿vale? -anunció de repente Himawari, emocionada por su fantástica idea. 
Senna la miró con total aprobación mientras que los gemelos se miraron horrorizados. Y justo cuando estaban planeando fugarse, los saludó otra amiga de 5 añitos que se acercaba con su hermanito de 3 años de la mano:
-¡Hola! -saludó enérgicamente la niña de pelo rubio largo y ondulado, con unos preciosos ojos grises y alegres. 
El hermanito se escondía detrás de ella y apenas saludó con un gesto de su pequeña manita. Su pelo castaño ondulado y sus increíbles ojos azul pálido lo hacían un bebé de revista sino fuera por su timidez. 
-¡Hola, Tamako! -saludó con alivio Mangetsu. Ya no iban a tener que jugar a ese aburrido juego con las chicas. A Tamako le iban más los juegos que les gustaba a ellos.
-¡Leo-chan! -chilló emocionada Senna mientras corría a coger al pequeño que se puso rojo al recibir un beso en la mejilla.
-¡Nee, nee! ¿Jugamos al pilla pilla? -sugirió de repente Takumi, intentando animar a Tamako y que las otras dos no siguieran con sus planes.
-Pero nosotras íbamos a… -comenzó a decir Himawari cuando fue interrumpida por un pequeño empujón de Tamako.
-¡Tú te la llevas Hima-chan! -gritó divertida Tamako mientras comenzaba a correr junto con Mangetsu y Takumi.
-¡Eh, eso no vale Tama-chan! -gritó de vuelta Himawari empezando a correr detrás de ellos.
Senna seguía abrazando y achuchando al pequeño Leo que se dejaba hacer cariñitos.
En el comedor de la mansión, mientras que los niños jugaban, los adultos se reunían para hablar.
-¿Entonces cuánto os falta? -preguntó alegremente Megan a las tres embarazadas que tenía delante. La inglesa no había cambiado mucho esos años excepto porque le había crecido el pelo y se había cortado el flequillo.
-Todavía faltan tres meses pero esta renacuaja parece que tiene ganas de salir ya porque me da unas patadas que cansan a cualquiera. Sus hermanos eran más tranquilos y eso que eran dos a la vez… -respondió Karin dándose unas palmadas en su vientre suspirando entre resignada y contenta. La pelirroja tampoco había cambiado mucho a excepción de sus nuevas gafas y su pelo recogido en una bonita coleta. 
-La mía hasta el año que viene no podremos verla. De momento está tan tranquila que no da señales de querer salir -dijo Chiharu acariciando su vientre mientras miraba a Karin divertida haciendo que ésta bufara burlona. La morena seguía igual de sonriente con aquellos dulces ojos castaños y su cortísimo pelo que le hacía parecerse a una pequeña y simpática hada.
-Pues el mío puede ser que llegue en diciembre o principios de enero, todavía no es exacta la fecha -contestó felizmente Sakura con una sonrisa. La pelirrosa había cortado su pelo hasta dejarlo por sus hombros y sus ondulaciones hacían que le resaltaran las facciones de su cara, todavía tan hermosas como hacía años. 
-Sus hermanitos deben de estar muy emocionados -dijo Hinata llegando con una bandeja con pastitas y tazas de té- Boruto estaba más nervioso que nosotros cuando iba a nacer Himawari -contó con una pequeña risita al recordar lo adorable que era su hijo mayor cuando quería.
-Es verdad, pero Hinata, ¿no os animáis Naruto y tú a tener otro? -preguntó Konan, que había acompañado a Hinata, con una sonrisa traviesa.
Hinata casi se atraganta tomando el té-. ¡Uy, no por Dios! Bastante tengo con que Boruto haya salido tan revoltoso como su padre para que me salga otro así -dijo alarmada mientras sus amigas se reían con ganas.
Cerca de allí, sentados en unos sillones, sus maridos también discutían sobre el mismo tema.
-Pues entre los niños y yo hemos decidido que se llame Rin. Karin no ha puesto ninguna pega así que con ese nombre se quedará -comentó Suigetsu mientras daba un sorbo al café.
-A Senna y Chiharu les gusta el nombre de Tsubaki. Me gusta cómo suena y no se me ocurre otro, así que supongo que se llamará así; si Chiharu no le da el cambiazo en el último momento -dijo Juugo recordando con pesadumbre que su mujer había escogido concienzudamente el nombre de su hija para después cambiarlo rápidamente.
-Mi hijo se llamará Ren, como la flor de loto. Sarada y yo le hemos dado muchas vueltas y de la larga lista de nombres que hizo Sakura yo creo que es el más bonito -contestó Sasuke imaginándose a un hermoso niño de pelo rosa y enormes ojos verdes.
-Teme, no me digas que te has dejado llevar por tu intuición; sé lo que estás pensando -dijo Naruto en tono burlón mirándole de reojo.
-Cállate, dobe. Fuiste tú el que llamó Himawari a una niña de pelo oscuro. Quizá tu intuición llegó tarde y Boruto debió llamarse como su hermana -respondió devolviéndole la jugada, haciendo que Naruto se quedara sin palabras y se puso rojo de la rabia mientras que los demás soltaban sonoras risotadas. 
-De todas maneras parece que se han puesto de moda los nombres cortos y de flores, ¿son un poco simples, no? -dijo Deidara una vez dejaron reírse.
-Tu hijo pequeño tiene un nombre corto -puntualizó Pain con indiferencia, tomando un sorbo de café para disimular la sonrisa que había provocado el comentario de antes.
-Sí, aunque fueron Tamako y Megan quiénes lo decidieron. Querían un nombre occidental y bonito, fácil de pronunciar. Leo me parece bien, aunque me hubiera gustado algo como Toby -respondió tranquilamente mientras daba un sorbo a su café.
-“¿Ese no es nombre de perro?” -pensaron todos los presentes con caras de extrañados mirándole.
-¡Ya estamos aquí! -se escuchó la voz de Itachi por el pasillo central.
Varios y sonoros pasos apresurados comenzaron a sonar en dirección a la voz, haciendo saber a todos que los más pequeños habían escuchado su llegada. Pronto Itachi y Kohana se vieron rodeados de un montón de niños deseosos por ver lo que traían de aquel lugar que tanto les gustaba: la pastelería. 
-Hubiera sido mejor que no hubieras dicho nada, papá -exclamó divertido Kenta sobre el barullo de los más pequeños mientras veía a su padre alejar como podía el gran paquete que llevaba con las dos manos.
-Ya podrías ayudar un poco, machote -reprendió Itachi a su hijo.
-Ya me encargo yo, no os preocupéis -dijo de repente Kohana que había estado dejando su bolso y que ahora se encargaba de tranquilizar a los niños.
-¡Tío Itachi, tía Kohana! ¿Habéis traído mi tarta de cumpleaños? -preguntó entusiasmada Sarada que llegaba en ese justo momento. Boruto la seguía con mala cara.
-Seguro que es esa súper grande decorada con muñecos de azúcar -dijo Shouta posicionándose detrás de la cumpleañera y apoyando sus manos sobre sus hombros. Boruto bufó.
-Y coronada con cerezas y muchísima nata -siguió diciendo Kohana mientras le daba un besito en la frente.
-¡Y tiene dos pisos! -remarcó feliz Itachi regalándole un guiño de ojos a su querida sobrina.
-¡Qué guay! -gritaron al unísono los más pequeños, que habían estado escuchando todo lo que tenía el pastel. Sarada abrazó a sus tíos. 
-Sí, seguro que está riquísima -murmuró enfurruñado Boruto.
Pero en ese instante Sarada se dio la vuelta y:
-¿Pero qué te pasa Boruto? ¡Es mi cumpleaños! -exclamó feliz la pelinegra dándole un abrazo.
El rubio se quedó helado mientras que los demás reían divertidos y contentos por la felicidad de Sarada.
-¿Itachi? ¿Pero qué es todo este alboroto? -preguntó Fugaku entrando con Mikoto y los padres de Sakura en la entrada.
-¡Abuelos! ¡Tío Itachi ha traído mi súper tarta de cumpleaños! -exclamó Sarada soltando a Boruto y brincando hacia sus abuelos. El pobre crío se volvió de un color granate muy gracioso. 
-¡Anda! ¡No me digas! -exclamó tiernamente Taro acariciando la cabecita de su nieta.
-¡Pues vamos a empezar la fiesta! -exclamó Mebuki dando una palmada emocionada.
-¡Pues claro que sí! Itachi, cariño, trae la tarta a la cocina para que pongamos las velas -ordenó Mikoto comenzando a andar hacia la cocina.
Pocos minutos después ya estaban todos los invitados en el jardín sentados en sus respectivas mesas. Comenzaron a servir la merienda y se podía observar el alegre ambiente que se había formado. En la mesa de los niños todos parloteaban mientras que Shouta y Kenta intentaban concentrarse de nuevo en el videojuego. En la otra mesa más grande donde los adultos conversaban entre risas y bromas, todos se divertían entre amigos y familiares. En un determinado momento de la velada, Sasuke y Sakura se miraron en silencio y asintieron como si supieran lo que estaban pensando. Les pidieron a los demás por lo bajo que actuaran como si no pasara nada para que los niños no se dieran cuenta de que faltaban dos personas. Entraron en la cocina y cogieron entre los dos la asombrosa tarta con el número correspondiente de velas anteriormente encendidas. Cuando salieron por la puerta que daba al jardín, cantaron:
-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz! -comenzaron a cantar Sasuke y Sakura al unísono con grandes sonrisas en sus caras.
Todo el mundo soltó exclamaciones de sorpresa y de emoción, e incluso algunos comenzaron a aplaudir. Itachi sacó su móvil para grabar el momento y Mikoto ya estaba preparada con su cámara para capturar aquellos preciosos momentos. De tal palo tal astilla, pensaron los demás.
Los niños pegaban saltitos en sus asientos y Sarada no despegaba su mirada de sus padres y la tarta.
-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todooooos, cumpleaños feliiiiiiiz! -cantaron todos al unísono mientras los padres de la cumpleañera colocaban la tarta en el centro de la mesa y se posicionaban a sus respectivos costados.
-¡Pide un deseo! -exclamó contento Boruto, regalándole la primera sonrisa del día a Sarada. Ella se la devolvió y luego centró su mirada en las velas.
Nadie supo en qué estuvo pensando antes de soplar enérgicamente las velas pero todos pudieron ver la cara de satisfacción que la pequeña puso. Cuando la última vela se apagó estalló una bomba de aplausos y gritos de “¡Felicidades!” y “¡Qué cumplas muchos más!” y hasta Sarada se puso a aplaudir como si estuviera dando las gracias a todos los presentes.
Antes de que todo el mundo se lanzara a por el pastel, sintió el dulce y cálido abrazo de su madre, y la tímida pero cariñosa caricia de su padre. Levantó la vista y allí los vio. Sus queridos y amados papás.
-Feliz séptimo cumpleaños, cariño -la felicitó tiernamente Sakura, dejando un beso en su mejilla.
-Siempre te desearemos lo mejor de este mundo -terminó diciendo Sasuke dándole otro beso en la otra mejilla.
Sarada rió contenta, sonrojada por el amor de sus padres.
-Gracias, papá, mamá -agradeció dándose la vuelta y abrazándoles a la vez.
En ese momento, entre el griterío y los flashes de las cámaras hizo su aparición el grande y bueno de Orus que sólo había crecido y crecido durante los últimos años y había estado echándose la siesta hasta que empezó la fiesta. Se acercó corriendo a saludar con sus potentes pero alegres ladridos a todos y después se acercó rápidamente a Sarada para recibir uno de sus abrazos. La niña sonrió y cogiéndolo por el cuello lo abrazó con todas sus fuerzas. Orus era tan alto como ella y no tenía que sostenerse sobre sus dos patas traseras para poder darle besitos con su lengua a Sarada como tenía que hacerlo con Sasuke y Sakura.
-¡Ahora los regalos! -exclamó algún adulto entre el barullo.
Y todo el mundo se apresuró a ir a por sus regalos al interior de la casa. Sasuke y Sakura se quedaron con su hija ya que tenían su regalo allí mismo.
-Sarada, mamá y yo queremos regalarte esto -dijo Sasuke agachándose para quedar a la altura de su hija.
Le cogió la mano derecha y le puso una pulsera de plata en cuyo centro se encontraba el símbolo de la familia Uchiha rodeado por un círculo blanco de nácar. Sarada se la quedó mirando maravillada mientras sus padres observaban su reacción con una sonrisa.
-¡Es como el colgante de mamá! -exclamó exultante.
-Así es. Papá me lo regaló por ser una persona muy importante para él -contestó Sakura acunando el rostro de Sarada entre sus manos- Por eso ahora papá y yo queremos que sepas que eres la persona más importante para nosotros -dijo finalmente mientras era abrazada por la cintura por su marido.
-¡Sois los mejores papás del mundo! ¡Os quiero mucho! -gritó emocionada volviéndolos a abrazar.
-Nosotros más, pequeña -respondió Sasuke con voz cariñosa.
-Cuidaré de la pulsera como si fuera un tesoro -prometió con determinación la pequeña Uchiha haciendo sonreír divertidos a sus padres- ¿Ren también tendrá una pulsera cuando nazca? -preguntó risueña mientras acariciaba la incipiente barriga de Sakura.
-¡Por supuesto! Y tú serás quien se la regale porque en el momento en que lo veas se convertirá en la persona más importante para ti -explicó Sakura.
-¡Sí! -dijo muy segura Sarada.
Alguien gritó su nombre y con una sonrisa se despidió de sus padres y salió a correr en busca de sus regalos. Shouta y Boruto se habían dado prisa en coger sus regalos para dárselos los primeros a Sarada, y al parecer todavía se estaban disputando el primer puesto cuando la llamaron.
-Al menos hasta que sea más mayor… -murmuró con resignación Sasuke, que observaba la escena de aquellos dos como en muchos años anteriores. 
Parecía que alguno de aquellos dos piltrafillas se llevaría a su princesa algún día sin que él pudiera hacer nada.
Escuchó la risa mal disimulada de Sakura que siempre hacía cuando sabía que él se encontraba molesto por los pretendientes de su hija. La miró. No había nada mejor que el amor, pensó Sasuke. Y esperaba de todo corazón que sus hijos pudieran experimentarlo algún día como lo hacían él y Sakura.
-¿Preocupado? -preguntó con aparente tono de inocencia la pelirrosa.
-No, nunca más -respondió antes de besarla.
Y cuando se acercó para separar a sus dos ahijados (Shouta y Boruto) para que no molestaran a su hija, Orus le dio uno de sus abrazos, sintió los alentadores brazos de Naruto e Itachi sobre sus hombros, las cariñosas palmaditas de sus padres y suegros, las felicitaciones de sus compañeros y amigos para su hija, las alegres carcajadas de los niños a su alrededor, la voz de Kakashi que no había podido venir por el móvil, y las preciosas sonrisas de sus esposa e hija, pudo decir que experimentó la verdadera felicidad.
Y pensó que así es como debería funcionar el mundo.
Con amor.


Fin.

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