Resumen

2 personas que se odian + un bebé llorón = Un problemón muy llorón.

Esa es la situación de Sasuke y Sakura, dos jóvenes enfrentados por sus diferencias.

Sakura Haruno, una chica de 25 años que vive en la ciudad de Osaka en Japón, es transferida a la gran ciudad de Tokio para trabajar como médico profesional en el mejor hospital de la ciudad. Sólo tiene un problema: ni su familia ni ella tienen el suficiente dinero como para comprarse ni siquiera un pequeño apartamento. Por eso decide compartir piso…

Sasuke Uchiha, un chico de 26 años que vive en la ciudad de Tokio, es propietario empresario de las grandes E.M.U (Empresas Mobiliarias Uchiha) junto con su hermano mayor Itachi Uchiha quien se encarga también de la empresa desde EE.UU. Se verá obligado a compartir su tranquilo y preciado apartamento con una verdadera “molestia”, según él…

Toda esta situación se complica cuando alguien deja al pequeño Shouta de casi 2 años de edad delante de la puerta de su apartamento.

Esta historia será una comedia romántica, donde los tríos amorosos e incluso los “cuartetos amorosos” pondrán a prueba la complicada relación que hay entre estos dos personajes, acompañados por situaciones divertidas y alocadas.

Parejas que aparecerán en esta historia:

-SasuSaku (Pareja principal)

-NaruHina

-ItaKo (Itachi y Kohana “personaje inventado por mí”)

-PainKon (Pain y Konan)

-SuiKa (Suigetsu y Karin)

-SasuKa (Sasuke y Karin, lo siento T.T a mí también me ha costado admitirlo)

-SasoSaku (Sasori y Sakura)

-JuuSaku (Juugo y Sakura)

domingo, 5 de febrero de 2012

¡Un problemón muy llorón! <> CAPÍTULO 1

¡Konichiwa minna! :3
¡Por fin tengo el primer capítulo para vosotros!
Estoy muy emocionada con esta historia y espero que os guste un montón :)
¡Qué os divirtáis!
¡Sayonara minna! >.<

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-¡Idiota! –gritó enfadada una pelirosa.
-¿¡Idiota yo!? ¡Entonces no sé qué demonios serás tú! –gritó un pelinegro.
Los dos jóvenes se encontraban discutiendo en el gran salón del apartamento. Todo empezó por un pequeño accidente de Sasuke Uchiha, quién  había tirado sin querer unos documentos que Sakura Haruno necesitaba para presentar la semana que viene en el hospital de Tokio.
-¡Ugh! ¡Me estás hartando Uchiha! –dijo yéndose por el pasillo principal.
-¿En serio? ¿¡Quieres que discutamos también para saber quién está más harto Haruno!? –dijo siguiéndola rápidamente.
Sakura se dio la vuelta. Estaba roja de la rabia y furia que le recorrían en esos momentos todo su cuerpo.
-¿Sabes qué? ¡Ojalá no hubiera conocido ese maldito día a tu hermano!  ¡Así esto no estuviera pasando ahora ni nunca! –le gritó a la cara a un Sasuke muy cabreado. Después, se encerró de un portazo en su habitación.
-¿Sabes qué? ¡Si no lo hubieras conocido estarías ahora mismo en la puta calle! ¡Joder! ¡Ojalá no hubiera bebido aquella vez! –dijo dando un puñetazo en la pared, al lado de la puerta de Sakura.
Sakura se encogió sobre sí misma mientras se sentaba en el suelo, apoyada en su puerta. ¿Por qué? ¿Por qué acepté vivir con un imbécil como Uchiha?
Sasuke apoyó su cabeza en la pared. ¿Por qué? ¿Por qué me dejé engañar tan fácilmente? ¿Por qué acepté vivir con una molestia como Haruno?

FLASBACK

Un pelinegro con el pelo recogido en una pequeña coleta y ojeras marcadas debajo de sus ojos negros, que le hacían aún más atractivo, atravesaba el enorme aeropuerto de Tokio. Llevaba consigo una pequeña maleta, ya que no tenía previsto quedarse mucho tiempo allí.
Antes de salir del aeropuerto, su móvil comenzó a sonar.
-¿Moshi, moshi? Itachi desu –preguntó atravesando la puerta de salida.
-Moshi, moshi, soy yo cariño –contestó una suave voz al otro lado del teléfono.
-¡Kohana! Te iba a llamar ahora mismo. Acabo de llegar –dijo feliz haciendo unas señas a un taxi que se acercaba.
-¿Sí? Pues será por el cambio de horario, porque me ha parecido que ya estabas tardando mucho –dijo entre divertida y preocupada.
-Jajaja, tranquila. He llegado sano y salvo –dijo sonriendo mientras metía la maleta en el maletero del taxi- Por cierto, ¿qué haces todavía despierta? Allí serán las tantas de la noche –dijo un poco preocupado.
-Nuestro pequeño parece tener hambre a todas horas –dijo riéndose.
-¿Otra vez? ¿No te parece que come demasiado? –dijo entrando y dándole la dirección en un papel al conductor.
-¡Mira quién lo dice! ¡El que se come dos bolsas de patatas fritas en media hora! –dijo Kohana reprimiéndole. Itachi empezó a reírse.
-Es verdad, es verdad… No quiero pensar en lo que va a pasar cuando nazca. ¡Tendremos que comprar el supermercado entero! –dijo divertido mientras miraba el paisaje urbano de su ciudad natal.
Hacía bastante tiempo que no iba a Tokio. Cuando fue trasladado a New York para hacerse cargo allí de la empresa familiar, conoció a Kohana, una valiente agente del FBI americana, aunque japonesa por parte de madre, rubia con unos bonitos ojos avellana, que le robó el corazón en los primeros meses de estancia en aquella ciudad metropolitana. Seguía en contacto con su familia y a veces hacían pequeños viajes al país Nippon, cómo éste, que en vez de venir con Kohana (ya que estaba embarazada de 3 meses y no era recomendable que viajara en avión), había venido por unos pocos días para ver cómo estaba su familia y arreglar unos pequeños asuntos poco importantes de la empresa, que llevaban su hermano pequeño y él.
-Puf, recemos para que cuando nazca no tenga el apetito insaciable que tiene ahora, jajaja -rió Kohana- Ahhhh… Bueno, parece que me voy a ir a la cama.
-Claro, cariño, buenas noches. Si pasa algo no dudes en llamarme, ¿de acuerdo? Te amo –dijo despidiéndose Itachi.
-Sí, no te preocupes. Yo también te amo. ¡Cuídate! ¡Y dales recuerdos a todos de mi parte! Bye bye. ¡Te estaremos esperando, papá! –dijo mandándole un beso Kohana. Colgó e Itachi sonrió ante la emoción de Kohana por ser mamá. Cuando él se enteró, casi se sube por las paredes. Llevaban más de un año casados y ambos querían tener un bebé. La noticia llegó como un milagro para toda la familia.
Pronto llegó al hotel donde se iba a hospedar y dejó su equipaje en su suit, ya que era miembro vip de aquella cadena de hoteles de 5 estrellas. Luego decidió ir a visitar a sus padres, y en vez de coger otro taxi, cogió el metro. Mucha gente le señalaba por la calle, a sabiendas de que él era el hijo mayor de la familia Uchiha, una de las familias más ricas y poderosas del país. Él y su hermano Sasuke, ya estaban acostumbrados a que le trataran cómo personas famosas.
Después de media hora viajando en metro bajo tierra, llegó al barrio donde vivían sus padres. Aquel barrio, por supuesto era el más rico de la ciudad, donde había todo tipo de mansiones y grandes casas, provistas por perfectos y coloridos  jardines exteriores e interiores. Sus padres vivían en la gran mansión del final de la calle principal, cerca de la de la familia Kamikaze (los padres de Naruto) y la familia Hyuuga.
Atravesó el jardín delantero y cuando llegó a la puerta principal tocó el timbre. Escuchó unos pasos apresurándose a la puerta. Momentos después, una hermosa mujer de pelo y ojos negros, con una sonrisa radiante, y que aparentaba unos 50 años (muy bien llevados, por cierto), se abalanzó sobre él.
-¡Hijo! ¡Cuántas ganas tenía de verte! –dijo la mujer abrazándole fuerte.
-Y yo, y yo… Sigues teniendo la misma fuerza de siempre mamá –dijo abrazándola cariñosamente.
-¡Ja! ¿Qué te piensas? ¡He tenido que cuidar a dos hijos! ¡Para eso se necesita ser muy fuerte! –dijo orgullosa mientras que se separaba de su hijo.
-Mikoto, cariño, siempre se te olvida que yo también contribuí en el cuidado de nuestros pequeños –dijo un hombre moreno, de pelo y ojos negros al igual que su mujer, que salía de una de las numerosas habitaciones de la mansión. Y con una sonrisa alegre de ver a su hijo, se acercó a él y le dio un abrazo- ¿Qué tal estás, hijo?
-Muy bien, papá –dijo correspondiéndole al abrazo- ¿Vosotros? –preguntó mirándoles a los dos.
-Pues como siempre… Soportando a tu madre y sus arranques de orgullo –dijo abrazándola por los hombros. Ella le miró de reojo, fingiendo estar molesta.
-Fugaku… ¿Por qué siempre tienes que interrumpir mis momentos, amor? –dijo desistiendo ante la sonrisa divertida de padre e hijo. Suspiró, sonriendo. Después de todo, nunca podía enfadarse en serio con sus tres hombres de la casa- Bueno, ¿y qué tal está Kohana? ¿Y nuestro nietito? –dijo cogiéndole del brazo a su hijo y conduciéndole al salón.
Aquella iba a ser un día muy largo…

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Sobre las 12 de la mañana, Itachi se despidió de sus padres y se encaminó a hacer la segunda visita del día. Sus padres le habían dicho que seguramente su hermano estuviera en la empresa. Así que se encaminó hacia allí, esta vez andando, ya que el barrio no estaba muy lejos del centro donde se alzaban las grandes empresas Uchiha.
Fue fijándose en los grandes edificios por los que iba pasando, recordando todo aquel tiempo que estuvo recorriendo esas mismas calles cuando era pequeño. Tokio tenía un cierto parecido a New York: rascacielos, tiendas por todos lados, grandes avenidas y parques, y sobre todo, mucha, mucha, pero que mucha gente.
Se paró en una gran plaza, a dos manzanas de la calle donde se encontraba la empresa. Había mucha gente, como de costumbre. Compró un refresco en una máquina expendedora que estaba al lado de una inmobiliaria que vendía algunos de los edificios edificados por su empresa.
En ese momento, de allí dentro, salía una chica con cara de desanimo…

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¡Buf! ¡Qué mal! No hay ni un solo apartamento, por lo menos de una sola habitación, que no valga menos de 10.000 jens. No puedo permitirme más de eso… Mi familia no se lo puede permitir.
Soy hija única, a la que sus padres le han brindado la mejor educación, desde preescolar hasta la universidad, para hacer mi sueño realidad: llegar a ser una médico especializada profesional. Y lo estoy a punto de cumplir si no fuera porque estoy de patitas en la calle.
Me han trasladado al hospital central de Tokio, el mejor de todos, para ejercer como médico especializada. Cuando me dijeron en el hospital de Osaka (la ciudad en la que nací), en el que había empezado a trabajar recientemente y en el que había dado todo de mí para ascender al mejor puesto, que dado a tener las mejores calificaciones y expectativas académicas y laborales, me habían dado un puesto de entre los mejores plazas en el mejor hospital del país. No me lo pensé dos veces y les dije a mis padres que me iba a vivir a Tokio.
Ellos, como siempre me apoyaron, y así llegué aquí. Pero no encontraba ni un maldito piso. Me senté en uno de los varios bancos que había en la plaza. Dejé caer con cansancio mi cabeza sobre mis manos y suspiré profundamente. A este paso no iba a encontrar nada antes de la hora de comer…
-Perdona, ¿le ocurre algo? –preguntó alguien en frente mía. Levanté la vista y me encontré con dos ojos negros. Le miré incrédula y él sonrió.
-Nada que le pueda importar a nadie –dijo molesta y un poco cohibida.
-Siento ser entrometido, pero aquella inmobiliaria es afiliada de mi empresa… He visto que has salido un poco desanimada y me preguntaba si podría ayudarte –dijo amablemente. Sakura se fijó mejor con quién estaba hablando. Aquel hombre se le hacía parecido a alguien que había visto varias veces en la televisión. Él debió captar su mirada descriptiva y rió- Soy Itachi Uchiha. Encantado, eh… -dijo tendiendo la mano. ¿Itachi Uchiha? ¿El gran empresario Itachi Uchiha?
-S-Sakura Ha-Haruno –dijo levantándose rápidamente y dándole la mano.
-Encantado Sakura. Bonito nombre –dijo alegre.
-Gracias –dijo un poco azorada.
-Ya que nos hemos presentado… ¿puedo hacer algo por ti? –dijo interrogante.
-Bueno, es que… No hace falta que me ayudes –dijo nerviosa.
-Venga… He visto cómo has salido de allí. Si necesitas ayuda para encontrar casa, ¡esta es tu oportunidad! –dijo haciendo un gesto que hizo a Sakura reír.
-Jajaja, ¿qué pasa? ¿Estás desesperado por vender algunas de tus propiedades? Jajaja –dijo curvándose de tanto reír. El la miró serio.
-No, sólo es que no puedo dejar que una chica tan linda como tú se quede en la calle –dijo cruzándose de brazos. Sakura se recompuso y le miró con una ceja alzada.
-¿Esta es tu forma de ligar? –dijo una mueca rara.
-Créeme, la única vez que utilicé mi forma de ligar fue con mi esposa –dijo divertido. Sakura se quedó a cuadros. Podía ser que le hubiera ofendido un poco.
-¡Ups! Lo siento… No quería… -dijo avergonzada.
-Tranquila, no ha sido nada. Me gusta tu forma de ser tan directa –dijo Itachi sonriente- ¿Tienes algún problema para encontrar vivienda? –dijo sentándose en el banco. Sakura suspiró y se sentó al lado de Itachi. Supongo que le iba a tener que contar todo.
Itachi escuchó toda la historia de la pelirosa con mucha atención, y nunca interrumpiéndola. Ella le contaba toda su historia de un modo liberal, sin excepciones: Itachi parecía alguien de confianza.
-Así que no tengo suficiente dinero ni para alquilar mensualmente un apartamento –dijo bajando la cabeza. Itachi, quién la había estado observando durante todo aquel tiempo, miró hacia el frente, en un gesto pensativo.
-Mmm, ¿qué te parece que vaya a hablar de este asunto con mi hermano y te digo lo que sea después? No puedo hacer que te rebajen ahora mismo el precio de alguno de nuestros apartamentos, primero tendré que consultarlo con él, ¿qué te parece? –a cada palabra que pronunciaba Itachi, Sakura veía que algo de su esperanza perdida estaba regresando por fin.
-¿En serio? ¡Muchas gracias Itachi! –dijo abrazándole entusiasmada. Itachi reía contento de poder haber ayudado a una chica tan increíble como Sakura. Aquellas chicas con la fuerza de voluntad que tenía ella, quedaban muy pocas.
Se intercambiaron los números de los móviles para mantenerse en contacto, e Itachi le prometió que al final del día tendría noticias y que le llamaría entonces. Sakura se despidió de él y decidió seguir buscando apartamento por si acaso, la amable petición de Itachi no se pudiera llevar a cabo.

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Itachi se encontraba delante del rascacielos donde se situaba la empresa. Se quedó observándola unos minutos, apreciando su estructura moderna. Sabía que su hermano se iba a hacer el duro en cuanto le propusiera la promesa que le había hecho a Sakura, pero caería fijo. Tenía otros planes para conseguirlo…
En ese momento alguien colocó una mano en su hombro, y se dio la vuelta. Vio a un chico rubio, de grandes ojos azules, vestido con traje de chaqueta y con un maletín en la mano. Sonreía alegre.
-¡Itachi! ¡Qué alegría verte por aquí, amigo! –dijo contento.
-¡Naruto! ¡Cuánto tiempo! –dijo dándose un abrazo.
Naruto era de la edad de su hermano y se conocían desde que eran unos enanos de 4 años. Itachi les llevaba 3 años pero aún así él fue como el hermano mayor de los dos. Ahora Sasuke y Naruto siguen juntos, trabajando hombro con hombro en la empresa: Sasuke como presidente de la empresa y Naruto como vicepresidente.
-¿Vas a ver a Sasuke? –dijo curioso.
-¡Claro! Vengo de ver a mis padres y he decidido venir a visitarle antes de la hora de comer, ¿y tú? –preguntó Itachi.
-Pues vengo de arreglar unos asuntillos con una inmobiliaria y vengo a reportárselo al “presidente” –dijo divertido.
-Pues venga. Él no sabe que iba a venir así que será una sorpresa –dijo guiñándole un ojo a Naruto mientras entraban en la recepción de la empresa.
Vieron que no había nadie en la recepción y tuvieron que preguntarle a uno de los empleados que salía de una habitación que si el presidente se encontraba en su despacho.
-Sí, claro. La secretaria fue llamada hace un rato por el presidente –dijo revisando unos papeles que llevaba en la mano. Itachi y Naruto se miraron y pusieron los ojos en blanco. Le dieron las gracias al empleado y se dirigieron al ascensor.
-No me digas que todavía tiene por secretaria a Karin –dijo con voz cansina a Naruto.
-Pues por desgracia sí –dijo mirando molesto su reloj.
Llegaron al último piso del enorme rascacielos y, en el momento en el que se abrieron las puertas, pudieron ver cómo Karin salía del despacho de Sasuke, muy acalorada. Iba abrochándose los botones de su camisa blanca y cuando se cruzó con Itachi y Naruto les dedicó una sonrisa zalamera. Los dos la miraron con desagrado mientras que las puertas del ascensor se cerraban con la “secretaria” dentro.
-No me puedo creer que mi hermano se siga tirando a esa puta –dijo Itachi con asco.
-Pues es por eso por lo que sigue con ella, porque a ella le da igual y le gusta. Si cambiara de secretaria, se quedaría sin su “manera de desahogarse” –dijo Naruto con una media sonrisa mientras que se dirigía a la puerta del despacho.
Karin había seguido a Sasuke desde el instituto y éste, al ver lo que podía conseguir, la dejó junto a él. Tanto siguió aquel juego que Sasuke le permitió ser su secretaria, además de que ella no tenía cabeza suficiente como para desempeñar otro trabajo que no fuera ese.
Naruto dio dos golpes suaves en la puerta y esperó a la respuesta de Sasuke.
-Adelante –llegó una voz grave desde el interior de la habitación.
En vez de entrar primero Naruto, Itachi empujó el pomo de la puerta y entró.
-Buenas, hermanito –dijo altanero Itachi. Sasuke, quién estaba de vuelta a la puerta, se dio la vuelta al escuchar la voz de su hermano mayor.
-¿Itachi? ¿Qué haces tú aquí? –preguntó con una ceja alzada mientras que sacaba las manos de los bolsillos.
-Que buena bienvenida le das siempre a tu hermano, ¿eh, Sasuke? –dijo entrando Naruto.
-Hmp –respondió con su famoso monosílabo.
-Sólo pasaba a hacerte una visita. Papá y mamá me dijeron que te podía encontrar todavía aquí –dijo sentándose en el sofá que había apoyado en la pared lateral a la puerta- ¿No lo habréis utilizado tu secretaria y tú, no? –preguntó burlón Itachi refiriéndose al sofá.
Naruto empezó a reírse y Sasuke los miró con molestia fingida. Después de todo, ellos dos sabían todo lo que ocurría.
-¿Has traído el informe de la inmobiliaria? –preguntó Sasuke a Naruto. Naruto paró de reírse y le contestó sonriente:
-Sí, sí, aquí está –dijo abriendo el maletín que traía desde el principio y dándole un sobre.
Sasuke lo abrió y sacó los papeles que había en su interior. Los leyó rápidamente y los volvió a meter en el sobre.
-Seguramente tendremos que agilizar el rítmo de construcción de los nuevos edificios –dijo serio mientras se sentaba detrás de su enorme mesa de trabajo y firmaba unos papeles- Itachi, ¿podrías hacer que nos mandaran más materiales desde EE.UU? –preguntó sin levantar la mirada de su trabajo.
-Acabo de llegar y ya me mandas trabajo, ¿no te parece un poco descortés de tu parte, hermanito? –dijo con una carcajada. Sasuke no respondió y Naruto se sentó en uno de los sillones que había delante de la mesa de Sasuke. Itachi suspiró- Después de todo, eres el mejor en tu trabajo… Después de mí, claro está –dijo prepotente mientras que miraba la reacción burlesca de su hermano menor.
Sasuke se levantó y le entregó unos papeles a Itachi, quién les echó un vistazo.
-¿Te encargarás, verdad? No creo que hayas venido solamente para hacernos una visita, dejando a Kohana en casa sola –dijo Sasuke sonriendo de medio lado y cruzándose de brazos.
Itachi le miró sonriente. Le había pillado, siempre lo hacía. Se levantó y se quedó frente a su hermano. Eran igual de altos y sus miradas se cruzaron directamente. Se miraban intensamente.
-Claro que no. Sabes que siempre vengo para ayudarte de vez en cuando –dijo abrazándole. Sasuke puso los ojos en blanco y le abrazó también. Itachi era el más mimoso y sentimental de los dos hermanos- Hueles a la zorra de tu secretaria –le susurró al oído. Sasuke sólo rió. Aunque aquellos momentos le hacían sentir incómodo, era su hermano y siempre había estado junto a él. Era vergonzoso para él pensar esas cosas, pero quería a su hermano.
-¡Bien! Y ahora que los dos hermanos por fin se han saludado como Kami-sama manda, ¿por qué no quedamos esta noche y nos vamos de copas por ahí? –preguntó Naruto contento mientras que se levantaba del sillón.
-Claro, hoy no tengo que quedarme hasta tarde así que, ¿por qué no? –dijo Sasuke mirando a su hermano y encogiéndose de hombros.
-¡Pues claro que sí! ¡Cómo en los viejos tiempos! –dijo alegre, pasando un brazo por los hombros de Sasuke- Ven, Naruto. Quiero hacernos una foto los tres juntos para mandársela a Kohana. Tiene muchas ganas de veros a los dos –dijo haciéndole señas a Naruto para que se acercara mientras que colocaba su móvil encima de la mesa de Sasuke.
Después cogió a Sasuke del brazo, quién se estaba resistiendo un poco, y lo dirigió delante de la cristalera que había detrás de la mesa. Los dos más pequeños, Sasuke y Naruto, se colocaron a los dos costados de Itachi. Éste les pasó los brazos a los dos por los hombros y sonrió a la cámara. Naruto sonrió e hizo el signo de la victoria e Itachi le puso los cuernos a Sasuke, y éste salió mirando a la cámara con gesto cansino y molesto.
Kohana sonrió al ver aquella foto llena de significados y sentimientos. Todos eran una familia aunque no tuvieran la misma sangre. Estaba feliz de pertenecer a una familia tan unida.

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-¿Crees qué podríamos hacer algo, Sasuke? –preguntó Itachi mirando a su hermano que se encontraba al volante.
Habían ido a comer a casa de sus padres como siempre hacían cuando Itachi volvía a Tokio. Ahora se encontraban en el coche de Sasuke (un Audi A6 color negro) camino a un bar en el que habían quedado con Naruto para tomar algo.
Sasuke torció el gesto con desaprobación. Itachi le había contado toda historia de aquella chica, Sakura creía recordar, y le propuso su gran idea para ayudarla.
-No lo sé, Itachi… Ya sabes que no solemos tener un trato especial con nadie, ni siquiera con empresas importantes, y no creo que debamos tenerlo con una chica que podría habérselo pensado antes de hacer nada –dijo molesto.
Itachi se imaginaba desde el principio el hecho de que su hermano no diese su brazo a torcer desde el principio. Así que no insistió más y dio paso a su plan B.
-De acuerdo, la llamaré después y le diré que no se puede hacer nada –dijo con gesto resignado y encogiéndose de hombros. Sasuke le miraba de reojo, sin saber muy bien si el mayor decía la verdad. Lo conocía muy bien como para decir que tenía algo entre manos- Bueno, y ahora, ¡a divertirse! –dijo alegre Itachi.
-Hmp –dijo Sasuke sonriendo de medio lado. No le diría nada a Itachi sobre su duda. Al menos, hasta que no notara algo raro.

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22:15 PM
-¡Y y-yo le le dije: ¡Qué! ¡Me vass a alquilaar el pisoo por u-una millonaa-da! Yyy el el tío se me me q-quedó miirandoo con caa-ara de eempanaaoo tootall y a-al final mee lo rebajó! ¡Meenudo capullllo! ¡Me me queríiia timaar, el muuu delincuente! –gritó un rubio muy borracho sentado en una mesa, en medio del bar más de moda de Tokio.
-¡Jajajajaja! –rieron los dos pelinegros que le acompañaban.
Cómo ya habéis podido comprobar, Sasuke, Naruto e Itachi, no se encontraban en la mejor de las situaciones en ese momento. Desde que quedaron a las siete de la tarde hasta ahora, no habían parado de ir de bar en bar. Total que, si no fuera porque la gente los conocía, hubieran pasado perfectamente por unos borrachos cualquiera. Menos mal que no había ningún maldito paparazzi por allí.
-Ahoora vengoo chiicoss… Laa naturalez-za me me lllamaa, jejeje –dijo divertido Sasuke mientras se levantaba tambaleándose y se dirigía dando tumbos hacia el baño.
Cuando se perdió entre la gente, Itachi se acercó a Naruto y le dijo al oído:
-Eh, Naruto, ¿qué te parece si le hacemos una broma a Sasuke? –preguntó bastante sobrio Itachi. Quería llevar a cabo su plan y no podría hacerlo si se encontraba borracho.
Naruto le miró con los ojos entrecerrados, como si intentara procesar la información que el alcohol no le permitía captar correctamente. Al final, sonrió malévolo, entendiendo lo que Itachi le decía. Itachi sonrió triunfante.
-Mira, esta mañana he conocido a una chica preciosa que tiene problemas para encontrar apartamento. Le propuse ayudarla y ella aceptó –dijo con voz melosa Itachi. Naruto le miraba todavía sonriente aunque atento para no perder el hilo- Pero, Sasuke se ha negado a ayudarla y me preguntaba si me ayudarías a encontrar un apartamento para ella… Metiendo a mi hermano en el medio -dijo sonriendo altanero y bebiendo un sorbo de su Whisky.
-¡Pueess cl-claro! ¡Hace tiem-po que que no le le gastoo una bromaa al temmeee! –dijo azorado de felicidad Naruto.
-Genial…
Itachi le contó todo su plan a Naruto, repitiéndoselo lo que hacía falta para que un borracho lo recordara. Después, cuando Sasuke volvió a la mesa, solamente se encontró a Naruto sonriéndole como un idiota.
-¿Y mi mi herrmanoo? –preguntó sentándose bruscamente en el sillón. El alcohol estaba empezando a dejar huella en su cuerpo.
-Diijo que se tenía quee iir que esta-estaba muy cansado –dijo mirándole Naruto.
-¡Hmp! Ya sabíiia yo que yaa no aguaata nada. ¡Se está haciendo viejo! ¡Ja! –se carcajeó Sasuke.
Naruto se acercó a Sasuke sonriendo astutamente y le preguntó:
-¿Qué piiensas tú,  de eso de de compartiir pisoo, eh, te-teme? –preguntó.

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-¿Sakura? Kon ba wa (buenas noches), Itachi desu –dijo Itachi sonriendo.
Había subido a un taxi, no podía conducir aún a sabiendas de que no estaba tan borracho como los otros dos. Por eso, se había encargado de cogerle las llaves del coche a Sasuke. No quería que aquella noche acabara en desastre, y menos cuando la diversión comenzaba ahora.
-¡Itachi! ¡Kon ba wa! –dijo exaltada una dulce voz al otro lado del móvil.
-¿Todavía sigues buscando piso o ya has encontrado uno?
-¡Qué va! ¡No hay nada de nada! Ahora mismo me encuentro en un McDonall cenando un HappyMail, así que tú me dirás… -dijo sarcástica Sakura. Itachi rió al imaginarse la situación en la que se encontraba la pobre chica.
-Bueno, pues creo que vas a tener suerte y no vas tener que volver a comer un HappyMail durante tu estancia en Tokio, porque te he encontrado un piso –dijo satisfecho Itachi.
-¿¡En serio!? ¡Kyaaaa! ¡Te quiero, te amo, te adorooooo! ¡Itachi, has salvado mi vida! –gritó entusiasmada Sakura.
-Vale, vale, no hay de qué. Sólo te quería ayudar porque sé que vas a llegar a ser la mejor médico del mundo –dijo riendo Itachi. Sakura seguía gritando al otro lado de la línea- Bien, Sakura, apunta la dirección, ¿de acuerdo? Te mudas esta misma noche –dijo serio Itachi. Esta era la última parte del plan.
-¡Esta noche! ¡Te lo juro! ¡Si no estuvieras casado, lo haría yo ahora mismo! –dijo contenta Sakura.
Después de darle la dirección y de otros muchos agradecimientos, Itachi llegó a la dirección que le había dado a Sakura y volvió a coger el móvil para hacer otra llamada.
-¡Naruto, trae ahora mismo a Sasuke al apartamento! ¡El plan va viento en popa! –dijo entusiasmado Itachi.
-¡Ahooora mismooo, dattebayo! –gritó Naruto y colgó.

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Corría, saltaba y brincaba de la emoción mientras llegaba a la dirección que le había dado Itachi momentos anteriores. Se había parado un instante para llamar a sus padres y contarles que ya había encontrado piso, que cuando lo tuviera todo listo, que cuando pudieran, podrían hacerle una visita.
Cuando llegó, se encontró a Itachi delante de unos enormes pisos modernos del centro de Tokio. Se abrazó a él y le volvió a dar las gracias por todo lo que la había ayudado, aunque no se conocieran de mucho.
-Vamos, ¿tendrás ganas de verlo, no? –dijo abriendo la puerta del enorme portal de entrada.
-¡Claro! –dijo siguiéndole.
Cuando entraron las luces se encendieron solas dejando atónita a Sakura: la entrada parecía la recepción de un hotel de cinco estrellas. Itachi la esperaba sonriente dentro del ascensor, en el que por lo menos cabían quince o veinte personas. Se metió en el ascensor y se fijó en que Itachi le daba al botón que señalaba al último piso… ¡Veinticinco plantas! ¡Por Kami-sama! ¡Este es un edificio de lujo!
-¿Itachi? ¿No me estarás gastando una broma, verdad? –dijo admirando los acabados y detalles del enorme ascensor.
-¿Por qué debería? Esta es una de las cosas más serias que he hecho en mi vida, te lo aseguro –dijo divertido. ¡Más que seria iba a ser la cara de su hermano cuando se enterara de toda la movida!
Llegaron al último piso y las puertas empezaron a abrirse, dando lugar a un solo recibidor con una puerta. El suelo estaba enmoquetado, igual que en los hoteles y la cerradura de la puerta era plana, como si tuvieras que entrar una tarjeta para abrirla. Itachi introdujo una llave, no una tarjeta, pero era plana y de metal, como todas las demás. Al instante se escuchó un ruido metálico y se abrió la puerta.
-Bienvenida a tu nuevo hogar, Sakura –dijo Itachi apartándose a un lado para que pudiera pasar.
Aquello era un sueño: grandes ventanales que daban a la mejor vista de Tokio, sin duda, se podía ver toda la ciudad desde allí; una cocina que daba al enorme salón, similar a los que se veían en las películas americanas; grandes y largos pasillos que daban a multitud de habitaciones…
-¡Es todo el piso entero! –exclamó Sakura a punto de darle un infarto.
-Sí, ocupa toda la última planta –dijo orgulloso Itachi, que salía de uno de los pasillos. Había ido a cerrar la puerta de la habitación de Sasuke, para que Sakura no la confundiera con la suya. Así evitaría preguntas innecesarias antes de que llegara el verdadero propietario- Veo que te ha gustado. Ven, te voy a decir cuál es tu habitación –dijo haciéndole un gesto con la mano para que le siguiera.
Atravesaron casi por completo el pasillo principal hasta llegar a una puerta que estaba al fondo. Itachi la abrió y dejó que pasara la chica primero.
Era una habitación moderna, equipada con una cama doble, equipo de música, escritorio, armario, lámparas, mesillas y una gran ventana que daba al mismo paisaje que había visto en el salón, y una puerta que seguramente daba al baño de la habitación.
Sakura se tiró en la cama, chillando se alegría. Esto era más de lo que podía haber esperado. Se acercó a Itachi, quien se había apoyado en el marco de la puerta.
-Muchísimas gracias por todo, Itachi… De verdad, si no hubiera sido por ti supongo que hubiera tenido que volver a Osaka con mis padres… Muchas gracias –agradeció emocionada a Itachi.
-Eh, tranquila, peque… Eres una de las pocas personas que conozco que en realidad valen la pena –dijo cariñoso Itachi mientras que ponía sus manos en los hombros de ella. Sakura se limpió las lágrimas que estaban a punto de salir de sus ojos y sonrió amable a Itachi.
-Sakura, tengo que ex… -empezó a decir Itachi con voz un poco culpable, cuando empezaron a oírse voces que venían del recibidor.
-¡Ya verá Itachi cuando lo vuelva a ver! ¿¡Quién se cree que es!? ¡Se pensará que tiene derecho a llevarse las llaves de mi coche! –gritó alterado un pelinegro entrando en el piso, junto a un rubio que venía con una mano en la frente por el dolor de cabeza que tenía. Ya se habían despejado, más o menos, de los efectos del alcohol: a Sasuke al saber que su hermano se había llevado las llaves de su preciado coche sin saberlo, y a Naruto por los incesantes gritos que daba su amigo.
-Ya Sasuke… Relájate, vale… Sólo se las habrá llevado para que no condujeras en ese estado… -dijo Naruto cansado tirándose en el sofá del salón.
Sakura miró expectante a Itachi, quién sonreía culpable.
-Creo que ya ha llegado… -murmuró Itachi.
-¿Ha llegado quién? –dijo Sakura poniéndose en jarras.
-Ven –dijo cogiéndola de un brazo y llevándola a la entrada.
Cuando Itachi entró en la sala, Sasuke le señaló amenazante y le dijo:
-¡Tú! ¡Maldito ignorante! ¿¡Quién te crees que eres para…!? –paró al recibir la mirada alarmada de su hermano para que dirigiera su mirada a su lado izquierdo, viendo así a una sorprendida pelirosa.
-¡Por fin han parado los gritos! –dijo aliviado Naruto volviéndose hacia su amigo y quedándose igual de petrificado al ver a una chica allí.
Itachi suspiró y miró a Sakura, poniendo una de sus manos en la espalda de ella y estirando el otro brazo para señalar a Naruto.
-Sakura, te presento a Naruto –dijo mirando a Naruto.
Éste al escuchar su nombre se levantó y sonrió con su sonrisa zorruna, como él sólo sabía hacer. Se acercó a la susodicha y le acercó la mano.
-Encantado de conocerte, Sakura-chan –dijo amistoso Naruto.
Sakura pareció darse por aludida y decidió responderle a aquel simpático rubio.
-I-Igualmente, Naruto –dijo todavía un poco traspuesta, pero sonriendo de la mejor manera posible.
Itachi suspiró aliviado. Por lo menos Sakura había conocido a la parte amable de este asunto, y presentía que la otra parte no iba a ser para nada amable ni, por supuesto, tan divertida como él supuso que fuera cuando su hermano estaba borracho.
-Sakura, este es mi hermano menor Sasuke y… tu nuevo compañero de piso –dijo rascándose la cabeza mientras sonreía nervioso. Naruto hizo lo mismo y se apartó de su amigo Sasuke, que parecía que iba a explotar de un momento a otro.
-¿¡QUÉ!? –gritaron Sasuke y Sakura mirando furiosos a Itachi.
-Jejeje -rió nervioso Itachi mientras Sasuke y Sakura se acercaban despacio hacia él. Vio que Naruto se iba directo hacia la puerta de salida, pero solo bastó una mirada de Itachi para que se quedara quieto en el sitio- Chicos, tranquilizaos un poco… Vamos a hablar de esto…
-¿¡Hablar de qué, eh!? ¿¡De que me has engañado!? –expetó primero Sakura.
-¿¡De que haces lo que te viene en gana, eh!? –expetó a continuación Sasuke.
Itachi no sabía dónde meterse… pero entonces se le ocurrió otra idea. Y no era, si no que enfadarse él también y salir por patas junto con Naruto para que resolvieran ellos dos el problema. Claro, se iban a quedar fuera por si acaso Sakura necesitaba ayuda con el insensible y bruto de su hermano.
-¿¡Sabéis qué!? –gritó Itachi con enfado fingido, dejando sorprendidos a los dos acusantes y al pobre Naruto- ¡Sólo lo he hecho por ayudaros! ¡A ti Sasuke, para que dejaras de ser tan egocéntrico y arrogante, y para que te dejaras de juntarte con tantas putas! –le gritó a Sasuke a la cara, dejándolo sin palabras- ¡Y a ti Sakura, encima de que lo he hecho con la mejor intención, vas y me lo hechas en cara! ¡Pero si lo único que tienes que hacer es ignorarle y punto! ¡Es lo que hace él siempre! –le gritó a Sakura a la cara dejándola igual que Sasuke- ¡Pero nada, aquí el culpable soy solo yo! ¡Por querer ayudar a la gente! ¡Hay que joderse! ¿¡Pues sabéis qué!? ¡Haced lo que os dé la gana! ¡Cómo hago yo siempre, ¿no?! ¡Vámonos de aquí, Naruto! –Naruto pegó un respingo y siguió inmediatamente a Itachi, quién ya había abierto la puerta y se disponía a salir, pero en el último momento se dio la vuelta y encaró de nuevo a su hermano- ¡Y tengo todo el derecho para coger cuando sea tus llaves del coche! ¿Por qué? ¡Porque soy tú hermano mayor! –y acto seguido cerró la puerta de un porrazo, dejando a los dos con la boca abierta después de aquel discurso tan deplorable de Itachi.

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-¡Wow! ¡Itachi, ha estado genial! –dijo entusiasmado Naruto, dándole unas palmaditas en la espalda.
-¡Uf! No sé si me habré pasado, pero me he podido desahogar de lo lindo –dijo volviendo a coger el aire que había perdido con su discurso.
-Oye, y es verdad que Sakura-chan es preciosa –dijo feliz Naruto- Haber si Sasuke asienta cabeza ya de una maldita vez.
-Seguro que lo hará… Con una chica como Sakura, se verá pronto teniendo que cambiar su forma de ser.
-Jajaja… ¿Crees que será capaz de echarla? –preguntó preocupado Naruto.
-Para eso estamos aquí, amigo, para que eso no ocurra –dijo guiñándole un ojo.
Se encontraban dentro del ascensor, sentados en el suelo, pendientes de si ocurría algo. Aunque conocía suficientemente a Sasuke como para saber que no la iba a dejar marchar.

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Sasuke y Sakura seguían los dos estáticos, uno al lado del otro.
Sasuke sonrió de medio lado y comenzó a reírse, haciendo que Sakura le mirara extrañada.
Tenía una risa grave y ronca, muy atrayente. Su sonrisa dejaba ver sus dientes blancos, impolutos y perfectos. Su nariz era alargada y recta, y sus labios finos y delineados. No tenía aquellas ojeras que caracterizaban a Itachi, pero se podía percibir que Sasuke era más guapo que él, y eso ya era decir mucho.
No sabía qué hacer, así que se dirigió al pasillo donde se encontraba la habitación que había sido suya durante unos momentos, dispuesta a recoger su maleta e irse de allí lo más rápido posible. Pero nada más llegar a la entrada del pasillo, la risa de Sasuke paró.
-¿Qué haces? –preguntó tranquilo, con voz grave. Se le notaba un tono de curiosidad.
Se dio la vuelta despacio y vio que la miraba. No me había percatado antes de sus ojos, suponía que eran iguales a los de su hermano. Y así eran. Aun así, más oscuros y profundos que los de Itachi, realzando así su nívea piel y su hermoso talante. Su pelo era más corto que el del mayor, y lo tenía despuntado, junto con el flequillo liso, de color negro carbón y la luz hacía que le arrancara destellos azules. Era muy alto, y parecía tener un buen cuerpo, notándose por los dos o tres botones que tenía desabrochados de la camisa.
-Voy a recoger mi maleta –dijo un tanto nerviosa.

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-¿Por qué? –preguntó Sasuke.
Sakura le miró incrédula, haciendo parecer que su pregunta no tenía ningún sentido. En ese momento se fijó en ella.
Era alta, con un cuerpo bonito, con curvas muy delineadas, piernas y brazos delgados y finos. Tenía un color de pelo muy raro, pero que a él le pareció bonito y exótico. Lo tenía largo, le llegaba hasta la cintura, y tenía ondulaciones que parecían darle más volumen y el flequillo al lado. A la luz de las lámparas, su piel era blanquecina y parecía de melocotón. Sus manos tenían largos y perfectos dedos, acabados en una uñas largas pintadas de un bonito verde. Su boca entreabierta dejaba ver unos labios carnosos y rosados, y sus ojos eran como dos esmeraldas. Las facciones afiladas y detalladas de su cara hacían, que para él, fuera la mujer más hermosa que había visto. Eso, o que todavía estaba borracho.
-Porque todo esto es un malentendido… Sé que tu hermano lo ha hecho con buena intención… Cómo para no saberlo –dijo murmurando y recordando el discurso de Itachi- Pero este es tu piso así que me voy –dijo dándose la vuelta.
-Espera, quédate –dijo impasible Sasuke. Sakura se dio la vuelta sorprendida.
-P-pero, Sasuke…
-¿No me digas que te has creído el teatro de Itachi? –dijo cruzándose de brazos. Al ver que Sakura le miraba sin decir nada, suspiró cansado- Mi hermano ha hecho esa escenita para no tener que cargar con el marrón, y supongo que Naruto también estaba en todo esto –dijo poniéndose una mano en la frente. Le estaba empezando a doler la cabeza de tantas tonterías.
-Aún si ha sido así, yo me voy. No puedo quedarme aquí, así por así –dijo Sakura.
-Y no te vas a quedar así por así… No te vas a ir porque quiero que mi hermano vea que sí soy capaz de vivir con alguien –dijo tumbándose en el sofá.
-¡Ah, claro! ¡Así que sólo me vas a utilizar por salvaguardar tu orgullo! Pues ahora sí que me están dando ganas de irme –dijo molesta.
-Pues tú verás. Te quedas aquí o vives en la calle. Te estoy dejando quedarte en la habitación de invitados por las buenas, pero si tú no quieres… -dijo sonriendo divertido Sasuke.
Sakura iba a replicar, pero se calló. Tenía razón. De momento necesitaba un piso y no iba a pasar nada por tener un compañero…
-Vaaale, pero por lo menos déjame pagar algo de las facturas del piso… No podría vivir a gusto si sé que estoy viviendo aquí sin tener que pagar nada –dijo resignada.
-¿Con qué dinero? –dijo divertido Sasuke. A Sakura se le subieron los colores de la humillación y enfado que le habían inculcado aquellas palabras.
-¡Eres un idiota, ¿sabes?! ¡Tú eres un niñato rico! ¡Pero hay gente que no lo es! –dijo iracunda mientras que se encerraba en su habitación de un portazo…

FIN DEL FLASHBACK

Y así es cómo habían acabado un año y medio después de aquel encuentro y el principio de aquella resignante y molesta relación de compañeros de piso.
No quería ni recordarlo… ¿Por qué no la eché desde un principio? Porque me pareció hermosa… ¿Y eso qué? También me pareció molesta desde la conocí y no la eché… ¡Joder, todo esto es por culpa de mi hermano y por caer en su trampa para parecerle mejor persona!
¡Se acabó! ¡Me largo de aquí! ¡No aguanto más!

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¡Será el hombre más guapo que he visto en mi vida, pero es el más imbécil e idiota de todos los que he conocido!
Debería haberme ido como iba a hacerlo desde un principio… ¡Pero no! ¡Porque me dejé llevar por sus palabras!
¡Ahhhhh! ¡Qué se muera!
En ese momento escuchó un fuerte puñetazo en la puerta, y a Sasuke que gritaba:
-¡Me largo! ¡Estoy harto de tus malditos berrinches de niña pequeña! ¡Harto de que me digas que soy el culpable de todo! ¡Ahora te las apañas cómo puedas tú solita! –después se escuchó sus rápidos pasos alejándose de la puerta. Sonaron las llaves y el sonido que hace la puerta al abrirse. Pero no se escuchó cómo se cerraba.
Sakura se levantó extrañada por no escuchar aquel portazo que hacía temblar todo el edificio cada vez que Sasuke se marchaba cabreado.
Salió de la habitación sin hacer ruido y se acercó de puntillas hasta el final del pasillo. Cuando llegó, vio a Sasuke plantado en la puerta, con las llaves en una mano y la chaqueta en la otra.
-¿Qué haces Sasuke? ¿Te has arrepentido, o qué? –él seguía sin moverse, así que comenzó a caminar hacia la puerta- Jajaja, perece mentira que… ¡Pero qué demonios! –gritó Sakura con una mano en la boca cuando se colocó al lado de Sasuke y vio lo que le había quedado paralizado.
Era una cesta, pero no contenía dulces, ni pan, ni otras cosas variadas… ¡Era un bebé!



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